Permanecer juntos-III

La demonio guardó silencio. El padre de Welyn se había disculpado más tarde con ellos por el malentendido que había ocurrido. Mostrando profundamente su gratitud a Belcebú, quien le había mostrado la última carta de su hija para él, la cual nunca habría podido leer si no fuera por la ayuda de Belcebú.

—No pude ayudarla —dijo el hombre inclinándose hacia adelante hacia Belcebú—. Me disculpo profundamente por mi acción imprudente y palabras que te hirieron. También, te agradezco.

Esther miró a Belcebú, quien mostró una sonrisita pícara.

—No soy mezquino como alguien que conozco, no deberías preocuparte pues no guardaré rencor. Tampoco endulzaré mis palabras. De alguna manera, la maté —comentó Belcebú.

El padre de Welyn negó con la cabeza y Esther se sintió agradecida por esto.

—Fue una elección que ella hizo. Nadie puede ser culpado por eso —dijo el padre de Welyn.