Las personas ante él eran un total de tres.
Dos estaban detrás, uno sosteniendo una espada grande en sus manos y el otro con una guadaña completamente negra.
Ellos eran los responsables de los ataques, y medían tres metros de altura, un metro más que Zeras mismo.
Pero de alguna manera, Zeras los sentía un poco familiares, su forma.
Era justo como su forma completa de Devorador del Caos, pero en lugar de una única cola espinosa y afilada detrás de ellos, tenían un total de tres.
Cada uno con la misma altura que él, y sus ojos rojos destellaban con un poco de sorpresa e intenso deseo de matar.
El que más llamaba la atención de Zeras era el joven hombre diabólico que estaba parado a unos metros frente a ambos, con sus dos manos cruzadas sobre su pecho, y sus ojos carmesí mirando a Zeras con una sonrisa interesada.