Mayor

—Estás muerto —la gélida voz de Yorowin atravesó el quieto bosque, cada sílaba destilaba veneno. El mundo pareció contener la respiración, temblando bajo el peso de su furia.

Entonces, comenzó.

La sangre se filtró de cada poro del cuerpo de Yorowin, fluyendo hacia él como ríos convergentes. Se enrolló y retorció, moldeándose alrededor de él hasta solidificarse en una grotesca y amenazante armadura.

Gruesa, impenetrable y pulsante de vida, la armadura irradiaba una sed de sangre tan sofocante que parecía estrangular el aire mismo.

Solo los ojos carmesíes y brillantes de Yorowin permanecieron visibles, cortando la bruma como gemelas dagas apuntando directamente a Atticus.

Su voz, baja y amenazante, llevaba dos palabras:

—Velo de Sangre.

El bosque respondió al instante.

Una ola fría se expandió hacia fuera, el suelo temblaba bajo su fuerza.