En todo el Sector 10, reinaba el silencio.
La gente estaba paralizada, los corazones latiendo como tambores de guerra. Cada persona instintivamente buscaba la mano de un ser querido, o incluso de un extraño, buscando el consuelo del contacto humano, la menor garantía contra el creciente temor.
Un resplandor carmesí cubría el sector, su luz tragando el brillo del sol. Se reflejaba en sus rostros aterrorizados, bañándolos en un rojo de otro mundo, como heraldos de un apocalipsis inminente.
El Sector 10 era el orgullo del dominio humano. Gobernado por la familia Nebulon, al menos eso era lo que el populacho creía. La verdad era mucho más compleja.
El Sector 10 no era solo territorio Nebulon; era un centro compartido por todas las familias de nivel uno. Los Nebulon controlaban la mayoría, pero cada familia de nivel uno había tallado sus fortalezas, su influencia extendiéndose por diferentes partes del sector.