—No... Por favor, déjame —gritó la chica con voz fuerte, pero Anon agarró su mano y la sacó a la fuerza.
—Jeje... ¿Pensaste que ese cuchillo funcionaría conmigo? ¿De verdad eres tan tonta? No digo que sea inmortal o que no pueda ser asesinado... Pero, amor, nunca moriré por un cuchillo —habló Anon con una sonrisa malvada mientras miraba a la chica.
—No... Señor, por favor déjala. Ella no hizo nada, por favor no le hagas nada —habló Keith mientras agarraba de inmediato las piernas de Anon y suplicaba por su hija.
—Mis Ogros... ¿Hicieron algo contigo o con tu familia? —preguntó Anon con expresión neutra mirando al hombre.
—Ellos...
—Responde a la maldita pregunta... ¿Hicieron algo contigo o con tu familia? —preguntó Anon.
—No, ellos no... —respondió el hombre con una expresión asustada.
—Pero tú aún así los mataste sin piedad y aquí... solo intento jugar con tu familia. Pero no te preocupes... No mataré a ninguno de ustedes.