—¡¡¡Bahahahahahaha!!! ¡Es hilarante! ¡Quiero decir, por las estrellas, ¡es increíble!
La mandíbula de Abadón se tensó. No estaba divertido y se sentía muy irritado.
—Espera, espera, espera…
Rafael de repente se levantó y posó como la Estatua de la Libertad.
—¿Soy más fuerte que tú ahora? Anda, puedes adorarme libremente en cualquier momento y te prometo que no dejaré que el poder se me suba a la cabeza ni nada- ¡AAAH!
Rafael apenas tocó el suelo a tiempo para evitar que una gran lanza se estrellara contra su cabeza.
Miró lentamente hacia arriba, hacia el arma enterrada en la pared, y sintió cómo su espíritu abandonaba su cuerpo.
—¿E-En serio?! ¿Todo eso por una pequeña broma?
—Yo también estaba bromeando —respondió Abadón mientras se sentaba de nuevo.
—¡No estabas bromeando..! —Rafael giró lentamente la cabeza hacia Azrael—. ¿…Verdad?
Azrael se encogió de hombros. —Te habría resucitado al menos.
Abadón asintió inocentemente.