Trabajando en Relajarse

Después de salir de la habitación de León, Astaroth se dirigió a la oficina que Fénix solía usar como una sala de reuniones personal y donde ella hacía su papeleo en paz.

Encontró un solo guardia en la puerta, que parecía casi demasiado joven para estar allí con el uniforme de la Guardia Real.

Cuando el guardia lo vio, golpeó sus talones juntos, golpeando su puño contra su placa de pecho.

—¡Su Alteza! —saludó.

—Descansa —respondió Astaroth, entrando en la habitación.

El soldado se calmó después de que pasó junto a él, pero luego miró el pasillo con una cara curiosa.

—Uhm... ¿Señor? —llamó.

—¿Hmm? —Astaroth murmuró, deteniendo sus pasos.

—¿Dónde está su guardia asignada?

La ceja de Astaroth se levantó, preguntándose de qué estaba hablando.

—¿Qué guardia asignada?

—Su guardia privada asignada, señor. ¿Órdenes del comandante de la Guardia Real?

Astaroth lo miró con ojos de pez muerto, sin tener idea de lo que estaba hablando.