Alzándose en el aire, Alex miró hacia abajo, donde vio una estela roja de llamas elevándose hacia él antes de detenerse a su lado.
—¿Pensé que estaba loco saltando de balcones? —preguntó, con voz impregnada de sarcasmo y un brillo travieso en sus ojos.
—Tienes razón. Pero no salté; caí a propósito. No es lo mismo —replicó Kary, sonriéndole con los ojos.
Alex rodó los ojos hacia ella, sacando la lengua en una mueca mientras dirigían su vuelo hacia el aeropuerto.
El avión no estaba aparcado en el aeropuerto principal, sin embargo, ya que era un avión privado, y estaba en el aeropuerto secundario, donde había poco o ningún tráfico. No era mucho desvío, ya que el aeropuerto secundario estaba en realidad más cerca de ellos, puesto que volaron por encima de todo el tráfico, pero Alex sabía que estaban atrayendo mucha más atención de la que hubiera deseado.
Giró la cabeza para mirar la gigantesca llamarada móvil junto a él y la sacudió lentamente.