—Una vez que todos estaban preparados y entendían las reglas —Alex conjuró el globo de agua de nuevo—. Con un espíritu de camaradería y competencia amistosa, comenzó pasándoselo a alguien que sabía que tenía un buen control del maná, y dejó que ellos eligieran a quién pasárselo después.
Como se anticipó, la mayoría de las personas en la cabina de pasajeros eran adeptas en el control del maná. Una vez que comprendieron cómo atrapar y liberar el maná, este juego fue pan comido para ellos.
Jonathan y Violeta, con cada interacción juguetona con el orbe, demostraban un nivel de control que estaba a la par con Alex y Kary. Alex podía sentir su potencial, sabiendo que con el tiempo, el de ellos superaría ampliamente al suyo, un testamento a su crecimiento y progresión en el control del maná.