—En el primer golpe que ambos hicieron, derribando a un kobold con un solo golpe casi simultáneamente, sintieron la extraña sensación que venía con el ataque, como golpear agua.
Alex esperó a que otro kobold se le acercara, y en lugar de derribarlo, levantó su mano para atrapar la tosca hoja del kobold.
Instantáneamente, un agudo dolor pulsó en su mano mientras la sangre goteaba por la hoja atrapada. Pero cuando Alex lo derribó, con ira en sus ojos, lo sintió de nuevo.
Como si cortara a través de un objeto líquido, su espada disminuía de velocidad al contacto y se sentía como si estuviese empujándose lentamente a través del agua. Y esta vez, estuvo acompañado por la misma sensación en su mano mientras la hoja la atravesaba, cayendo al suelo delante de él con un sonido casi sordo.
Observó su mano, con la herida en su palma ya cerrándose por sí sola, y no podía entender cómo algo que parecía y sonaba tan inmaterial había causado un daño real.