—Al frente del avión, los tres hombres estaban revisando los pasaportes de todos como si buscaran a un criminal, apartando a Liu Yan de los demás como si pudiera contagiarles la peste.
Cuando llegaron a Rì-Chū, el hombre que miraba su pasaporte se giró hacia su colega más cercano, mostrándole el pasaporte chino.
—Este también es nativo. ¿Deberíamos moverlo con el otro? —preguntó en chino.
Rì-Chū miró al hombre, abriendo los ojos de par en par.
—Todavía no vuelvo a casa, señor. Solo Liu Yan —respondió él, tratando de explicar su situación.
El hombre lo miró, observando la edad en el pasaporte, y resopló.
—Ve con el otro. No eres adulto y no puedes elegir —le ordenó a Rì-Chū.
Pero cuando vio que el joven no se movía de su lugar, intentó agarrarlo del codo para arrastrarlo aparte, y de inmediato se armó la gorda.