Cuando la sangre llama

—¡Sabina, no! ¡Vuelve! —gritó Silvia desde atrás, su voz llena de preocupación mientras se apresuraba a seguirla. Podía ver la angustia que impulsaba el ataque imprudente de Sabina, y eso la aterrorizaba—. ¡Por favor! ¡No es seguro!

Sabina no la escuchó o simplemente no le importó. Su vestido manchado de sangre se ondeaba mientras se lanzaba al grueso de la horda draconiana.

—¡Malditos bastardos! —escupió, su cadena se lanzó hacia adelante y se enroscó alrededor del cuello de un draconiano. Con un tirón fuerte, el cuerpo del soldado se desplomó al suelo, sin vida. El maná oscuro de Sabina surgió, animando el cadáver y enviándolo tambaleante hacia adelante para luchar contra sus antiguos aliados.

—¡Sabina! ¡Detente! ¡Vas a matarte! —La voz suave pero aterrada de Silvia gritó mientras perseguía a su compañera. Su delicada mano sujetaba su bastón rojo oscuro firmemente, sus ojos grandes se movían entre los draconianos que se arremolinaban y el asalto imprudente de Sabina.