Un Inmortal No Muerto

Asher y Rebeca avanzaban a través de las arenas abrasadas, los vientos del desierto azotándolos como susurros fantasmales de un mundo muerto.

Las ondas de calor distorsionaban el aire, haciendo que la enorme tienda de campaña adelante temblara en la distancia como un espejismo.

Pero en el momento en que se acercaron, una imponente figura armada se plantó en la entrada: su marco imponente inmóvil, como un centinela eterno.

Rebeca separó sus labios en sorpresa al ver aquí a la Erradicadora.

Asher apenas tuvo tiempo de decir algo antes de que Valeria diera un paso adelante, su forma exudando una quietud inquietante, sus manos enguantadas descansando ligeramente sobre la empuñadura de su espada. La tensión en el aire se enroscaba como una bestia preparándose para atacar.

Entonces, con una voz fría y sin emociones, preguntó:

—¿Quieres que me deshaga de ella? —preguntó Valeria.