Redención

Kaizen se apartó de Gieneno, la mirada que una vez ardió con indignación ahora reemplazada por algo más profundo, una especie de contemplación sombría.

El peso de la revelación de Gieneno, sus justificaciones, y la estructura rígida que separaba a los Evolucionados de los mortales parecía sofocar el aire a su alrededor. El viento que barría el campo de batalla llevaba consigo el olor de la tierra quemada y el eco distante de las lamentaciones de aquellos que no habían sobrevivido.

El mundo a su alrededor, una vez vivo con la vida y energía de los combatientes, ahora estaba en silencio. Los árboles, antes altos e imponentes, habían sido reducidos a escombros carbonizados.