Yan, El Nigromante (Parte 1)

—Por supuesto que lo soy —respondió Yan, sus ojos plateados enfocados en Kaizen con una intensidad perturbadora—. Y esa es exactamente la razón por la que no me uniré a ti.

Kaizen permaneció en silencio por un momento, absorbiendo las palabras de Yan. Sintió el peso de esta negativa, no solo en sus palabras, sino en la forma en que Yan se posicionó, en la calma casi perturbadora que emanaba de él. Alaric, por su parte, permanecía atento, pero no pudo evitar la ligera tensión que se formó en sus hombros. El rechazo de Yan era previsible, pero aun así desconcertante.

La niebla a su alrededor parecía espesarse, como si reaccionara a la negativa de Yan, casi convirtiéndose en una entidad propia, acechando como una criatura hambrienta en busca de su presa. Kaizen sintió una ligera presión en sus oídos, como si el pantano estuviera susurrando, intentando invadir sus pensamientos.