Cassandra se encontraba en un dilema. Este pequeño frente a ella era una mutación absurda y sería extremadamente valiosa para ella si estuviera cerca del reino del Señor Dao. Pero no lo estaba, e incluso su supresión dependía de usar la ayuda del templo.
No podía permitir que corriera libre y no podía usarlo ella misma, y como estaba atrapada en el templo, tampoco podía venderlo. Tal vez podría usarlo en su trato con el Posadero, pero eso aún estaba por verse.
—Duerme —dijo, su voz llena de ecos de poder. La figura intentó resistir, pero finalmente no pudo. El templo era especial de esa manera. El hecho de que se usara para entrenar humanos era una fachada. Su verdadero valor provenía del hecho de que era esencialmente un reino autocontenido controlable, con todas sus leyes al capricho de su controlador.