Estúpido, beligerante desconocido

El acólito despertó cubierto de sudores fríos, su mente revoloteando con los recuerdos de lo que acababa de soñar, intentando aferrarse a ellos mientras se le escapaban de la memoria. Vio una espada, mortal más allá de toda medida. Vio a un rey dragón que no era un dragón. Vio una guerra entre mundos - no entre razas que vivían en esos mundos, sino entre dos mundos reales en sí mismos. Vio una lluvia de rayos. Vio caos y confusión. Vio cosas que no podía entender, y vio cosas que no podría haber imaginado, y en medio de todo, vio una taberna de madera que proporcionaba un excelente servicio de habitaciones.

Por algunos momentos, el acólito intentó recordar qué conectaba todos estos destellos en sus sueños, pero los pensamientos se le escaparon de la mente. No pudo recordar.

El acólito suspiró, y luego se apartó del cálido abrazo de su manta. Quería lavarse, ya que todo su cuerpo estaba pegajoso de sudor. Pero solo dio unos pocos pasos antes de detenerse, y algo llamó su atención.