Narrador POV
El aire pesado en la cámara débilmente iluminada estaba lleno de tensión mientras el padre de Kragen, Verrian, caminaba inquietamente. Sus pasos resonaban contra las paredes de piedra, su mente turbada por una tormenta de pensamientos que no podía sacudirse. Había pasado casi una semana desde que había visto a la Diosa Luna en persona, y sin embargo, su presencia ahora hacía poco para consolarlo. En cambio, le recordaba cuánto había fallado: fallado a su esposa, fallado a Kragen y, al final, fallado a sí mismo.
El cabello oscuro de Verrian caía sobre sus ojos mientras se detenía abruptamente, su mandíbula tensa, los puños cerrados. Se volvió para enfrentar a la Diosa Luna, quien permanecía inmóvil como una estatua junto a las llamas parpadeantes del hogar. Su forma etérea titilaba débilmente en la luz, sus ojos eran pozos oscuros de sabiduría y tristeza. Pero también había un frío allí, una distancia que siempre había inquietado a Verrian.