INTRUSO EN EL VALLE DE ARENA

María tuvo la mala suerte de que Bale no le había dicho dónde estaba su dormitorio.

Así que tuvo que preguntar.

Ya era lo suficientemente humillante ahora tener que preguntar a sus propias criadas.

Después de intentarlo varias veces y descartarlo.

Finalmente se enteró.

No quería ir, pero la amenaza de Bale había sido tan abierta y ella estaba aterrorizada.

Sabía que él iba a ejecutarla y se había negado a decirle quién era Red para él.

Suspiró mientras se paraba frente a la puerta del dormitorio.

No era tan grandioso como el primero, gracias a la Diosa.

Pero aún así sabía que no era como los cuartos de una sirvienta común.

Suspiró y casi tocó la puerta cuando se detuvo.

La estaban obligando a disculparse, no a comportarse bien.

Se sacudió el pelo sobre los hombros y empujó la puerta con rudeza.

Red se levantó de un salto y María entró.

Red, que parecía vestirse a toda prisa, se envolvió en una bata.