—Pérdoname, Xaden —dijo Uther—. Realmente no tenía idea de que tenías compañía. No habría entrado.
—Está bien —asintió Xaden mientras cruzaba los brazos—. ¿Cuál es el problema?
Uther se encogió de hombros. —No es nada tan serio. Solo algunos asuntos que surgieron después de que te fuiste. No son de mucha importancia, pero quería darte una percepción anticipada especialmente porque una vez viví aquí y sabía cómo tu difunto padre, que la diosa descanse su alma, gobernaba.
A Jazmín no le gustaba su tío Uther.
Desde el momento en que lo conoció, no confió en él y era muy raro en ella juzgar un libro por su portada.
Y no era solo porque había venido con la primera compañera de Xaden.
¿Dónde habían estado cuando su familia fue masacrada?
¿Por qué habían aparecido convenientemente en la manada?
Ella no creía su historia de que habían estado escondiéndose y esperando a ser llamados.
Él era como todos los hombres que había llegado a ver.