Las Hojas Bailarinas

Gastone observó las hojas bailando desde sus ramas mientras la luz del sol golpeaba sus ojos. —¡Qué hermoso paisaje! —susurró, sonriendo suavemente.

Había pasado una semana desde que Gastone se quedó en el reino de los Hombre Lobo y no hizo nada más que postergar. Las plantas a las que cuidaba finalmente habían florecido con sus coloridas flores.

Sin embargo, no importa cuán pacífico se sintiera Gastone, nunca estaba tranquilo. Su mente seguía pensando en Lucía y en lo que le estaría pasando en ese momento.

—Lucía —susurró Gastone inconscientemente. Al principio estaba sin emoción, pero se dio cuenta de lo que había dicho. Se sentó y miró sus manos, recordando cuando tocaba las mejillas de Lucía. —¡Ugh! ¿Por qué estoy pensando en ella?

—Tal vez aún la quieres —dijo una voz cercana.

Gastone inmediatamente miró hacia un lado y vio a Rosina. —Tú…

—¿Te sorprendí? —Rosina sonrió. Se sentó al lado de Gastone y también miró el árbol. —Este lugar siempre me trae paz, ¿no crees?