Él avanza con calma, como si la lucha fuera un rito, una danza más que un duelo. Yo, en cambio, me muevo rápido, buscando los ángulos, los puntos ciegos. Me deslizo a su izquierda y arremeto con un tajo, buscando su muslo. Pero su espada se interpone con facilidad, desviando el golpe con una sola mano.
—Demasiado impaciente —gruñe Argus.
Su contraataque es rápido. La espada bastarda silba en el aire y apenas logro esquivar, sintiendo cómo el filo corta un mechón de mi cabello. Ruedo hacia un lado y me levanto de un salto, jadeando.
—Gran cuidado, ese idiota es más hábil de lo que parece.
En mi intento de responder a Hero, un sonido me alerta: el chasquido de una cuerda tensándose. ¡Ballestas! Giro justo a tiempo para ver a dos soldados a unos metros, alineando sus disparos. Maldición, de donde mierda viene.
El primer virote vuela hacia mí. Instintivamente me arrojo al suelo, sintiendo el zumbido mortal sobre mi cabeza. Apenas tengo tiempo de recuperarme antes de que el segundo proyectil sea disparado. En un destello de instinto, agarro una piedra y la lanzo con todas mis fuerzas. Impacta en la muñeca del arquero justo a tiempo, desviando su tiro, si no fuera por el mayus, en este momento estaría muerto, atravesado por virotes de acero incrustados en mi cuello y pecho.
No puedo distraerme. El anciano se me echa encima, obligándome a rodar otra vez. Su espada cae pesada, golpeando la piedra donde estuve hace un instante. Este hijo de perra no me dará espacio, pero tenia que reconocer que él es fuerte, pero yo soy rápido, mi juventud como el mayus, me dan la ventaja en eso, pero ¿por qué no logro alcanzarlo?
Aprovecho un segundo respiro y corro hacia uno de los ballesteros antes de que pueda recargar. Se tambalea, sorprendido por mi repentina embestida. Antes de que reaccione, le entierro la daga en la garganta. Un borbotón de sangre caliente baña mi mano cuando lo aparto y giro para enfrentar al otro.
Pero Creyback está sobre mí otra vez. Su espada desciende como el hacha de un verdugo. Me agacho y la hoja rasga mi hombro, un fuego ardiente recorriéndome el brazo. Aprieto los dientes, no hay tiempo para el dolor porque el otro ballestero retrocede, intentando recargar su arma. Con un grito y un poco más de mayus, pateo el cadáver de su compañero hacia él, haciéndolo trastabillar. Avanzo y entierro la daga en su costado metiendo mucha presión sobre él, y luego lo rajo de cintura al cuello. Suelta un grito ahogado y cae de rodillas.
Me desconcentro un segundo, un quejido de Hero, le habian cortado un poco el brazo. La mujer llamada Arisa, también estaba siendo un problema, todo este enfrentamiento me hacia dudar, como es que dos viejos entrados en edad, se movían tan bien.
Argus lanza un tajo descendente, apuntando a mi cabeza. Con un último esfuerzo, me arrojo a un lado y, en el mismo movimiento, clavo mi daga en su muñeca. Él ser ríe notando incluso hasta algo de orgullo en lo que acaba de hacer, miro al cuervo como si le digiera algo con la mirada.
Intento darme una patada, pero la esquive facilmente, sin dudar arremetí contra él, pero me golpeo en la cara, desde una posición imposible, el no ocupaba mayus, nada, de eso estaba seguro, entonces ¿Cómo era tan ágil este desgraciado?
-En tu rostro veo la pregunta en tu cara, déjame responderte a eso Venture, experiencia, algo de lo que careces, eres muy joven, te he visto hacer muchos movientes innecesarios, ocupas muchas fintas, usando casi todo tu cuerpo, te veo cansado y ya no eres tan rapido como al inicio, mi experiencia me a llevado, a moverme solo necesariamente en una pelea, algo que deberías aprender, si sales con vida por supuesto.
-Morrigan no te dijo que hablas mucho ¿Cierto?
El bufo simplemente y arremetió con un corte lateral, eso era fácil de esquivar, pero entendía sus palabras, apenas logre zafarme de ese ataque, el lo hizo de nuevo aprovechando mi cambio de posición, nuevamente si no fuera por el mayus, que lo incremente en mi pie para saltar estaría muerto.
Hero arremetía velozmente con Arisa, amabas luchaban par a par, la mujer de Argus, tuvo que haber sido alguien muy feroz en su juventud, no ambos lo eran, pero de Creyback, ya lo sabia, un amante de las batallas, un genio de estrategias, incluso sabia que me iba infiltrar y se preparo por ello, y si no me mato antes, fue probablemente porque Morrigan le pidió que se enfrentara conmigo, incluso en su pelea ocupo ballesteros, dos para tener ventaja.
Hero y Arisa, peleaban muy cerco del precipicio, a todo esto porque tenia una sala así, sin una pared que da al mar, este vio mucho juego de espadas, donde el enano quedaba encerrado en un calabazo de este estilo, que daba al mar, o morías de inanición, de hipotermia o te lanzabas por ahí.
-Hero ten cuidado, estas muy cerca de las orillas y estas haciendo piruetas.
No recibí respuesta alguna, tampoco la necesitaba, solo deje que mi preocupación hablara, miraba de reojo su combate, pero eso me costo caro, en ese momento el aprovecho de hacerme un corte en el pecho, que por suerte no me dio de lleno, porque dio un paso atrás, pero fue lo suficiente para hacerme preocuparme.
-Tú combate esta aqui muchacho, no allá.
Un telón de lo que parecía ser una muralla, se dejo caer y salieron dos ballesteros más, así que hacia se ocultaban sin que me percataba, jugaba con un simple camuflaje. Uno de los disparos fue hacia mi, lo que logre cortar en huelo con mi daga, pero lo otro fue lo que me altero, el ballestero apunto a Hero, no alcance ni a moverme, era tarde, porque tenia a Argus enfrente sonriendo como un desgraciado infeliz, pero justo cuando pense que no podría salvar a mi Hero, vi una sombra pasar por mi lado y con dos cortes con sus espadas mato al ballestero.
-¡¡Amelia!!
-Disculpa la demora Sir.
Argus se quedo petrificado al ver nuevamente a Roja, lo que aproveche para perforarle el estomago.
-Argus no...
El grito de Arisa quedo a medio pulmón, ella también se detuvo al ver a Roja, incluso sonrió, era inevitable ver que eran casi iguales, o al menos tenían un gran parecido, y Hero aprovecho el momento, le dio una patada en el pecho a Arisa, y ella cayo por el precipicio, miro a Roja y finalmente a Argus que justo la miro.
-Te amo. - Eso fue lo ultimo que se logro escuchar de Arisa, unas ultimas palabras dirigidas al Duque, quien dirigió la mirada hacia mi con una sonrisa y me golpeo un puñetazo en el ojo.
Ese golpe casi hizo que no pudiera ver nada, ahora era cuando más necesitaba tener dos, porque veía algo borroso por mi unico ojo.
-¿Muchacha eres buena con las espadas? -Pregunto Argus que estaba desangrándose a Amelia.
-Por su puesto anciano.
-Atácame.
Ella sin pensarlo le hizo caso, lo ataco con el colmillo de pernada, eso lo impresiono bastante, primero arremetió con un primer ataque potente que Argus esquivo, pero como dijo Willfes el jabali siempre ataca dos veces, y con su otra espada, dio un golpe incluso mucho mas potente que el anterior, la bloqueo con la espada, pero aun así le hizo una herida muy fea en la cara.
-El se rio casi con orgullo podría decir, no se que estaba pasando a estas alturas, pero ese desgraciado parecía feliz.
-Tú escudera creo que me dijiste antes, ¿no es así?
-Sí, Argus.
El sonrió, gracias por este maravilloso regalo.
No pudo preguntarle a que se refería, el otro ballestero que seguía con vida, estaba apuntando a Roja. Eso lo noto Argus también, y cuando iba a reaccionar para defenderla, Argus me dio la espalda y la salvo, matando al ballestero.
No quería hacer lo siguiente, pero no podía dejar pasar la oportunidad, se lo habia prometido a ellas dos, aproveche el momento y le enterré la daga por la espalda, justo por donde debería ir el corazón. Hero corrio hacia Argus, le enterró la daga en el estomago, y Roja, también lo perforo por e costado con su espada.
Argus dio un paso atrás cuando retiramos nuestras armas. La espada bastarda de él cae al suelo con un golpe seco. Nos quedamos allí, mirándolo, el dio un paso hacia Roja.
-Mi cardenal -dijo con una sonrisa.
Cayo al suelo, sus ojos se desviaron por un segundo.
-Morrigan, eres tú, supongo que este es el final.
Hero y Roja, la miraron como si estuviera diciendo incoherencia, pero yo también la veía, frente a Arugs.
-Aun así no despego sus ojos de Roja, se quedo mirándola, hasta que su ojos se apagaron con una sonrisa en su boca.
-Luchaste bien hasta el final, viejo lobo, ahora sígueme, mi cachorro.
Del cuerpo de Argus, en forma fantasmal emano un un lobo, Morrigan me miro, me felicito y desvaneciendo.