Fons, Ash, Residencia Harch - 4 de Octubre - Año 526
—Si hubiese sabido lo complicado que se me está haciendo convencer a Lee de que le permita a los guardaespaldas de tu familia trasladarse a Remia lo hubiese hecho sin preguntárselo, por Sun. —Rhys entró a la cocina entre quejas y fastidio.
—Que extraño tú quejándote, ya echaba de menos esta faceta estresada de mi esposo —bromeó Lara, mientras daba algunos sorbos a su taza de té.
Vlas y Leah también se encontraban en la mesa tomando el desayuno junto a ella, ambos soltaron unas risas luego del comentario de Lara.
—¿Cuál es el problema ahora? —preguntó Vlas, con curiosidad.
Rhys venía con el mismo problemas hacía meses en realidad. Luego de que Lara le dejara el mando de su clan y de la empresa a su tío, Vince, Rhys comenzó a trazar un plan que involucraba la participación del ejército privado que pertenecía al clan Harch. Aquel que Thomas fundó más de veinte años atrás. No era una organización que poseyera demasiados miembros, estos apenas eran cien, y estaban instruidos en el uso de la Energía del Alma.
El conflicto recaía en que al ser un grupo paramilitar, el gobierno no podía intervenir en sus acciones, sin embargo, al ser propiedad de un clan afiliado al Reino de Fons, sus misiones dependían de la autorización del rey, aquella que Rhys se encontraba buscando arduamente.
—Lo mismo de siempre, no quiere problemas con el Reino de Remia, que una organización con sede en su territorio invada una nación vecina puede catalogarse como declaración de guerra, eso influye mucho en la diplomacia de ambos reinos, y si a Remia, o mejor dicho, a Rygal, se le da la gana, puede usar esa excusa para organizar un ataque a Fons, desatando un nueva guerra, de dimensiones continentales, ¿Y por qué no? Mundiales —explicó Rhys, luego de tomar asiento en la silla al lado de su esposa.
—No entiendo tu esmero en que sea el ejército del clan Harch el que deba ser tu respaldo en tu llegada a Remia, ¿Por qué no una organización similar en Remia, o el ejército mismo? —Vlas volvió a preguntar.
—Todos los grupos de poder de Remia están bajo la influencia y el respaldo de Rygal, es imposible pretender llegar a Remia y tener a mi lado el apoyo de una de esas organizaciones, todas estarían del lado de Rygal, ni hablar del ejército, al ser el Primer Ministro, Rygal es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Remianas, es la máxima autoridad militar del país, conspirar en su contra es un acto de traición al reino, y se paga con la vida... Nadie querrá morir por mí, después de todo, tengo las de perder —expresó Rhys.
—Si quieres puedo hablar con Lee, después de todo, soy la líder oficial de mi clan, si tiene mi palabra de que esto no se va a salir de control podría dar el brazo el torcer —propuso Lara.
—No lo creo, ¿Qué más palabra que la mía? Sabe que puedo encargarme de eso, y más, serían sólo unas semanas en realidad, ellos ni siquiera tendrían jurisdicción para actuar dentro en territorio remiano, irían bajo mi mando como apoyo, por si las cosas se salen de control, luego de un tiempo en Remia recuperaría mi poder y podría prescindir de sus servicios —explicó Rhys, su mirada se encontraba concentrada en el documento que había dejado sobre la mesa, ni siquiera se había percatado que su desayuno se encontraba frente a él.
—Ya veo, ¿Y qué es eso? —preguntó Lara, sacudiendo la hoja, en un intento de captar la atención de su esposo.
—El contrato. —Rhys se lo deslizó por la mesa—. Vince tiene que firmarlo.
—¿Tanto dinero? —preguntó Lara, sorprendida por la cifra que Rhys pretendía ofrecerle al ejército de su clan.
—No es mucho, ¿O sí? —Rhys le preguntó, en cierto tono de consulta.
—Soy empresaria, Rhys, no comandante de un ejército, aun así, sé que la guerra es un negocio, y soy buena en los negocios, por eso puedo asegurar que esa cantidad de dinero es una exageración para cualquier ámbito, yo ni siquiera compraría una empresa de seguridad a ese valor, y también sé quiénes han contratado al ejército de mi clan, sé cuánto dinero han ofrecido por sus servicios, y ninguna oferta se asemeja a la tuya —respondió Lara.
—Lara, ninguna oferta se trataba de invadir una potencia mundial prácticamente con todo en contra, muchas personas arriesgarán su vida por llevar a cabo el plan, es un misión suicida para cualquiera que no tenga mi poder, ¿Me entiendes? Quiero asegurarme de que valdrá la pena, sé que no hay ninguna cantidad de dinero que siquiera se asemeje al valor de la vida... Pero es eso, o morir en vano —aseguró Rhys.
—Okey, creo que la charla de la mañana se desvirtuó un poco —intervino Leah, ya un poco comenzando a preocuparse por el camino que estaba tomando la discusión. Cuando se empezaba a hablar de muerte no podía evitar estremecerse—. Sé que últimamente no hablamos de otra cosa que no sea política, pero ya cuando la política se convierte en guerra y la guerra en muerte es cuando no quiero saber más nada.
—Lo siento, cariño, tienes razón, nos fuimos un poco de tema —dijo Rhys, soltando una ligera risa—. ¿Y si mejor me cuentan cómo les está yendo? —preguntó, volcando su atención hacia el lado de Leah y Vlas.
—Hmm... No lo sé. —Leah miró a Vlas, él hizo el mismo gesto de desconocimiento que ella al alzar sus hombros—. Nada interesante, sólo estudiar y estudiar... Aunque el otro día tuvimos una cita —comentó.
—¿Una cita? —Lara preguntó, curiosa.
—Fuimos al acuario, no sabía que a Leah le gustaba la vida marina, ella fue la que lo propuso —contó Vlas.
—Cierto, íbamos mucho cuando eras pequeña, lo había pasado por alto —recordó Lara.
—Sí, fue bonito, me divertí mucho, luego de eso tuvimos una cena romántica, o algo por el estilo —Leah rio.
—¿Sí? Vaya Vlas, eres un romántico empedernido —bromeó Lara, entre risas.
—Se supone que era un restaurante cualquiera, pero cuando entramos nos dimos cuenta al instante que era uno demasiado elegante, y nosotros estábamos vestidos para el acuario, fue muy hilarante cómo Leah se las arregló para convencer a la mesera de que teníamos una reserva —contó Vlas.
—Espera, ¿Cómo consiguieron una reserva sin tenerla? —preguntó Rhys.
—Oh, usamos tu tarjeta de crédito —reveló Leah—. Vlas todavía la tiene luego de que tú se la dieras en mi cumpleaños para que me sacara de la casa.
—Por Sun, así que fue culpa de ustedes que Lara se enojara conmigo ya que pensó que estaba saliendo con otra mujer luego de ver esa notificación en el recibo de mi tarjeta —rezongó Rhys, dirigiendo su mirada a Lara—. Y tú, te dije que no era así —le reclamó a su esposa.
—Oh, ¿En serio? —Lara preguntó, sorprendida—. Aunque luego saque algunas cuentas y me percaté de que ese día lo habías pasado conmigo, ¿Por qué sigues molesto por eso? Si te perdoné.
—Espera, ¿Se pelearon por eso? ¡No puede ser! —Leah estalló en carcajadas.
—Casi duermo en el sofá de la sala ese día, no es para reírse. —Rhys se cruzó de brazos, molesto.
—Tranquilo Rhys, no la volveremos a usar sin tu permiso —dijo Vlas, todavía risueño—. Toma, para que te ahorres los problemas que te podríamos causar si la seguimos usando —agregó, devolviéndole la tarjeta a su hermano.
—Por cierto, gastaron cerca de dos mil Exs esa vez, y desde que la tienen han superado los veinte mil Exs, ¿Creen que no me he fijado en eso? —preguntó Rhys, mientras guardaba su tarjeta en la cartera.
—¿Nos lo vas a cobrar, en serio? —preguntó Vlas, incrédulo.
—No... O no por ahora, aun así, creo que podrías pagármelo de una mejor forma —respondió Rhys, esbozando una sagaz sonrisa.
—Espera... —Vlas se reclinó en la silla hasta tocar su respaldo—. Conozco esa sonrisa, y no... No voy a entrenar contigo, el otro día casi me rompes un brazo, ¡Estás loco! —se negó rotundamente.
—¿En serio? ¿Y ni siquiera te lo rompió? Qué llorón —dijo Leah, con cierto tono de desdén.
—¿Eh? ¿Crees que no es mucho? Un entrenamiento no puede concluir con huesos rotos, es una locura que siquiera lo vean como algo normal —dijo Vlas, entre quejas—. Tú le has lavado el cerebro a todos. —Señaló a su hermano.
—Deja de llorar, por Sun, ya lo dijo Leah, ni siquiera te lo rompí, si vas a llorar por cada hueso roto que tengas entonces nunca llegarás a un nivel competente en tu uso del Scire. —Rhys le quitó importancia a las quejas de su hermano.
—Rhys, a pesar de eso, deberías ser un poco más suave con Vlas, ¿No crees? Tampoco es tan necesario que lo lleves hasta ese límite, no controla su energía hasta el nivel de poder evitar que un golpe promedio reforzado con energía rompa sus huesos —dijo Lara, un poco preocupada.
—Admiro que la única persona sensata en esta casa sea Lara... Gracias por eso, Lara, por cierto —agradeció Vlas, entre suspiros.
—Por nada, Vlas... Además de eso, debemos recordar que tú sigues asistiendo al colegio, no puedes ir repleto de heridas, mucho menos algunas que pueden tardar días en curarse, lo último que quiero es recibir una denuncia por violencia doméstica de parte de la Junta Escolar —comentó Lara. Sus palabras saltaron las alarmas de Rhys, quien rápidamente le lanzó una mirada—. ¿Qué pasa? ¿No me crees? —le preguntó, luego de notar su reacción.
—¿Pueden hacer eso? —preguntó Rhys, sorprendido.
—Sí, si ven que el estudiante tiene indicios de violencia en su cuerpo levantarán una aviso desde dirección y esto puede desembocar en una denuncia hacia las autoridades... ¿Sabes lo complicado que sería enfrentar un juicio de ese estilo? Es mucho más delicado que cualquier otra cosa, después de todo, Vlas sigue siendo un menor de edad a los ojos de la ley —Lara explicó.
—Esperen, pero yo jamás levantaría una denuncia por violencia doméstica, es incluso estúpido —dijo Vlas, convencido.
—No es necesario que lo hagas tú, lo harían ellos mismos, pero no creo que suceda en tu caso, les encanta guardar las apariencias, y no les convendría llegar tan lejos contra alguien tan influyente en el reino como lo es nuestra familia, probablemente sólo levanten el aviso y de ahí nos llamarán a una audiencia privada para aclarar las cosas y llegar a un trato si es que realmente la violencia esté ocurriendo —aclaró Lara.
—Carajo, qué problema... Debí dejar que volvieras al colegio luego de que terminaras tu entrenamiento, ahora cabe la posibilidad de que me denuncien por maltrato infantil. —Rhys resopló luego de lanzarse hacia atrás en su silla.
—No tendría mucho sentido, Rhys, luego de que termine mi entrenamiento deberemos volver a Remia, ¿Cierto? —recordó Vlas.
—Hmm... Cierto, lo había olvidado. —Rhys se acomodó de nuevo en su asiento—. Aun así, falta tiempo para eso, Isla no ha nacido, y esa es mi principal preocupación ahora mismo —declaró, dirigiendo su mirada hacia su esposa. Ella le regaló una sonrisa.
—¿Estás emocionado por eso, papá? —preguntó Leah, notando como los ojos de Rhys brillaron luego de mencionar lo del nacimiento de la bebé.
—Claro que lo estoy. —Rhys sonrió—. Nunca en mi vida había estado tan ansioso y emocionado por algo, y cada vez falta menos... Este es el octavo mes, ¿Cierto, cariño? —preguntó, tomando la mano de Lara que se encontraba sobre la mesa.
—Así es, el médico me dijo que puede que suceda entre la primera y segunda semana de noviembre, no lo sé, falta cada vez menos, yo también estoy bastante ansiosa —declaró Lara, algo emocionada, mientras acariciaba su barriga con la mano que no estaba sosteniendo la de Rhys.
—Isla será la luz de la casa, yo también estoy emocionado por conocer a mi sobrina, no sé si luego tendrán más, pero estoy seguro que ella será mi favorita —aseguró Vlas.
—Por tu culpa me terminará viendo como su tía también —declaró Leah, algo desilusionada—. ¿Cuándo nos casemos tomarás el título de su hermano o seguirás como su tío?
—Leah, ¿Qué dices? Siempre seré su tío —respondió Vlas, entre risas.
—Y tú siempre serás su hermana, cariño, tal vez al principio será un poco complicado, pero a medida que crezca podrá comprender mejor lo que ambos son para ella —dijo Lara, calmando las preocupaciones de su hija.
—Además lanzaste la idea del casamiento de la nada, ¿Se van a casar? —preguntó Rhys, con curiosidad.
—Hemos hablado de eso algunas veces, nada serio en realidad... Tal vez podamos tener esa conversación cuando cumpla los dieciocho, no lo sé, un poco más tarde quizás —respondió Vlas, casualmente, alzando sus hombros.
—¿Qué? —Rhys miró a Lara, anonadado. Ella tenía el mismo rostro.
—Esperen... ¿En serio han hablado de casarse? ¿No es un poco prematuro? —preguntó Lara.
—Nosotros creemos que es sólo un ritual simbólico en realidad, pensábamos que podríamos hacerlo por iglesia y ni siquiera somos creyentes, pero nos serviría mucho ya que si nos casamos podríamos irnos a vivir juntos a otro lugar... Yo quiero terminar mi carrera, Vlas probablemente también comience una por sí mismo, creo que nos entenderíamos bien conviviendo, además, a lo mejor más adelante podríamos pensar en tener una familia, un bebé... O algo así, como ustedes. —Leah escondió su boca detrás de sus manos a medida que hablaba, mientras lentamente iba inclinándose más hacia el lugar de Vlas. Hablar con sus padres sobre sus planes a futuro no era complicado, ella sabía que podía contarles lo que fuera que ellos la entenderían, pero hacerlo al lado de Vlas le daba algo más de confianza.
Lara miró fijamente a su hija, todo lo que ella estaba diciendo era, más que inaudito, sorpresivo, pero podía comprenderla. No hacía mucho tiempo que ella había comenzado a tener esas ideas, tal vez fue luego de formalizar su relación con Vlas. Si había algo que siempre le venía a la mente sobre su hija cuando tocaban temas parecidos era el recuerdo de cuando ella le hizo saber ese deseo de tener una familia, no sabía por qué, pero ella siempre insistía con lo mismo, decía que le tenía miedo a la soledad, que jamás quisiera sentirse sola de nuevo. Probablemente se debía a todo lo que pasó de niña luego de la muerte de sus padres, a lo difícil que fue acostumbrarse a su nueva vida junto a ellos, y de todo el cariño que recibió de parte de ellos, un cariño que terminó convirtiéndose en su lugar seguro en el mundo.
Ella sabía que Leah no era su hija biológica, lo supo desde el primer momento, pero la trato como si lo fuera, toda su vida. La defendió frente a cualquier persona que le recordara su origen y si fuera por ella incluso hubiese sido capaz de identificarla con su apellido, sin embargo eso siempre fue decisión de Leah, y la chica no quería dejar atrás lo que sus padres le habían dejado, por lo que mantuvo su apellido. A pesar de eso, Leah era su hija, siempre lo iba a ser, esa niña que conoció años atrás se había convertido en una mujer frente a sus ojos y el orgullo que eso le causaba sólo podía ser explicado bajo la visión del amor que le tenía. Ella no sólo se sentía su madre, ella era su madre, Leah le enseñó a ser madre y eso era invaluable. Tal vez por eso sentía ese miedo casi inconsciente e inexplicable que la preocupaba en cuanto a su futuro, a pesar de que fuera lo que su hija deseaba, ¿Qué tan seguro era dejarla caminar sola hasta ese propósito? Nunca sabría lo complicado que podría ser ese camino, las veces que ella podría sufrir, o salir dañada, no quería eso para su hija, por muy necesario que eso fuera en la vida... Y por muy inevitable que fuera, incluso para ella, aunque fuera su madre, siempre algo se le terminaría escapando de las manos, y nunca tendría la solución a todo.
Su hija seguiría creciendo, y junto a eso, cientos de sueños más que nacerían en base a su propio camino. Ella sólo tendría que mirarla de lejos mientras avanzaba hacia ese destino, entre tropiezos y aciertos, o entre lágrimas y sonrisas... En algún momento tendría que dejar atrás a esa niña que tanto le significó en el pasado, y cada día significaría un instante más que pasaría a formar parte de sus recuerdos, y por mucho que quisiera vivir de lo que sucedió en ellos, muchas personas aseguraban que nada era para siempre, pero ella sabía que esos momentos que fueron muy importantes para ambas seguirían ahí siempre, perdurarían en sus mentes por la eternidad... Eso tal vez era la excepción a la regla... Eso tal vez sí era para siempre... Eso, y el amor.
Leah era una chica muy pasional, y entre tantas pasiones y sueños que poseía, el amor era uno de ellos, principalmente, el amor que sentía por Vlas. Ella amaba a Vlas como Vlas la amaba a ella, veía en ambos ese brillo en sus ojos cuando ambos se miraban en silencio, sabía que ese amor era real. Por mucho que hubiese pensado en el pasado que no podría soltar a su hija jamás... Si el motivo por el cual ella se iba a de su lado iba a ser ese amor que le profesaba al chico que sentía exactamente lo mismo por ella, podía aceptar dejarla ir, porque si eso era la felicidad de su hija, no podría permitirse jamás impedírselo. Porque ella también la amaba, y el acto de amor más grande que alguien que existía era dejar ir, por muy doloroso que fuera.
Confiaba en Leah. Confiaba en que esos sueños, que esos sentimientos, eran la puerta de entrada al mundo que ella misma quería vivir y experimentar. Porque sabía todo lo que Leah era, conocía su fortaleza y su nobleza. Conocía su deseo de formar una familia, su deseo de amar y ser amada con intensidad. Y si elegía amar a Vlas, si deseaba formar una vida junto a él, entonces no tenía derecho a negárselo. Leah era todo lo que ella soñó que fuera cuando era una niña: Libre, segura de sí misma y valiente en cuanto a lo que sentía. Y en ese reflejo que otorgaba lo mucho que había crecido, se vio a ella, vio toda la crianza que le había otorgado, esos valores que le enseñó con miedo a que Leah nos los entendiera, o a esas actitudes demasiados protectoras que significaban miedos sin resolver. En lo que Leah soñaba vio también el sentido de su vida y el anhelo de su felicidad... Por eso confiaba en ella, por eso, detrás de todo lo que veía en sus ojos cuando sonreía expresando su amor... Lara supo que debía dejar de tener miedo. Porque a Leah jamás la iba a perder.
—Cariño... Qué lindo que digas todo eso, es admirable que pienses de esa manera, sin embargo, el futuro es impredecible, y hay cosas que todavía hay que resolver para siquiera pensar en seguir adelante sin preocupaciones. —Lara dirigió su mirada a Vlas que de la misma manera la miraba con cierta curiosidad. Él sabía que ella se iba a referir a él, por eso espero que siguiera—. Vlas, tienes en mente ayudar a Rhys, ¿Cierto? En su regreso a Remia... ¿Todo eso no... Pospondría cualquier tipo de plan que tengas a futuro? —preguntó.
—Sí, por eso lo dije... No es algo que hemos hablado con total seriedad, hay muchas cosas de las cuales debo encargarme, y por más que tres de las personas que más amo en este mundo se encuentren en esta mesa —paró. Dirigió su mirada a Leah quien tenía en su rostro una sonrisa dibujada, en ese momento supo que lo que estaba por decir era lo correcto—. Hay otras personas que amo de la misma manera a las cuales le prometí que volvería... —dijo, en ese momento, su mente recordó a Kora.
Hacía mucho tiempo no la recordaba, desde ese día en el cual fue al cementerio en el aniversario de la muerte de Zenda en realidad. Pero sabía que pensar en eso a cada instante no era bueno para su mente, él volvería lo más pronto posible a Remia, y tal como se lo había prometido esa tarde en la playa cuando se despidió de ella: «Volveré por ti... Mi Kora». Esas palabras se harían realidad, por eso, debería estar tranquilo.
—Como a Kora —Rhys dijo, de la nada.
Vlas dirigió su mirada perpleja a su hermano, quien terminó por esbozar una sonrisa cuando sus ojos se cruzaron con los suyos.
—Kora... —Leah musitó—. ¿Le prometiste que volverías? Nunca me habías dicho algo por el estilo.
—Lo que pasa es que... No me gusta hablar mucho de eso —Vlas explicó, su mirada no se quitó del rostro de su hermano. Él se notaba extrañamente satisfecho.
—¿Por qué? Después de todo, esa promesa es el motivo por el que comenzaste a entrenar para mejorar el uso de tu Scire... Su recuerdo te mantuvo en vilo noches enteras, y lo recuerdo a la perfección, recuerdo el momento exacto en el cual te libraste de ese peso, fue luego de dejar en claro que ese era tu propósito principal... ¿Por qué no querer hablar de lo único que quieres hablar? Valga la redundancia —Rhys inquirió, notó la mirada de su hermano profundizándose más en él en cada palabra. Sabía lo que estaba haciendo, y no iba a parar hasta llegar a la verdadera razón de todo.
—Rhys, Vlas no quiere hablar de eso, ¿No crees que es mejor dejar esto por aquí? —Lara intentó concluir con la conversación. Había notado las miradas de ambos en ese largo intercambio que tuvieron entre preguntas.
—Tengo miedo —Vlas declaró, bajando su mirada. Era suficiente creer que nadie comprendería sus sentimientos, tampoco eran tan complicados, después de todo, de eso se basó cada acción suya en más de un año. Siempre estuvo impulsado por el miedo, y no es que le avergonzara sentir eso, sólo... Le agobiaba—. Tengo miedo de no poder cumplir esa promesa, a pesar de mi poder y de que sea lo único que tenga en mente desde que me fui de Remia... He ignorado ese momento por meses, sólo quería evitarlo, mi mente no está preparada todavía para asumir las consecuencias... No quiero fallar... Es sólo eso... Ya rompí una promesa, la única promesa que jamás hubiese querido romper, y no pude hacer nada... No puedo romper otra promesa, no cuando se trata de Kora, hacerla sufrir injustamente es lo último que pasará por mi mente.
—Sí, lo suponía —dijo Rhys, suspiró luego de lanzarse hacia atrás en su asiento—. Yo también tengo algo de miedo, hay cosas en Remia que dejé sin concluir, y que, si soy totalmente sincero, me aterran en demasía —se sinceró.
Demian acaparaba la mayor parte de ese miedo, ya habían pasado meses desde que se había enterado del verdadero destino de su hermano, y a pesar de que al principio eso lo tuvo aturdido por semanas, con el tiempo dejó de preocuparse tanto. Supo que diez años de lucha significaron nada en ese sentido, pero no sólo era el recuerdo de Demian lo que lo motivó tanto tiempo, lo supo con cada nueva sensación que dejaba en su cuerpo el deseo de ser padre, su relación con Lara y como crecía la de su hermano con Leah, las visitas a su madre que le daban cierta tranquilidad, la seguridad de su propio poder y le inseguridad del futuro, todo eso era algo más allá que sólo pensar en Demian como motivo para seguir adelante. Obvio quería verlo, quería verlo a la cara y asegurarse de que Rygal no le había mentido, de nuevo; quería asegurarse que eso no le terminaría afectando cuando tuviera que dar cierre a ese ciclo de tragedia que había rondado por su familia tanto tiempo. Y Demian no era el motivo de ese deseo.
Tardó mucho en darse cuenta, tardó mucho en comprender que ese reflejo que su alma traía cuando necesitaba creer en sí mismo no era el verdadero Demian, sino que era su propio instinto que lo representaba a través de una ilusión, que él creía real, pero que no era así. La muerte de Demian lo destruyó en el pasado, pero, si se ponía a pensar, eso en realidad trajo lo peor de sí mismo, fue superarla lo que lo hizo renacer, fue la ayuda de Lara y de Thomas, el deseo de proteger lo que quería preservar en el futuro, el amor que sentía por Lara y por su familia, por su hermano y su madre, por las personas que seguían ahí, que formaban parte de su realidad.
Demian fue una persona importante en su vida, tal vez, la más importante antes de conocer a Lara y formar su familia con ella, pero como siempre supo, él no seguía sus propios consejos, y con el tiempo, se aferró al recuerdo de la muerte de Demian de una manera no sana. Eso fue lo que lo mantuvo con tanto odio en su mente por años, haber creído que su padre había matado a su hermano consumía su mente, él sabía que no importaba de qué manera acababa con su padre, iba a ser una venganza de todas manera. Pero que su hermano estuviera vivo no convertía su plan de volver a Remia en una venganza, y todo lo que creía como una consecuencia no sería eso y todo se tendría que trasladar al presente, a unas consecuencias inciertas... Tal vez, por eso su miedo. Por no saber qué pasaría luego, ¿Qué sería de él? De todos.
—¿Miedo? —Lara lo miró confundida—. ¿Tú... De todos nosotros? ¿Por qué?
Rhys se mantuvo en silencio luego de la pregunta de Lara. Su mirada estaba posada sobre la taza de café que tenía entre manos, apreciaba con atención cómo se movía el líquido dentro mientras deslizaba su dedo por el borde. En ese momento por su mente pasó esa idea extraña, más que extraña, tal vez no tan adecuada para ese momento, sin embargo, sabía que si no lo decía en ese instante donde ya había sido capaz de abrirse ante su familia no lo iba a decir jamás, y eso podría llegar a traerles problemas en el futuro... Principalmente con Vlas.
Alzó su mirada seria, su vista fue acaparada por el rostro de su hermano, quien lo miraba con cierto interés, aunque algo de confusión mezclada con miedo también fulguraba en sus ojos.
—De hecho... —comenzó, luego de tragar saliva—. Hay algo que me enteré, y que en cierto modo cambió mi punto de vista ante todo esto, no quise mencionar el tema antes porque aún tenía que asimilarlo, y ya ha pasado bastante tiempo y lo acepté... Y ahora quiero que ustedes lo sepan... Porque son mi familia —al decir eso no quitó en ningún la mirada de su hermano—. Demian... Él está vivo —reveló, al fin.
El silencio invadió la habitación al instante, el ambiente casi suspensivo que Rhys había creado antes de su revelación fue perfecto para que de algún modo inintencional la noticia sorprendiera, o hasta estremeciera, a cada una de las personas en esa mesa. Rhys supo lo que había hecho, pero nada en ese momento le importaba más que la reacción de su hermano, porque a pesar de que de la misma manera quisiera ver la reacción de su esposa e hija, nadie más que Vlas había salido tan afectado en el pasado por todo lo que prosiguió a la muerte de Demian, y en ese momento él era apenas un niño que no comprendía lo que pasaba, eso moldeó su personalidad, y su forma de ser, muchos de los miedos que en su momento le impidieron avanzar nacieron luego de esa experiencia... Por eso mismo, pasara lo que pasara, sólo a Vlas le debía tantas explicaciones como disculpas por haber tardado tanto en contárselo... Y sólo Vlas, entendía de la misma manera lo que él sintió ese día, y el motivo por el cual pasó tanto tiempo hasta que lo dejara salir.
—Demian... —el menor de los Windsor musitó, había tenido mucho tiempo un cruce de miradas con su hermano, pero luego de oír lo que había salido de su boca, tuvo que bajar la suya—. Demian... —repitió... Todavía no podía caer en cuenta de lo que había oído—. Demian... —volvió a decir.
—Vlas... ¿Estás bien? —Leah le preguntó, apoyando su mano en el hombro de su chico.
—Sí, cielo... Estoy bien... Sólo... —Vlas se puso de pie, aun cabizbajo—. Tengo que estar solo, lo siento. —Sin esperar respuestas abandonó la habitación a toda velocidad.
—Espera, Vlas... —Leah se puso de pie, dispuesta a salir tras él.
—Leah —Rhys la interrumpió—. Está bien, déjalo, tiene que digerir la noticia... Su reacción es entendible, él no lo esperaba.
Leah asintió y tomó asiento de nuevo. Miró a su madre con el mismo rostro con el cual ella la miraba, ninguna comprendía muy bien cómo tenía que reaccionar, después de todo, ninguna había tenido alguna vez una revelación parecida, ambas eran hijas únicas, no sabían cómo se sentía la pérdida de un hermano, que al final no era verdad. Aunque sí sabían lo que significaba vivir en una mentira por tanto tiempo, tal vez eso fue lo que despertó el instinto de consuelo de ambas.
—Papá, ¿Estás bien con eso? —Leah preguntó, luego de ver cómo su madre asentía en señal de consentimiento.
—No, para nada, pero... No puedo hacer nada, de hecho, no he podido hacer nada en casi seis meses, sólo quería que lo supieran, son mi familia, no quería seguir mintiéndoles. —Rhys cubrió su cabeza con sus brazos al esconderla entre ellos—. Tarde o temprano se iban a enterar, esto me ha afectado más de lo que podrían imaginarse, no quiero que no encuentren respuestas a una extraña actitud de mi parte si es que en el futuro eso me termina pasando factura, y tampoco creo que sea necesario seguir manteniendo secretos en esta familia... Eso casi nos arruina en el pasado.
Lara se inclinó hacia su esposo y le acarició la espalda con suavidad. No dijo nada, sabía que no había palabras suficientes para que funcionaran de consuelo en un momento así, lo único que podía hacer era sólo hacerle saber que estaba con él, siempre estaba con él, pero en ese momento se lo tendría que recordar, cargar con un secreto de tal magnitud en soledad para no dañar a los demás era duro, ella sabía lo que significaba, pero lo que le pasó a ella jamás se asemejaría a lo que le había pasado a Rhys.
Demian. Ella sabía lo importante que había sido Demian para su esposo, como para no saberlo, ella estuvo con él esa noche luego de su muerte, la noche más oscura de su vida, una noche donde Rhys ni siquiera sabía qué hacer consigo mismo, donde pudo haber cometido cualquier locura si es que ella no hubiese estado ahí para acompañarlo, ya que su mente no podía asimilar lo que había pasado, lo que había perdido. Y tardó mucho tiempo en hacerlo, ella vio todo ese proceso entre caídas y subidas, todos los errores que Rhys cometió fueron directa o indirectamente consecuencias de ese suceso, desde su pasado tan oscuro y violento, hasta su poder y su posterior ascenso. Él había vivido diez años de su vida cargando con una inmensa piedra en su espalda que clamaba el recuerdo de la muerte de Demian y el punto inicial de un camino que definió para siempre su destino. Y que todo eso hubiese sido una mentira, podía entender lo que significaba para él, todo pudo haberse venido abajo en el momento en el que lo supo, pero agradeció que Rhys ya no fuera esa persona tan inestable que fue en el pasado, agradeció que él hubiese avanzado hasta tal punto que por mucho que esa revelación lo afectara, no cambiara en nada sus convicciones, ni en su forma de ser... Él iba a seguir siendo el mismo, porque la muerte de Demian no fue lo que lo cambió en el pasado, y saber que él estaba vivo tampoco lo iba a hacer en el presente.
—Estamos contigo, papá, pase lo que pase, te vamos a apoyar. —Leah dio la vuelta a la mesa luego de ponerse de pie e igual que su madre apoyó su mano en la espalda de su padre—. Te amamos.
—Lo sé... Gracias por todo... Yo también las amo a ustedes —aseguró Rhys, su voz se suavizó mientras él seguía escondido debajo de sus brazos—. A las tres... Las amo con mi vida.
Lara sonrió. Con cuidado bajó los brazos de su esposo y le descubrió el rostro. Vio algunas lágrimas que habían trazado un camino por su mejilla, pero a pesar de eso, él había esbozado una sonrisa. Ella entendió qué significaba eso. Más que nunca.
«Encontraste la salvación... Ese pasado ya no te perseguirá nunca más... Rhys».