Ella le lanzó una mirada al hombre, sus ojos se entrecerraban llenos de dudas. Parpadeó dos veces, intentando confirmar si era el mismo hombre.
—Es de mala educación mirar fijamente a alguien, Anaya Jakes —le recordó Paige con una sonrisa sarcástica, pero la mirada inquisitiva de Aniya seguía fija en el hombre.
—T-tú estabas allí esta mañana —le susurró casi al hombre—, ¡t-tuviste un ataque al corazón!
—¿Qué? —En lugar de ese hombre, respondió Paige con una sonrisa—, Anaya Jakes. ¿Estás borracha? —Pero los ojos de Aniya siguieron en el hombre. Ella esperaba que él respondiera, pero él estaba evitando el contacto visual.
—¿Por qué lo hiciste? —Aniya le preguntó de nuevo y mantuvo al hombre fijado bajo su mirada hasta que él comenzó a sentirse incómodo.
—Yo... Yo no la conozco, señorita. ¿Quién es usted? —murmuró él la pregunta. Los otros dos conserjes habían dejado de empacar las cosas y observaban a Aniya y al hombre con curiosidad silenciosa.