465- Inmóvil

—Jorge tamborileaba sus dedos inquietamente contra el teléfono, mirando la pantalla mientras la llamada sonaba por Dios sabía cuántas veces.

Sin embargo, no había respuesta.

Una mueca de preocupación marcó su frente. Anaya no contestaba y eso no era propio de ella.

Exhaló bruscamente pasando una mano por su cabello. Quería recogerla más temprano para la cita, con la esperanza de poder robar algo de tiempo extra juntos. En lugar de anticiparse a la noche, se sentía cada vez más inquieto.

¿Debería simplemente conducir a su hostal? Su agarre en el teléfono se tensó al pensarlo.

—Maldición. ¡A ella nunca le gustaría eso! —murmuró.

—Se suponía que debía respetar su decisión respecto a la secrecía, o podría perderla —gruñó, sacudiendo la cabeza.

Luego le asaltó otro pensamiento: ¿y si ella todavía estuviera en la oficina, con su teléfono olvidado en su casillero?

¿Pero por qué estaría? Como él, ella estaba anticipando esta cena. Incluso le trajo papas fritas.