Hoy no hay panecillos para comer

La Señora Walton se burló —¿No puedes salir por la puerta de enfrente a dar un paseo?

—Ah... olvidé —respondió Alex.

La Señora Walton se quedó sin palabras —¿Piensas que te creo? Señaló el césped junto a la puerta —Vamos, dos mil flexiones.

—... —Alex, aunque para él era fácil hacer mil flexiones, era un poco cansado hacer dos mil. ¡La anciana era realmente despiadada!

Alex miró a Amelia y le guiñó un ojo, diciéndole que no se preocupara —. Fue a hacer flexiones.

La Señora Walton llevó a Amelia al comedor y preguntó seriamente —Mia, dime la verdad. ¿Adónde te va a llevar tu padre? ¿Van a trepar el muro? —Haría que los sirvientes esparcieran fragmentos de vidrio en el muro otro día, pero luego pensó —¿y si Alex aún trepa el muro? ¿Se lastimaría? ¡Estaba demasiado preocupada!

Amelia apretó los labios y dijo —Abuela, cuando Papá y yo fuimos a ver a la Hermana Luna ayer, fuimos golpeados por una joven en bicicleta.