Después de la coronación, era una tradición en el Imperio Haimirich que el emperador y la emperatriz tuvieran un desfile en la calle de la capital. Era un evento auspicioso que no era exclusivo para los nobles, sino también para que el pueblo del imperio celebrara.
Después de muchos años de espera... finalmente darían la bienvenida a una emperatriz.
Personas de todas las etapas y escalones de la vida abarrotaban las aceras para tener un vistazo de la emperatriz y el emperador. La emoción y la alegría brillaban en los ojos de todos. Los niños sostenían banderas del Imperio Haimirich y cada edificio también izaba sus banderas, que se agitaban en la dirección que el viento soplaba.
Los hombres habían celebrado con alcohol o practicado abstinencia para poder ver la procesión real. Las mujeres habían traído guirnaldas o una cesta llena de flores para lanzar en la calle o a los monarcas como un gesto de amor y respeto hacia ellos.