Abel.
Ese nombre siempre había causado temor en cualquiera que lo escuchara. Otros ni siquiera podían pronunciarlo. Pero para Aries, esa era la única palabra que salía de sus labios siempre que estuviera en peligro. Porque sabía, en lo más profundo de su corazón, que él vendría. No importaba dónde estuviera o qué tan lejos estuviera, Abel estaría allí para ella.
¡ZAS!
Cuando el hombre bajó su espada para matar a Aries, su lanza oscura solo cortó el aire mientras una figura aparecía repentinamente, llevándola lejos. Pero antes de que el hombre pudiera recuperarse de lo ocurrido, múltiples personas vinieron desde todas las direcciones con sus armas.
¡CHOQUE!
La lanza oscura tembló mientras el hombre se inclinaba levemente, bloqueando las múltiples armas que intentaban matarlo. Con un empujón rápido, el manto oscuro se esparció en el aire como polvo en la carretera, alejando a las personas que lo atacaron de golpe.