capitulo 7

- Entonces, al salir de la sala del trono, mi hermana Mei se me acerca un momento y me dice al oído que debo llevar a la niña a un lugar seguro antes de que comience la batalla. Después de unos segundos mirando al suelo, mientras pensaba en dónde esconderla o dejarla con alguien que me la cuidara mientras pasaba la batalla y volvía por ella, miré hacia donde se encontraba mi hermana Mei, que estaba afuera hablando con Elena.

- Mei me gritaba para que yo fuera donde estaban ellas dos. Al llegar, Mei me dijo unas palabras: —Kurayami, no tenemos tiempo, así que estoy buscando una solución, y hay solo una. Mira, hay un carruaje que nos hace el favor y lleva a Elena hasta la entrada de la ciudad de los elfos, ya que ellos van hacia la ciudad de los semihumanos y tienen que pasar por ahí. Así que nos hacen el favor de llevarla sin cobrarnos nada.

- Me quedé callado unos segundos para pensarlo y decirle la respuesta a mi hermana Mei. Mis únicas palabras que le dije fueron: "¿Y quiénes son esas personas que la llevarán? Porque yo no puedo confiar en nadie. ¿Qué tal si le hacen daño?" A lo que ella, con un "tranquilo", me calma diciendo que los que la llevarán son la hija del rey y los soldados que la acompañan, diciéndome que no hay nada que temer. A lo que yo, diciéndole un "está bien" en un tono bajo, ella decide llevarla hacia donde estaba el carruaje.

- Elena, al ver que era la despedida, se me acerca y me da un abrazo, diciéndome unas palabras: "Espero que no sea el último abrazo que nos daremos, así que vuelve con vida, Kurayami. Te espero allá en la ciudad de los elfos." Yo, a la vez, la abracé lo más fuerte que pude y así ella, después, se subió al carruaje que partió al instante a su destino.

- Yo, al ver que a simple vista ya no se veía el carruaje, me di media vuelta hacia atrás y me dirigí hacia donde estaban mis hermanos para saber qué íbamos a hacer.

- Mientras hablábamos entre todos, llegó el caballero y nos dice que en el castillo hay habitaciones para cada uno, para descansar y estar bien para luchar contra las razas o lo que nos quieran invadir. Aunque nosotros, antes de que él se fuera, le preguntamos contra qué reino estábamos peleando. A lo que él nos dice que no es un reino, sino unas personas que se hacen llamar dioses y otras razas que están con ellos. Hasta el final, ellos se hacen llamar el nuevo reino y la nueva era, a lo que nos quedamos sin palabras.

- Así transcurrió la tarde. Después de unas horas, el sol se escondió y, así como este se esconde entre las montañas, llegaba la noche, una noche fría y con una neblina densa, con sus dos lunas: una de color roja, como si estuviera llorando sangre, mientras la otra era de color azul, como el mismísimo océano. Cada uno entramos a las habitaciones que el rey nos había dado para pasar la noche y, dentro de esta, en una mesa de noche, estaba la comida recién hecha. El olor de la comida era delicioso, así que me senté para comerla. Su sabor era exquisito. Al terminar de comer, me acosté y, en un momento, me quedé profundamente dormido.