capitulo 10

Las habilidades especiales son las habilidades otorgadas al nacer en este mundo. Estas habilidades hacen que se pueda sacar el 100 por ciento del poder mágico y también la capacidad del cuerpo de cualquier raza. Cada habilidad tiene un poder diferente y forma de utilizarse.

Sin embargo, en el caso de los semihumanos, estos solo tienen una habilidad especial que se transmite a sus generaciones, o hay otras que se pueden pasar aunque sus razas sean diferentes. Nunca se ha visto que aquellos que poseen una habilidad se hayan reproducido. En pocas palabras, estas habilidades son otorgadas a la sal sin excepciones, excepto la raza humana; esta es la única raza que no puede utilizar magia ni tampoco puede utilizar habilidades especiales.

Él comenzó a estirar su cuerpo mientras yo terminaba. Agarró la espada que había salido del círculo de sangre mientras yo recogía mi espada y vi que mi brazo derecho ya se había sanado por completo y vuelto a la normalidad. Volteé a ver a mi hermano Aiko, que también ya había regenerado la otra parte del torso. Los dos nos miramos por un momento.

Pero nosotros ya sabíamos que estábamos en condiciones de seguir peleando, así que, sin pensar más, volvimos a la pelea donde iko en ese preciso momento había sido cortado por la espada de este. Aunque el corte no le alcanzó a quitar el brazo, sí lo dejó casi colgando. A la vez, él hombre agarró el mismo brazo que casi le corta a iko. Pero este para no rendirse, iko, en un momento de desesperación, agarró con mucha fuerza su espada y se cortó su propio brazo, haciendo que sufriera un dolor insoportable.

"Hace tiempo que nadie me hacía activar mi habilidad especial."

"¡Es tu turno Aiko!"—grito con fuerzas iko mientras caía al suelo de rodillas por el fuerte dolor que sentía.

"A mí qué me importa, maldito imbécil," —le respondió Aiko al hombre mientras se agachaba rápidamente para atacarlo.

Aiko atacó de nuevo, pero esta vez intentando cortarle las dos piernas al hombre. Sin embargo, este frenó su ataque con su espada sin previo aviso. Mientras tanto, yo vi una oportunidad y ataqué al cuello, pero esta vez él era más fuerte, porque en el momento en que mi espada tocó su cuello, esta se rompió en tres pedazos.

"Esto sí que va a ser fácil."

"Oye, ¿cómo te llamas?" —preguntó Aiko con la voz temblorosa.

"Yo... yo me llamo Draekon, el hombre que los matará a los tres."

A lo lejos, mis otros hermanos terminaban de matar al dragón, que les había dado muchos problemas y había matado a más de la mitad de los humanos que estaban luchando. Ya casi no quedaban humanos para pelear; solo quedaban menos de 100, y la mayoría de ellos estaban heridos de gravedad.

Solo nosotros, los héroes, podíamos hacer frente a los que quedaban, pero estos se estaban retirando del campo de batalla.

Nosotros quedamos confundidos. Draekon, al ver que el plan estaba dando frutos, nos dijo: "Al fin viniste, Thalor, el Dios de la Guerra." Nosotros, los héroes, sentimos una presencia fuerte en el cielo y, al mirar hacia arriba, no había nadie, solo un cielo oscuro. Pero al mirar mejor, se podía ver una armadura blanca que se encontraba allá arriba.

Esta persona miró hacia abajo, observándonos a nosotros, los tres héroes que estaban peleando contra Draekon, y luego a los otros héroes que habían derrotado al dragón. De la nada, bajó un poco del cielo con ayuda de sus alas blancas y comenzó a hablar.

"Ustedes se hacen llamar héroes. Ustedes creen que van a salvar a la humanidad, pero eso es una pena. No han podido ni vencer hasta ahora a Draekon y piensan que pueden salvar a la humanidad. Eso solo es un sueño, un triste sueño que no se hará realidad. Por eso, yo, el Dios de la Guerra, mataré aquí y ahora a ustedes, héroes."

Thalor, de la nada, bajó rápidamente en picada hacia el suelo con un fuerte golpe de un martillo que llevaba en su brazo derecho, hiriendo la tierra en dos.

"Esta grieta los tragará a cada uno de ustedes. Acá todos morirán con una muerte dolorosa."

Nosotros, los Doce Héroes, nos alejamos de esa grieta para no caer en ella, pero esta continuaba creciendo. Thalor rápidamente peleó contra nosotros para vencernos y arrojarnos a la gran grieta. Mientras tanto, Draekon dejó de sonreír por unos segundos, poniendo una cara seria y una mirada como una bestia que nos quería tragar.