capitulo 12

Entonces yo empujé a mis hermanos mientras estos caían a lo profundo de la grieta y les di una sonrisa mientras señalaba con mi pulgar mi rostro con la mano derecha.

¿Esa será la última vez que los vea? No, no puede ser así. Yo los volveré a ver... sí... yo los volveré a ver. Solo tengo que ganar esta pelea, no importa si tengo que pelear contra esos dos a la vez. Yo, Iko, ganaré —me dije a mí mismo para darme ánimos.

Antes de voltear a ver dónde estaban los dos hombres, me di cuenta de que estos estaban mirándome mientras se reían sin parar; casi no se podía entender lo que decían por estar riéndose.

"Oye, oye, acabas de matar a tus hermanos. Jajajaja, sí que los humanos son una raza rara, jajaja" —dijo Draekon.

"Tienes toda la razón, nunca pensé que llegarían a tanto" —respondió Tharol.

No les dije nada, solamente los miré con una mirada fría mientras apretaba fuertemente mi espada. Sabía que esta pelea era todo para mí, así que no podía perder ni dejar que mis emociones nublaran mi mente.

"¡Habilidad especial, serpiente de agua de tres cabezas!" —grité con todas mis fuerzas para activar mi habilidad especial.

Así, lucharía con todas mis fuerzas. Aunque esta habilidad solo pudiera durar dos minutos, tendría que hacer lo suficiente en ese tiempo para derrotar a esos dos. En ese momento, tres círculos mágicos aparecieron sobre mí, haciendo que aparecieran las tres cabezas de las sirvientes de agua.

"Con que tú puedes activar tu habilidad especial, eso es nuevo para mí. No sabía que los humanos podían usar la magia, ni menos las habilidades especiales" —dijo Draekon.

Draekon de inmediato se lanzó hacia mí con su espada, que había invocado con su habilidad. No sabía cuánto tiempo le quedaba todavía para seguir teniendo su espada, ya que habían pasado más de dos minutos desde que la invocó.

Sus ataques eran rápidos, pero gracias a que mi habilidad había sido activada, las cabezas de los sirvientes me protegían como si fueran paredes y también atacaban con ferocidad, haciendo que Draekon retrocediera.

Estaba tan concentrado en Draekon que me olvidé de Tharol. Así que, al darme cuenta de que él no estaba en su lugar, empecé a mirar por todos lados para ver dónde estaba, pero no lo veía por ningún lado, hasta que escuché una voz detrás de mí.

"Si me estabas buscando, yo siempre estuve detrás de ti, a darme la espalda. Ese fue tu mayor error."

Sentí que me había cortado en la espalda, pero no, me había salvado, ya que una de las cabezas de serpiente había impedido el ataque de su espada, haciendo que casi clavara sus colmillos en su brazo derecho, pero él pudo detener el ataque gracias a su espada.

"Oye, estas sirvientes me están dando fastidio... pero... no quiero utilizar mi habilidad, pero tampoco quiero quedarme más en este maldito lugar, así que no hay de otra... ¡Habilidad especial, diez cadenas!"

Dichas cadenas comenzaron a salir de su espalda; en la punta tenían las hojas de una espada corta, cada una de ellas.

Esto se está poniendo feo, debería atacar rápido antes de que se ponga peor—.

Hice que las cabezas de serpiente atacaran a Tharol mientras yo atacaba a Draekon.

Estaba en una gran desventaja; aunque tenía a Tharol ocupado con mi habilidad, ya faltaba poco para que esta se acabara. Solo faltaban unos treinta segundos para que los dos minutos se terminaran.

Pero aún no podía darme por vencido; debía seguir atacando a los dos y ganar sin importar cuánto tiempo me tome.

Y así, sin darme cuenta, escuché un sonido de cuando la carne es cortada, pero no sabía de dónde venía.

Yo no había cortado a Draekon en ningún momento, hasta que al mirar mi cuerpo por unos segundos, me di cuenta de que había sido traspasado por diez espadas en todo mi cuerpo, y una de estas diez había atravesado mi corazón.

No sentía dolor, en ese momento solo seguía blandiendo mi espada, aunque mis brazos cada vez estaban más débiles. Con mi último aliento, hice que una de las serpientes mordiera a Draekon y a Tharol antes de caer al suelo.

Al caer al suelo no escuchaba nada, no podía ver bien, aunque sabía que si las cabezas habían mordido a esos dos, en menos de tres días ellos tenían que morir por el veneno de estas, ya que aunque el veneno no tiene síntomas, es letal como si lo comiera uno por dentro.

Así que, con una sonrisa cerré mis ojos, sabiendo que pude hacer todo lo que estaba en mis manos por ellos.