La tortura lenta es mejor que la muerte.
Esas palabras retumbaban en la cabeza de Nyx. ¿Tenía razón Atenea sobre esto?
—Deseo realmente mi venganza, aunque hayan pasado veinte años... Aún quiero que se corrija mi error —se dijo a sí misma, exhalando ruidosamente.
—Estamos listos para irnos ahora, Madre —sintió que Archi le tocaba el hombro suavemente, haciéndola estremecerse.
—Oh, Archi —suspiró con fuerza.
—¿Estás lista? Tenemos que llegar allí antes del anochecer. No puedo pensar en dejarte atrás otra vez.
Nyx asintió débilmente, —Sí —logró decir.
—Bien, comencemos nuestro viaje —él tomó su mano—. Siempre podemos parar cuando estés cansada —revolvió su cabeza.
Ella rió suavemente, —No querrías imaginar cómo está reaccionando mi cuerpo a esto —se mordió el labio inferior—. Me siento tan decidida, pero...
—¿Nerviosa? No te preocupes, él no llegará a ti —agregó firmemente—. Me aseguraré de que no te haga daño esta vez, no te preocupes madre —le dio un beso en la frente.