Corrompido...
Esa palabra resonó en su mente, recordándole el oscuro poder que había sentido en el prólogo de su vida, cuando un ejército de entidades oscuras destruyó Aetheria.
¿Es posible que haya una conexión?
—¿Y por qué te interesa participar en el torneo? —preguntó Jake, forzando su voz a mantenerse firme.
Raven dejó escapar una risa baja y casi sarcástica.
—El torneo es una oportunidad.
Una oportunidad para probar los límites de lo que sabemos.
Y quizás, para aquellos que están listos, descubrir algo más allá de lo que la academia nos enseña.
Sophia frunció el ceño, sintiendo que había algo que Raven no estaba diciendo.
—¿Algo más allá?
Raven inclinó la cabeza ligeramente.
—Energía Estelar...
Corrupta o pura, sigue siendo poder.
Y el poder siempre atrae a aquellos que buscan dominarlo.
Quizás incluso a aquellos que creen que pueden controlarlo... o destruirlo.
Jake sintió que sus sospechas se confirmaban.
Este torneo... no es solo una competencia de artes marciales mixtas.
Hay algo más en juego.
Algo que podría ser mucho más peligroso de lo que imaginábamos.
—Tengan cuidado —advirtió Raven con una seriedad que no había mostrado antes—. No todos los que participen en el torneo lo harán por honor o gloria. Algunos tienen sus propios objetivos… y esos objetivos pueden no ser tan nobles como parecen.
Jake asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de las palabras de Raven.
—Gracias por el consejo —dijo finalmente—. Pero no podemos quedarnos al margen. Queremos saber más… y estar preparados.
Raven los miró por un largo momento, evaluando su determinación, antes de finalmente asentir.
—Muy bien. Les diré esto... Si realmente quieren saber lo que está en juego, busquen la Llama Eterna en el templo abandonado, más allá del Bosque de las Sombras. Allí encontrarán respuestas... pero también podrían encontrar algo más de lo que buscan.
Sophia abrió la boca para preguntar más, pero Raven levantó una mano, deteniéndola.
—Eso es todo lo que les diré por ahora. Tengan cuidado, niños. No todos los caminos llevan a un destino seguro.
Con esa advertencia, Raven dio media vuelta y volvió con los otros miembros del club, dejándolos a ambos con más preguntas que respuestas.
Jake y Sophia salieron de la sede del club de ocultismo con la mente llena de preguntas y una inquietud creciente en sus corazones. Mientras caminaban de regreso hacia el edificio principal de la academia, la atmósfera a su alrededor parecía más pesada, como si el aire mismo estuviera cargado de presagios oscuros.
—¿De verdad crees que deberíamos ir al Bosque de las Sombras? —preguntó Sophia, rompiendo el silencio que había caído entre ellos.
Jake miró al frente, con la vista perdida en el horizonte. La Llama Eterna..., pensó. El nombre evocaba algo antiguo, algo poderoso y peligroso. Pero si querían entender lo que estaba en juego en el torneo, y lo que Raven había insinuado sobre la Energía Estelar corrompida, no tenían otra opción.
—Sí —respondió finalmente, con una determinación renovada—. No podemos ignorarlo. Algo me dice que lo que encontremos allí nos ayudará a comprender lo que está pasando... y lo que podría venir después.
Sophia asintió lentamente, aceptando la decisión de Jake. Sabía que él tenía una intuición especial para estas cosas, una conexión más profunda con la Energía Estelar que aún no comprendía del todo.
Al llegar al edificio principal, notaron que los pasillos estaban inusualmente vacíos. El anuncio oficial del Gran Torneo Estelar iba a hacerse en breve, y todos los estudiantes se habían congregado en el auditorio. Jake y Sophia se apresuraron hacia allí, ansiosos por escuchar los detalles.
El auditorio estaba lleno a rebosar cuando llegaron, con estudiantes hablando en susurros emocionados. En el escenario, el director de la academia, un hombre de mediana edad con una imponente presencia estaba de pie junto a un enorme cartel que mostraba las palabras "Gran Torneo Estelar: La Cumbre del Poder".
El director levantó una mano para pedir silencio, y el murmullo en el auditorio se desvaneció lentamente. Con una voz fuerte y clara, comenzó su discurso.
—Estudiantes de la Academia Altamira de Solaria, me complace anunciar el evento que todos han estado esperando. El Gran Torneo Estelar se celebrará en un mes, y será una oportunidad única para demostrar sus habilidades, su valor y, sobre todo, su dominio de la Energía Estelar.
Un murmullo de emoción recorrió la sala, y el director continuó.
—Este año, el torneo será aún más especial. Hemos decidido abrir la participación no solo a los estudiantes avanzados, sino también a aquellos de menor edad que demuestren un control excepcional de la Energía Estelar. ¡Cualquiera puede inscribirse y probar su fuerza en la arena!
Jake sintió que su corazón latía con fuerza. Esto es lo que esperaba..., pensó. Una oportunidad para demostrarme a mí mismo, para enfrentar algo más grande que yo.
—Pero deben saber —añadió el director, con un tono más sombrío— que este no es solo un torneo de combate. Es una prueba de carácter, de fortaleza interna y de la capacidad de resistir a las tentaciones del poder. La Energía Estelar, como muchos de ustedes saben, es un arma de doble filo. Quienes busquen corromperla encontrarán que es su propia destrucción lo que obtienen.
Jake intercambió una mirada significativa con Sophia. Las palabras del director parecían resonar con lo que Raven les había dicho. ¿Cuánto sabe la academia sobre el peligro de la Energía Estelar corrompida?
—Finalmente —anunció el director, atrayendo nuevamente la atención de todos—, me complace anunciar que, para este torneo, tendremos un patrocinador muy especial. Alguien que ha demostrado un interés particular en el talento joven de nuestra academia. Por favor, denle la bienvenida a nuestro benefactor, el señor Zephyr Blackthorn.
El nombre cayó como una bomba en el auditorio. Los murmullos comenzaron a propagarse entre los estudiantes, mezclados con miradas curiosas y sorprendidas. Jake sintió un extraño malestar en el estómago al escuchar ese nombre, aunque no sabía por qué. ¿Quién será este tipo?, pensó, tratando de calmar la incomodidad que lo invadía.
Un hombre alto y elegante, con una presencia tan imponente como siniestra, apareció en el escenario. Lo que capturó de inmediato la atención de todos fue la máscara que llevaba puesta. Era una máscara negra, con unas grietas iluminadas por un aura púrpura, cubriendo completamente su rostro, excepto por unos ojos oscuros e intensos que parecían absorber todo a su alrededor. Vestía un traje negro impecable, y su postura denotaba una calma perturbadora.
Jake sintió que el aire a su alrededor se volvía más denso, como si la energía en la sala se corrompiera sutilmente con la aparición de aquel hombre. ¿Por qué lleva una máscara? Jake no podía apartar la vista de esa siniestra pieza. Algo en su mente le decía que era extraño, que no tenía sentido, que nadie debería aparecer así en un lugar como ese. ¿Qué está escondiendo? ¿Por qué no muestra su rostro?
Zephyr tomó el micrófono y habló con una voz suave, pero que resonaba con una autoridad innegable, haciendo que el silencio en la sala se volviera aún más profundo.
—Es un honor para mí poder apoyar a la próxima generación de talentos en la academia Altamira de Solaria. Espero que este torneo revele no solo a los más fuertes, sino también a aquellos con el verdadero potencial para dominar la Energía Estelar en su máxima expresión.
Jake apretó los puños, sintiendo una punzada de dolor en su cabeza. La máscara... había algo en ella que lo inquietaba profundamente. ¿Por qué no se la quita? El malestar creció, y Jake luchó por mantener la compostura. Esto no tiene sentido... ¿quién es este hombre realmente?
Zephyr continuó hablando, su tono era calmado, pero con un trasfondo casi hipnótico.
—Nos vemos en la arena, jóvenes guerreros. Y recuerden... el poder verdadero no reside solo en la fuerza física, sino en la capacidad de controlar su propia oscuridad.
Con esas palabras, Zephyr se retiró del escenario, dejando un rastro de silencio incómodo a su paso. Jake sintió un alivio momentáneo cuando la figura enmascarada desapareció de la vista, pero las preguntas que esa máscara había suscitado en su mente seguían ahí, ardientes e insistentes.
El director retomó el micrófono, tratando de devolver un poco de normalidad al ambiente tenso.
—Eso es todo por ahora, estudiantes. Las inscripciones para el torneo estarán abiertas desde mañana. ¡Que comience la preparación!
Los estudiantes comenzaron a levantarse de sus asientos, susurrando entre ellos sobre el extraño patrocinador. Jake permaneció inmóvil, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir. Sophia, a su lado, parecía igual de perpleja.
—Jake... —susurró Sophia, su voz temblando ligeramente—. Ese hombre... ¿qué crees que esconde?
Jake cerró los ojos por un momento, intentando calmar el extraño dolor de cabeza que lo acosaba desde que Zephyr había aparecido. No lo sé, pero tengo que averiguarlo.
—No tengo idea, Sophia. Pero algo me dice que no es alguien que esté aquí solo para observar. Hay algo raro en él, y no puedo quitármelo de la cabeza.
Sophia asintió, su expresión reflejaba la misma preocupación que sentía Jake.
—¿Y qué hacemos ahora?
Jake respiró profundamente, intentando recuperar el control de sus pensamientos.
—Nos preparamos, Sophia. Nos preparamos para lo que venga. Este torneo ya no es solo una competencia... hay algo más grande en juego, y vamos a averiguar qué es.
Sophia asintió con firmeza.
—Estoy contigo, Jake. Pase lo que pase.
Jake la miró con seriedad, agradecido por su apoyo.
—Gracias. Vamos a entrenar más duro que nunca... y mientras lo hacemos, averiguaremos más sobre Zephyr Blackthorn y su maldita máscara.
Con una última mirada al escenario vacío, Jake y Sophia salieron del auditorio, listos para enfrentar el desafío que se avecinaba, conscientes de que el enigma que rodeaba a Zephyr podría ser solo el comienzo de algo mucho más oscuro.
Meses Después - Las Preliminares del Gran Torneo Estelar
El día finalmente había llegado.
Tras meses de extenuante entrenamiento, la Academia Altamira de Solaria bullía con una energía vibrante y caótica. Los pasillos resonaban con el murmullo de las conversaciones ansiosas, las pisadas apresuradas de los competidores y la expectante emoción de aquellos que estaban a punto de presenciar el evento más importante del año.
Las gradas de la colosal arena estaban repletas, albergando un mar de espectadores: compañeros de clase, instructores, figuras influyentes en el mundo de las artes marciales. Las banderas ondeaban en lo alto, los vítores se entremezclaban con el eco de los altavoces y la tensión en el ambiente era palpable, electrizante. Aquel no era solo un torneo; era la cumbre de años de preparación, el escenario donde se forjaban leyendas y donde los más fuertes brillaban o caían en el olvido.
Jake Evernight respiró hondo dentro de la sala de espera, con los puños cerrados y el corazón martillando contra su pecho. Sentía el peso del momento como si una montaña reposara sobre sus hombros. A su lado, Sophia Johnson intentaba aparentar calma, aunque la rigidez de su postura delataba la tormenta interna que se libraba en su mente. Ambos habían entrenado sin descanso, atravesando noches en vela, agotamiento extremo y dudas persistentes. Ahora, finalmente, estaban aquí.
"Este es el momento por el que hemos trabajado tanto", pensó Jake, obligándose a contener la vorágine de pensamientos que lo asaltaban. "No hay marcha atrás."
Sophia tragó saliva. Podía sentir cómo la adrenalina inundaba su cuerpo. No importaba cuántas veces se dijera a sí misma que estaba lista, la duda seguía acechando como una sombra persistente. Miró de reojo a Jake y, por primera vez en mucho tiempo, permitió que una débil sonrisa se dibujara en su rostro.
—Jake —dijo en un susurro—, pase lo que pase ahí afuera... gracias. No sé si habría llegado tan lejos sin ti.
Jake la miró, sorprendido por la sinceridad de sus palabras. En su interior, él también se sentía igual. Pero en vez de decírselo, simplemente le devolvió la sonrisa con una confianza que esperaba que fuera contagiosa.
—No hay de qué. Estamos listos para esto, Soph. Solo recuerda... mantén la calma y confía en lo que hemos aprendido.
Un estruendoso anuncio interrumpió su conversación. La voz retumbó en la arena, convocando a los participantes. Se miraron una última vez, un instante de mutua determinación, antes de avanzar hacia su destino.
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La arena era un coliseo iluminado con una luz casi celestial. El suelo, diseñado para soportar impactos devastadores, reflejaba la energía contenida de los combatientes. En las gradas, la multitud vibraba con una expectación febril. Los nombres de los participantes resonaban en el aire, enaltecidos por vítores y apuestas susurradas.
Jake y Sophia caminaron en direcciones opuestas, dirigiéndose a sus respectivos cuadrantes. Él la observó alejarse y una sensación de inquietud se instaló en su pecho. Algo en el aire le hacía sentir que este torneo no sería tan simple como parecía.
El Combate de Sophia
Sophia se encontraba en su zona de combate, frente a su oponente: un estudiante alto y musculoso que parecía tener el doble de su tamaño. Su sombra se cernía sobre ella como la de un coloso. La audiencia contuvo la respiración mientras el árbitro se colocaba en el centro, listo para dar la señal de inicio.
—¿Lista? —preguntó el árbitro.
Sophia asintió, ajustando su postura defensiva. Sentía cómo la Energía Estelar fluía en su interior, envolviendo cada fibra de su ser con una calidez reconfortante. Sí, estaba lista.
O eso pensaba.
Antes de que el árbitro pudiera bajar la mano, su voz se alzó en un grito que silenció la arena:
—¡Esperen!
Sophia parpadeó, desconcertada. Su oponente bajó la guardia, y la multitud se inclinó hacia adelante, expectante.
—Sophia Johnson... —continuó el árbitro con un tono que mezclaba sorpresa y pesar—, lamentablemente, has sido descalificada.
Por un momento, su mente se quedó en blanco.
—¿Qué...? —murmuró, sintiendo cómo su estómago se hundía.
El árbitro levantó una hoja de papel.
—Regla 17B: Todos los participantes deben haber completado la prueba de control básico de Energía Estelar para calificar. Según nuestros registros, no completaste dicha prueba.
El mundo se tambaleó a su alrededor. Sophia sintió un nudo en la garganta, una presión sofocante en el pecho. Miró al árbitro con incredulidad, con desesperación.
—¡Eso no es posible! —exclamó, su voz temblorosa—. ¡Yo... yo me preparé para esto! ¡He entrenado tan duro como todos los demás!
Los espectadores murmuraban. Algunas expresiones reflejaban compasión, otras solo indiferencia. Sophia sintió que cada uno de esos susurros era una cuchilla que le desgarraba la piel.
—Lo siento —dijo el árbitro—. Debes abandonar la arena.
Sophia no podía respirar. No podía moverse. La humillación la devoraba, la ira latía en sus venas. Sus ojos se nublaron de lágrimas, pero no podía permitirse llorar allí, no frente a todos.
Con las piernas pesadas como plomo, se giró y echó a correr, alejándose de la arena, de las miradas, de su fracaso.
Jake, desde el otro lado, observó todo. Algo se rompió dentro de él al verla huir.
"Esto no puede terminar así."
El Combate Final Preliminar
El torneo continuó, pero Jake apenas podía concentrarse. Su mente aún estaba atrapada en la imagen de Sophia, en su mirada destrozada. Pero no había tiempo para dudar: su combate final preliminar estaba por comenzar.
Su oponente: Raven, el enigmático líder del club de ocultismo.
Raven lo esperaba en el centro de la arena. Había algo distinto en él. Una intensidad nueva, una presencia inquietante que hacía que el aire se sintiera más denso.
—Jake Evernight —dijo Raven, su voz un murmullo que resonó en cada rincón de la arena—. Finalmente nos enfrentamos.
Jake adoptó su postura. No dejaría que la distracción lo venciera.
El árbitro levantó la mano, listo para dar inicio.
—Que comience el comba—
—Espera —interrumpió Raven, alzando la mano.
Jake frunció el ceño. ¿Qué estaba haciendo?
—No pelearé hoy —anunció Raven, con una calma desconcertante—. Me retiro.
El público quedó en shock. Jake sintió una punzada de frustración.
—¿Por qué? —preguntó con incredulidad.
Raven solo sonrió, una sombra cruzando su mirada.
—Tengo mis razones. Nos veremos pronto, Jake.
Y con esas palabras, desapareció en las sombras, dejando un torbellino de preguntas a su paso.
Mientras el árbitro declaraba a Jake vencedor por default, él solo podía pensar en una cosa:
"Esto no ha terminado. Y de alguna manera, lo que acaba de pasar... es solo el comienzo."
A medida que transcurrían los días tras las preliminares, una sensación de desconcierto se propagaba entre los estudiantes de la Academia Altamira de Solaria. Las descalificaciones masivas, resultado del incumplimiento en la prueba de control básico de Energía Estelar, habían generado un clima de incertidumbre y especulación. Muchos se preguntaban si había habido un error en la interpretación de los requisitos del torneo.
Jake, como tantos otros, no podía evitar reflexionar sobre el verdadero propósito del entrenamiento en Energía Estelar. Había dedicado incontables horas a perfeccionar su capacidad para canalizar y manipular esa energía, convencido de que sería la clave para sobresalir en los combates. Sin embargo, al presenciar la eliminación de Sophia y de numerosos compañeros por lo que parecía una mera cuestión técnica, comenzó a cuestionar si realmente había comprendido el sentido de aquel entrenamiento.
Aquella tarde, sumido en sus pensamientos, Jake se encontraba en una de las bibliotecas de la academia, pasando distraídamente las páginas de un tomo que no lograba captar su atención. Fue entonces cuando una presencia familiar interrumpió su ensimismamiento. El profesor Aldrich, una de las figuras más respetadas de la academia y conocido por su profundo conocimiento de los aspectos filosóficos de la Energía Estelar, se acercó a él con una expresión serena.
—Jake —dijo el profesor, tomando asiento frente a él—. He notado que estás preocupado por lo ocurrido en las preliminares. No eres el único; muchos de los estudiantes están confundidos.
Jake levantó la mirada y asintió con lentitud.
—Sí, profesor. Me resulta difícil entender por qué el dominio de la Energía Estelar no se promovió como un factor clave en el torneo. Pasamos meses entrenando, convencidos de que sería nuestra principal herramienta en combate, pero... al final, todo se redujo a una prueba básica de control. Muchos fueron descalificados por algo que parecía irrelevante frente a la verdadera competición.
El profesor Aldrich esbozó una sonrisa comprensiva, como si hubiese esperado esa reacción.
—Esa es una observación perspicaz, Jake. Pero permíteme explicarte algo que, tal vez, no quedó del todo claro desde el principio. La Energía Estelar es, sin duda, una fuerza poderosa, capaz de hazañas extraordinarias cuando se canaliza con destreza. Sin embargo, el propósito del entrenamiento y, en particular, del torneo, nunca fue emplearla como un mero instrumento ofensivo en combate.
Jake frunció el ceño, intentando comprender el significado detrás de aquellas palabras.
—Si no era para luchar, entonces ¿cuál era su verdadero propósito?
El profesor Aldrich entrelazó los dedos sobre la mesa y se inclinó ligeramente hacia él, como si estuviera a punto de revelarle un secreto crucial.
—La Energía Estelar no es simplemente una fuente de poder; es una herramienta para la evolución personal. Su dominio no se mide por la cantidad de energía que puedas desatar en la arena, sino por la forma en que la integras en tu vida para fortalecer tu cuerpo y mente. La prueba de control básico no evaluaba la capacidad de infligir daño, sino el equilibrio, la estabilidad física y mental de cada estudiante.
Jake lo observó con incredulidad.
—¿Equilibrio? ¿A qué se refiere exactamente?
—Me refiero a la armonización de todos los aspectos de tu ser. Resistencia, agilidad, concentración, control emocional… La prueba estaba diseñada para medir cómo utilizabas la Energía Estelar en tu día a día, no solo en la batalla. Muchos estudiantes, cegados por el deseo de potenciar su fuerza bruta, descuidaron estos principios fundamentales. Como resultado, fracasaron en la evaluación y fueron eliminados.
Jake permaneció en silencio, procesando la revelación. Durante meses había creído que el entrenamiento en Energía Estelar era un medio para sobresalir en combate. Ahora comprendía que su significado trascendía la mera confrontación física.
—Pero si ese era el verdadero propósito del entrenamiento —dijo tras un momento—, ¿por qué no se explicó con mayor claridad? ¿Por qué no se nos advirtió que la Energía Estelar no era para luchar, sino para fortalecer nuestras capacidades fundamentales?
El profesor Aldrich suspiró y cruzó los brazos.
—Es una pregunta válida, Jake. Pero reflexiona por un momento: a menudo, los aprendizajes más valiosos no provienen de lo que nos dicen, sino de lo que descubrimos por nosotros mismos. La academia podría haberlo explicado con mayor precisión, sí, pero entonces habrían privado a los estudiantes de la oportunidad de experimentar, de equivocarse y, finalmente, de comprender por su cuenta el verdadero significado del dominio de la Energía Estelar. No es un poder diseñado exclusivamente para la confrontación; es un recurso que, cuando se entiende y aplica correctamente, transforma la vida de quien lo maneja.
Jake asintió, aunque aún sentía una ligera frustración.
—Supongo que eso tiene sentido… pero sigue siendo difícil de aceptar. Muchos de nosotros entrenamos con la idea de que este torneo era una prueba de combate, no de control.
Aldrich sonrió con indulgencia.
—Lo sé, Jake. Y no es fácil. Pero recuerda esto: el enfrentamiento más importante no es contra otros, sino contra uno mismo. Controlar la Energía Estelar implica controlar la propia existencia, y aquellos que logran ese dominio están verdaderamente preparados para cualquier desafío, dentro o fuera de la arena.
Jake sintió un peso en el pecho al pensar en Sophia y en los demás estudiantes que habían sido descalificados. Por primera vez, comprendió que el torneo no solo evaluaba la destreza en combate, sino también la capacidad de adaptación y la profundidad de su entendimiento sobre el entrenamiento que habían recibido.
Respiró hondo y, tras un instante de reflexión, miró al profesor con renovada determinación.
—Gracias, profesor. Me aseguraré de aplicar esta enseñanza en las próximas rondas.
Aldrich asintió con aprobación.
—Eso es todo lo que podemos hacer, Jake: aprender, adaptarnos y seguir adelante. Tienes un gran potencial, y estoy seguro de que alcanzarás logros extraordinarios. Solo recuerda: el equilibrio es la clave de todo.
Mientras el profesor se alejaba, Jake permaneció en su asiento, absorto en sus pensamientos. Había llegado a la academia con la certeza de que la Energía Estelar era un arma. Ahora entendía que era mucho más que eso.
El torneo continuaría, y con él, los desafíos que pondrían a prueba todo lo que había aprendido. Sin embargo, esta vez, Jake no solo se prepararía para luchar, sino para comprender lo que significaba ser un verdadero maestro de la Energía Estelar.