Ecos del Vacío Estelar - Parte 4

Sophia notó el cambio en la expresión de Jake y le dio un ligero codazo.

—Oye, ¿en qué piensas?

Jake sacudió la cabeza, volviendo a la realidad.

—Nada, solo... tal vez deberíamos investigar un poco sobre ese club de ocultismo. Algo me dice que podrían estar más involucrados de lo que parece.

Sophia lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—¿Investigar? ¿Ahora te interesa lo que pasa en ese lugar? Siempre pensé que te parecía aburrido.

Jake sonrió con un toque de ironía.

—Tal vez es hora de dejar de ignorar lo que está justo frente a nosotros. Este torneo no es solo una competencia, Sophia. Siento que algo más grande está en juego.

Sophia asintió lentamente, su entusiasmo dando paso a una preocupación más profunda.

—Bueno, si tú lo dices... ¿Empezamos ahora?

Jake respiró hondo y asintió.

—Sí, vamos a ver qué podemos averiguar.

Mientras caminaban hacia la sede del club de ocultismo, una figura oculta en las sombras de los árboles cercanos observaba sus movimientos con interés.

Sus ojos brillaban con una intensidad oscura, como si estuviera esperando el momento adecuado para actuar.

Zephyr Blackthorn..., susurró para sí mismo, portando aquella máscara enigmática que había llevado desde que invadió y destruyó Aetheria.

El Gran Torneo Estelar será solo el comienzo.

La sede del club de ocultismo era un edificio pequeño, casi olvidado, en el extremo más alejado del campus.

Su fachada estaba desgastada por el tiempo, con ventanas opacas y grietas en las paredes, lo que le daba un aire inquietante que contrastaba con el resto de la moderna academia Altamira de Solaria.

Jake y Sophia se detuvieron frente a la entrada, intercambiando una mirada de duda.

—¿Estás seguro de que es una buena idea? —preguntó Sophia, bajando la voz como si temiera ser escuchada por alguien en el interior.

Jake asintió, aunque en su interior compartía la misma inquietud.

No podemos simplemente ignorar esto, se dijo.

Algo me dice que lo que sea que esté pasando aquí tiene que ver con el torneo y, quizás, con algo mucho más grande.

—Vamos —dijo, empujando la puerta con suavidad.

El interior estaba oscuro, apenas iluminado por unos pocos rayos de sol que se filtraban a través de las ventanas polvorientas.

El lugar estaba lleno de estanterías cargadas de libros antiguos y pergaminos, y el aire olía a incienso y cera de velas.

Un grupo de estudiantes, todos vestidos con túnicas negras, estaba reunido alrededor de una mesa en el centro de la habitación, hablando en susurros.

Uno de ellos, un chico de cabello negro y ojos penetrantes, levantó la vista al notar la presencia de Jake y Sophia.

Era alto, con una presencia que irradiaba un aura de confianza y misterio. Sus rasgos eran afilados, y había algo en él que lo hacía destacar entre los demás.

Debe ser el líder del club, pensó Jake.

—¿Puedo ayudarles? —preguntó el chico, con una voz calmada pero cargada de autoridad.

Jake tragó saliva antes de responder.

—Hemos oído que... vas a participar en el Gran Torneo Estelar. Queríamos saber más sobre ti... y sobre el club de ocultismo.

El chico sonrió, una sonrisa que no alcanzó a sus ojos.

—Mi nombre es Raven Lockhart —dijo, presentándose con una leve inclinación de cabeza—. Y sí, participaré en el torneo. Pero ¿qué les interesa a dos niños curiosos como ustedes sobre un club tan... particular como este?

Sophia dio un paso adelante, sin dejarse intimidar.

—Sabemos que ustedes usan la Energía Estelar. Y estamos tratando de entender qué es lo que realmente hacen aquí. No es solo un juego, ¿verdad? —su tono era firme, aunque en su interior sentía una leve chispa de temor.

Raven entrecerró los ojos, evaluando a ambos.

Parecía sopesar si debía compartir algo o simplemente alejarlos con una advertencia.

Finalmente, decidió hablar.

—La Energía Estelar es mucho más que una simple herramienta. Es la esencia de todo lo que existe. Pero aquí, en el club de ocultismo, la exploramos de una manera que otros no se atreverían.

Buscamos el límite entre lo que es puro y lo que puede ser... corrompido.

Jake sintió un escalofrío recorrerle la espalda.