El primer punto fue suyo.
Jake Evernight, hijo de Aetheria, había irrumpido como un vendaval. Aplausos, murmullos, ojos brillantes. Su energía fluyó con instinto puro, golpeando como un rayo. Todos lo sintieron. Algunos incluso pensaron que Reiss se vería forzado a retroceder.
Pero eso fue antes de que la calma entrara al combate.
Antes de que Reiss Vauren comenzara a bailar.
Ahora, el marcador estaba 2 a 1.
Y Jake se tambaleaba.
La diferencia no era el poder, ni siquiera la velocidad. Era el control.
Jake lo sentía. Cada movimiento suyo salía con un segundo de retraso. Como si el cuerpo empezara a traicionarlo. Como si todo se volviera más espeso. Y Reiss… no parecía afectado en lo más mínimo.
—Tu aura es intensa —dijo Reiss, sin tono ofensivo—. La forma en que respondiste en la primera ronda… no cualquiera lo logra.
Jake no respondió. Apenas respiraba.
Estaba sudando más de lo que le gustaría admitir, y su brazo derecho ya tenía una línea roja por la última estocada mal defendida.
Reiss no se acercaba. Lo observaba.
Había algo extraño en su quietud. No era arrogancia. Era concentración. Como quien estudia el viento antes de lanzar la lanza.
—Pero hay una diferencia entre tener potencial y saber cómo usarlo —añadió Reiss, con serenidad—. No lo tomes como crítica. Lo estás aprendiendo.
Jake sintió que esas palabras pesaban más que un golpe. Apretó los dientes. Se obligó a cargar de nuevo, envolviendo sus puños en esa energía blanca suya, caótica y brillante. Saltó, giró, lanzó un corte descendente.
Reiss bloqueó. Con una sola mano.
El impacto retumbó, pero él apenas dio un paso atrás.
Jake cayó con una rodilla en tierra, temblando.
Su aura chispeaba. Agotada. Desordenada.
Y ahí, en ese instante, lo entendió.
Reiss no lo subestimaba. No lo miraba por encima.
Lo estaba tomando en serio. Y eso era lo más aterrador de todo.
Jake tragó saliva. Estaba jadeando. El sudor le bajaba desde la nuca hasta la espalda. Su camiseta, ya rota en un costado, se pegaba como papel mojado a la piel.
No puedo seguir así... si me lanzo de nuevo sin pensar, me va a aplastar.
Levantó la vista. Reiss seguía ahí, con esa postura recta, sin arrogancia. Solo ese silencio cortante que lo obligaba a escucharse a sí mismo.
Jake dio dos pasos hacia atrás. Por primera vez, eligió no atacar.
Reiss inclinó apenas el rostro. No lo subestimaba. Lo analizaba.
—Estás pensando —dijo con tono tranquilo—. Eso es bueno.
Jake no respondió. Solo alzó las manos de nuevo, esta vez con los dedos más abiertos, los hombros relajados, las rodillas ligeramente flexionadas.
La respiración bajó un ritmo. Inhaló hondo.
Él no me gana porque sea más rápido. Me gana porque yo estoy luchando contra él... y contra mí mismo.
Jake entrecerró los ojos.
Cada vez que lanzo energía estelar de frente, él la redirige, no la bloquea. ¿Cómo demonios lo hace con tanta facilidad?
Fue entonces cuando recordó algo que Hiroshi le había dicho semanas atrás, mientras entrenaban entre ruinas.
"No intentes derribar una puerta que puedes abrir si giras la manija."
—¿Qué pasa si no concentro la energía en un solo punto? —murmuró en voz baja— ¿Qué pasa si no golpeo... sino que rodeo?
Jake extendió ambos brazos, no al frente, sino a los lados. Su energía estelar empezó a emanar de su cuerpo, no como un torrente, sino como hilos sutiles, serpenteando en espirales lentas.
Reiss se mantuvo firme, pero bajó la mirada un instante al suelo. Observaba las corrientes.
Jake tensó la espalda, bajó su centro de gravedad, y se lanzó en diagonal, con una pisada fuerte de la pierna izquierda y un giro controlado del torso.
El codo derecho avanzó primero, trazando una curva que obligó a Reiss a levantar su defensa.
Pero en ese instante, Jake pivotó sobre la pierna trasera y rotó la cadera completa, deslizando la pierna contraria como un látigo en dirección a sus costillas.
Reiss alcanzó a bloquear con su antebrazo, pero un haz fino de energía estelar, como una cuchilla de aire, salió del tobillo de Jake al contacto.
El golpe no lo tiró. Pero lo hizo retroceder.
Jake no se detuvo. Siguió moviéndose, con pasos más bajos, usando su energía no como un martillo, sino como una red envolvente.
La pierna izquierda bajó en ángulo, el brazo derecho giró en arco inverso. Una estocada veloz, pero no frontal. Una técnica recién inventada, aún sin nombre, pero que se sentía como la bifurcación de una corriente: una que no choca... sino que se cuela.
El filo le rozó el hombro a Reiss. Por primera vez, dejó marca. Una quemadura leve. No sangraba, pero era visible.
Jake cayó con una rodilla, respirando agitado. Pero con los ojos encendidos.
—¿Ves eso? —espetó entre jadeos— No necesito gritar para que me escuches.
Reiss se tocó la marca. La energía residual aún vibraba en su piel.
—Tampoco necesitas un nombre elegante para lo que acabas de hacer —dijo, con media sonrisa—. Eso fue precisión.
Jake se incorporó lentamente, sacudiendo los brazos.
—Llámalo... Tajo cruzado. Porque no va de frente. Va donde no estás mirando.
Reiss se acomodó los hombros. Había dejado de caminar con soltura. Ahora medía sus pasos. El suelo bajo ellos aún crepitaba con energía estelar.
—Jake Evernight… —dijo con una voz más grave—. No subestimé tu fuerza. Pero reconozco que… no había visto tu ingenio.
—Y yo no había visto a alguien tan difícil de derribar —respondió Jake—. No en cuerpo… sino en voluntad.
Ambos respiraban con fuerza. Y por primera vez… la balanza parecía tambalear.
El silencio en la arena era tan profundo que se escuchaban las chispas. La energía estelar de ambos se agitaba como banderas en una tormenta.
Jake estaba con un corte en la ceja, respirando entrecortado, pero sus ojos estaban despiertos. En su centro. Ya no titubeaban.
Reiss se lamió la comisura de los labios, secándose una gota de sudor con el dorso de la mano.
—Tercer punto. El que lo gane, pasará a la próxima ronda. ¿Preparado?
—Más que eso. Estoy despierto —Jake sonrió, mostrando los dientes—. Al fin.
Y entonces todo se rompió.
Reiss se movió primero, pero no de frente. Se desvaneció a la izquierda, tocó el suelo con la palma y saltó como una sombra invertida, directo al cuello de Jake con una patada descendente en espiral.
Jake cruzó los brazos, bloqueó el impacto... pero las piernas cedieron y resbaló hacia atrás, clavando los talones en el suelo.
¡Su técnica de salto se apoya en el brazo inverso!
Jake se impulsó de lado. No había tiempo para atacar. Solo esquivar.
Reiss ya venía otra vez. Cada movimiento era una secuencia orquestada, como una danza letal. No había desperdicio.
Una patada, un giro, una finta, un barrido. Todo venía en combo.
Jake jadeaba, el pecho ardiendo.
No es más fuerte que yo… pero no deja de leerme. Me analiza mientras me golpea. Como si supiera qué estoy pensando... antes que yo mismo.
Jake apretó los dientes. Dio un salto hacia atrás. Pero mientras volaba en el aire, cruzó las manos en el pecho y formó una onda circular de energía estelar, que lanzó al suelo justo donde aterrizaría.
¡BOOM!
La explosión no fue ofensiva. Fue táctica. El humo se elevó, cubriendo su descenso. Jake no necesitaba verlo. Ya había memorizado el patrón de Reiss.
Giró el torso. Estiró el brazo izquierdo. Abrió la palma.
Y cuando Reiss entró por el flanco, directo al corazón de la nube… la palma lo esperaba.
¡Ahora!
—¡Desviación! —gritó Jake.
Una corriente rotatoria lo envolvió y usó la energía de Reiss contra él, cambiando su trayectoria en el último segundo. Reiss cayó sobre una rodilla, con una expresión sorprendida.
Jake no desperdició el momento. Se lanzó con el hombro, no para golpear, sino para colisionar con su centro de gravedad.
Reiss trastabilló. Por primera vez, el equilibrio le fallaba.
Jake rodó, se levantó en una sola acción, flexionó el brazo, y lanzó una esfera comprimida de energía estelar directa al torso.
Impacto limpio.
La explosión fue contenida, pero eficaz. Reiss fue arrastrado un par de metros hacia atrás, la camiseta quemada en el centro.
Jake cayó de rodillas, respirando como si hubiera corrido tres kilómetros sin parar.
El humo se disolvía lentamente.
Reiss se puso de pie, tocándose el pecho. Tenía quemaduras. Y sangre.
Pero sonreía. Una sonrisa mínima. Tranquila.
—No esperaba menos —dijo—. Supiste adaptar cada error. Cada tropiezo.
Jake, aún agitado, lo miró desde el suelo.
—No fue por ti —contestó—. Fue por mí. Tenía que aprender a escucharme en medio del ruido.
El árbitro levantó la mano.
—¡Punto final para Jake Evernight! ¡Marcador definitivo: 3 a 2!
Hubo un segundo de silencio. Un segundo en el que nadie respiró.
Y luego, el estallido.
El público gritó, silbó, se puso de pie. Algunos no podían creerlo. Otros lo esperaban en secreto. Pero todos lo sintieron: Jake Evernight acababa de firmar su nombre con fuego.
Reiss, de pie, con el pecho aún marcado por la última explosión, bajó la mirada. No de derrota. De respeto.
Jake, jadeando, con los ojos empañados de cansancio y emoción, apenas podía sostenerse en pie. Pero lo hacía. Como un árbol que se niega a caer después de la tormenta.
Reiss se acercó. Le tendió la mano.
—Nunca subestimes lo que aún no ha florecido —le dijo—. Hoy ganaste. No por ser el hijo de nadie… sino por decidirlo.
Jake la tomó, temblando.
—Gracias por no frenarte —respondió—. Necesitaba que me empujaras al borde.
—Eso hacen los guerreros que respetan a otro —dijo Reiss, inclinando la cabeza.
Cuando soltaron las manos, el estadio aún coreaba el nombre de Jake. Pero él no lo escuchaba. En su cabeza, había una sola cosa:
No soy el mejor. Pero estoy en camino. Y esta vez... lo estoy escribiendo con mi propia sangre.
Las antorchas del coliseo estallaron en una llamarada pálida, y la multitud se inclinó hacia el abismo de las plataformas con hambre en los ojos. El combate entre Jake Evernight y Reiss Vauren aún estaba fresco en sus retinas, pero los sistemas ya estaban recalibrados. El cuadrante superior izquierdo del campo descendió en tres niveles, revelando las tres plataformas circulares, separadas por campos de energía: una roja, una verde, y una azul. El estruendo era bestial.
“Bienvenidos a la siguiente ronda del Torneo Astral.”
La voz del árbitro resonó como un trueno refinado.
“Tres combates. Seis combatientes. Tres llaves en juego. Observen bien... porque alguno de estos nombres resonará por eras.”
[PLATAFORMA ROJA] – Lyra Vex vs Bran Volk
Lyra apareció como un destello púrpura entre los haces de luz, con el cabello plateado amarrado en una coleta tan tensa como su concentración. Sus guantes marcaban runas en espiral que se iluminaban con una energía afilada, casi como si su aura buscara cortar la misma realidad. Frente a ella, Bran Volk ajustaba las correas de su armadura de torso desnudo. Alto. Imponente. Su piel curtida parecía piedra pulida por tormentas.
Bran (voz ronca, fija en sus ojos):
—No subestimo lo que veo. Pero no me rendiré aunque me atravieses con todo tu brillo.
Lyra (sin pestañear):
—Eso es lo que quiero. Alguien que aguante.
¡TIIING!
El gong resonó y el duelo comenzó. Bran se lanzó como una avalancha, sus pasos estremecían la plataforma. Lyra giró sobre sí misma, deslizando su palma hacia delante —una estela de cortes invisibles emergió al instante. El brazo de Bran fue rozado, una línea sangrante apareció sin contacto visual.
Lyra (mentalmente):
“Los Veintitrés Hilos Cortantes están activos... aún no bloquea, solo aguanta. Tiene una resistencia insana.”
Bran rugió, y del suelo arrancó un trozo de piedra reforzada, lanzándolo como un proyectil. Lyra saltó hacia atrás, deslizando su bota sobre el borde y activando un patrón de runas en su talón. Su silueta desapareció en un parpadeo y reapareció detrás de Bran con un solo dedo extendido.
—Segundo corte.
Una línea surgió en la espalda de Bran como una grieta en mármol. Pero el gigante solo sonrió.
Bran:
—Eso... eso sí dolió.
Y entonces, por primera vez, Bran canalizó su energía: sus venas comenzaron a brillar rojo-naranja, como un volcán por estallar.
Bran:
—“Ignis Frame.”
Lyra (abriendo los ojos con fuerza):
—Oh... no estás aquí para jugar.
[PLATAFORMA VERDE] – Kael Riven vs Nia Skell
Kael caminó hacia el centro con el aire de un príncipe exiliado. Su lanza de tres puntas giraba con soltura en su palma, sin mostrar esfuerzo. Nia, por otro lado, bajó la cabeza y permaneció en silencio, como si las luces del coliseo fueran demasiadas. Sus dedos temblaban… hasta que sus pies tocaron la piedra.
Ahí se transformó.
Kael (incrédulo):
—...Eres tú la que invocó los cubos espectrales ayer. Pensé que era un error de sistema.
Nia (voz apagada):
—No soy un error. Soy el experimento que sobrevivió.
El suelo debajo de ella se abrió en un rompecabezas de bloques flotantes. Plataformas cúbicas de cristal giraban a su alrededor. Cada una proyectaba una trayectoria futura... cálculos flotaban en el aire.
Kael lanzó su lanza.
Instantáneamente, dos cubos interceptaron la trayectoria, descomponiendo la lanza en partículas de datos.
Kael (sonriendo):
—Interesante.
Nia (aún sin mirarlo):
—Estrategia: supresión de rango medio. Comenzando análisis de desestabilización motora.
Kael no era tonto. Sabía que estaba siendo escaneado, leído, desmenuzado.
Kael (mentalmente):
“¿Qué tipo de mente puede analizar una pelea en tiempo real... y reescribirla?”
Activó su propio protocolo. El suelo se oscureció bajo sus pies mientras se impulsaba con una explosión centrífuga. “Lanza Astra”, gritó.
Nia apenas levantó un dedo. Los cubos giraron en un espiral caótico, creando un domo defensivo.
El impacto fue brutal. Las plataformas estallaron en una lluvia de cristal, pero detrás del humo... Nia aún estaba ahí, ilesa. Sonriente.
Nia:
—Nuevo patrón detectado. Adaptando contramedida.
[PLATAFORMA AZUL] – Vahn Elric vs Drayk Halden
Este no parecía un combate... sino un entierro.
Vahn caminaba como un monje. Lento, casi flotando. Sus ropajes eran oscuros con símbolos arcanos y su mirada... vacía. Drayk, por otro lado, tenía las manos en los bolsillos. No sacó arma. No hizo reverencia.
Drayk (murmurando):
—Mátame rápido, brujo. Tengo cosas más interesantes que ver que tus rezos.
Vahn alzó la mirada por primera vez.
Vahn:
—La energía estelar no mata. Absorbe. Disuelve. Transforma.
De inmediato, el cielo sobre la plataforma azul se oscureció. Una cúpula de constelaciones emergió del campo. Drayk resopló, sacó las manos... y reveló dos cuchillas cortas.
Drayk:
—Perfecto. Luz de estrellas. Las odio.
Se lanzó como una víbora. Su velocidad era animal. Vahn movió solo dos dedos y creó un círculo de energía. Drayk lo atravesó con brutalidad... y su cuchilla rozó la mejilla de Vahn. Un solo corte.
Drayk (riendo):
—¿No lo viste venir?
Vahn (sin inmutarse):
—No necesitaba verlo.
Una runa brilló bajo el pie de Drayk. ¡BOOM! Una onda lo lanzó hacia atrás como un proyectil. El campo tembló.
Vahn:
—Grabé tu movimiento desde que cruzaste la barrera. Ya no me pertenece este cuerpo... solo el cálculo.
Drayk escupió sangre. Rió.
—Eso fue buena... Pero te aseguro que no tienes runas suficientes para detenerme otra vez.
Y se volvió a lanzar, esta vez en zigzag. Una sombra veloz contra un mago que apenas respiraba.
[EN LAS GRADAS]
Jake Evernight miraba con atención los tres combates. A su lado, algunos compañeros recién clasificados compartían miradas, tensos.
Jake (pensando):
“Cada uno... es una tormenta contenida. Este torneo... no es un simple juego.”
El coliseo rugía, y los campos de energía vibraban con el alma de los combatientes.
El Coliseo se envolvía en pulsos de energía inestables. Cada plataforma ardía con sus propios demonios. El público no sabía en cuál fijar sus ojos. No había respiro. No había tiempo para pestañar.
[PLATAFORMA ROJA] – Lyra Vex vs Bran Volk
Bran estaba envuelto en fuego. No una llama común, sino un aura volcánica que deformaba el aire alrededor. El suelo se derretía con cada uno de sus pasos.
Ignis Frame: Nivel 2.
Lyra jadeaba. Varias de sus runas estaban desactivadas. Sangraba del brazo derecho.
Lyra (pensando):
“Ya desactivó quince de los hilos… está aprendiendo... y su resistencia… es monstruosa.”
Bran sonrió.
—Me tienes contra las cuerdas... pero sigo aquí. Y eso te debe molestar.”
Lyra cerró los ojos. Y murmuró:
—Corte 24. Punto de gravedad.
Una sola línea. Casi invisible. Pero el suelo bajo Bran colapsó. No por daño físico, sino porque Lyra alteró la masa en un microsegundo: cayó con una fuerza 5 veces mayor que su peso.
¡CRACK!
Bran se arrodilló, su pierna quebrada bajo su propio cuerpo.
Bran (gritando):
—¡NO... AÚN NO!
Y en un último aliento, lanzó su puño envuelto en magma.
Lyra no lo esquivó. Lo recibió.
El impacto la mandó girando por el aire.
El árbitro, alzando el brazo, gritó en sincronía con el clamor de los asistentes:
—¡VICTORIA PARA... LYRA VEX!
Lyra se levantó lentamente, el labio roto, una sonrisa torcida en su rostro.
[PLATAFORMA VERDE] – Kael Riven vs Nia Skell
Kael estaba sin lanza. Su brazo izquierdo colgaba desarticulado. Nia flotaba entre los cubos, como una marioneta de cálculos.
Kael (mentalmente):
“Cada vez que ataco... ella ya lo ha visto. Pero hay algo que no puede prever... el instinto. El caos.”
Kael dio un paso adelante. Otro.
Nia lo miró con una ceja alzada.
—¿Rendición?
Kael sonrió.
—Rebote invertido.
Y se lanzó hacia uno de los cubos a toda velocidad. Justo antes del impacto, activó una vieja técnica: desvió su energía para rebotar de forma diagonal contra el cubo, girando por debajo de la predicción de Nia.
Por primera vez... Nia frunció el ceño.
Kael emergió por su flanco ciego y, usando su propia armadura como proyectil, embistió con el hombro desnudo.
Los cubos colapsaron como una red rota.
Kael (gimiendo):
—Instinto, niña.
Nia cayó de rodillas. Agotada. Desconectada.
Árbitro:
—¡Kael Riven AVANZA A SEMIFINALES!
Kael alzó el brazo con dificultad.
—Eso fue... jodidamente hermoso.
[PLATAFORMA AZUL] – Vahn Elric vs Drayk Halden
El duelo más silencioso... pero el más mortal.
Drayk jadeaba, la mitad de su cuerpo cubierto por energía negra. Vahn había dejado de moverse. Solo sus ojos se mantenían abiertos, flotando a centímetros del suelo.
Drayk:
—Me llevaste al límite, brujo...
...y aún así no sangraste.
Vahn:
—Sangré por dentro. Donde no puedes cortar.
Drayk intentó un último movimiento, una estocada dirigida al corazón. Pero cuando su cuchilla lo tocó...
Drayk (desesperado):
—...¡¿Qué demonios?!
Vahn (calmo):
—Te reflejé. Cada golpe, cada intención. Ahora estás atrapado en ti mismo.
Drayk cayó de espaldas. Con la mente atrapada en un bucle ilusorio.
Árbitro:
—Vahn Elric, por supresión psico-astral, es el ganador.
[ZONA DE LOS CLASIFICADOS – Anuncio del Sorteo]
El aire estaba pesado. Cuatro combatientes se alineaban bajo los reflectores:
Jake Evernight
Lyra Vex
Kael Riven
Vahn Elric
Una esfera flotante descendió. El sistema de emparejamiento aleatorio comenzó su sorteo. Cifras giraban, luces rebotaban, y la tensión podía cortarse con un suspiro.
“Emparejamientos listos.”
La voz del árbitro retumbó con solemnidad.
SEMIFINAL 1: Jake Evernight vs Vahn Elric
SEMIFINAL 2: Lyra Vex vs Kael Riven
El Coliseo rugió.
Jake entrecerró los ojos.
Jake (mentalmente):
“Vahn... Elric. Ese tipo no pelea. Él desmantela almas.”
Vahn lo miró, inexpresivo. Como si ya supiera cómo terminaría el combate.