Historias de Solaria: Parte II

«Aeryn, hija del silencio»

“Hay quienes nacen en la historia. Y hay quienes la estorban. Yo nací para impedirla.”Aeryn Daal, archivo confidencial del Comité Interior de Solaria (desclasificado parcial, ciclo 10078)

【✦ Voz testimonio – Aeryn Daal | Registro 01, Academia Altamira】

Me llamo Aeryn Daal. Y, aunque nací en Solaria, un hecho que debería ser incuestionable, no todos parecen dispuestos a aceptarlo como la verdad. A menudo percibo miradas de duda, pequeños gestos que sugieren que no me consideran verdaderamente de aquí, de este mundo que ahora llamo hogar. Tal vez la razón de esta sutil desconfianza se arraiga en mis orígenes familiares, en el hecho de que mis padres provenían de la Tierra Vieja, un lugar envuelto en leyendas y ecos de un pasado distante. Ella, mi madre, era originaria de las majestuosas montañas de Suiza, un paisaje de picos nevados y valles profundos que ahora solo existen en relatos y viejas fotografías holográficas. Él, mi padre, provenía de una ciudad flotante, una maravilla de la ingeniería que danzaba entre las nubes y que, tristemente, ya no existe, borrada de la historia como si nunca hubiera existido, como un sueño que se olvida al despertar.

Recuerdo vagamente las historias que contaban sobre su llegada a Solaria, un tiempo en el que el Orbe, esa omnipresente fuente de energía y conexión, aún no era un tema de conversación abierta, al menos no entre la gente común. Dicen que, en aquellos días, las interacciones humanas eran más directas, más íntimas. La gente se miraba profundamente a los ojos, buscando una conexión genuina, pero las palabras eran medidas, cautelosas. Aprendí esa reticencia, esa habilidad para leer entre líneas y comprender los silencios, incluso antes de aprender a dar mis primeros pasos en este suelo solariano.

Hoy, el tiempo ha tejido dieciséis años en mi existencia. Y me encuentro en el umbral de un hito importante: casi estoy por graduarme de la Academia Altamira, un nombre que resuena con prestigio en Solaria. Es la primera institución oficial de conocimiento multidimensional, un lugar donde las fronteras de la realidad se expanden y los límites de lo posible se desdibujan constantemente. Sé que suena ridículo para alguien ajeno a nuestra realidad, para aquellos que viven en mundos con leyes físicas más... convencionales. Pero aquí, en Solaria, donde la propia estructura del universo parece maleable, hasta lo ridículo se convierte en una faceta más de lo real.

Mi clase favorita, sin lugar a dudas, es Historia Geocósmica. Me fascina explorar las intrincadas capas del tiempo y el espacio que convergen en nuestra existencia. Sin embargo, debo admitir que a veces esta inmersión profunda en los misterios del cosmos me provoca un leve dolor de cabeza, una sensación de que mi mente intenta abarcar conceptos que desafían la lógica lineal. Un ejemplo reciente de esta confusión mental ocurrió cuando el profesor Arthur, un nativo del Consejo con una reputación de intelecto excéntrico, nos reveló una perspectiva asombrosa sobre nuestra ubicación. Nos explicó, con una seriedad desconcertante, que en verdad no estamos del todo situados en el Atlántico Sur, como los mapas tradicionales podrían sugerir. En cambio, afirmó que Solaria vibra en una “frecuencia desplazada de realidad cuatridimensional”, una frase que aún resuena en mi mente como un enigma sin resolver. Recuerdo vívidamente el momento en que pronunció estas palabras, mientras mordía con aparente despreocupación una manzana de un color azul intenso, un fruto común aquí pero que seguramente sorprendería a los habitantes de la Tierra Vieja.

En ese instante, una duda persistente se sembró en mi mente. ¿Estaba bromeando el profesor Arthur? ¿Era una de sus peculiares formas de estimular nuestro pensamiento, de desafiar nuestras percepciones? O, por el contrario, ¿estaba compartiendo una verdad fundamental sobre la naturaleza de nuestra existencia en Solaria? Con los nativos del Consejo, uno nunca puede estar completamente seguro. Su lógica a menudo sigue caminos inescrutables para los forasteros, y su sentido del humor puede ser tan elusivo como la propia realidad multidimensional que estudian. Esta incertidumbre constante es, quizás, una de las características más definitorias de la vida aquí en Solaria.

【❖ Relato del Cronista Anónimo】

La isla de Solaria no existe en un solo plano. Su estructura geográfica flota entre líneas tectónicas energéticas conocidas como vectores de resonancia estelar. Desde el exterior, los océanos se ven continuos. Desde dentro, el archipiélago solariano es un núcleo de equilibrio, dividido en siete anillos urbanos. Cada anillo es controlado por una orden: defensa, ciencia, memoria, transición, comunicación, verdad y silencio.

La Academia Altamira está justo en el corazón del anillo de transición. Y Aeryn… también.

【✦ Voz testimonio – Aeryn Daal | Registro 02, Confidencial】

Hay una cosa que no enseñan en Altamira: cómo lidiar con las visiones. Empezaron después de los 13. Al principio eran solo sueños. Pero después… eran tan reales que podía oler el aire de otro planeta. Uno… destruido. Uno como Aetheria.

Un día me escapé de clases y seguí los túneles bajo el pabellón de Cristal. Ahí abajo encontré una cámara sellada. No debía abrirla. Lo hice igual.

Y lo que vi… no fue una máquina ni un arma. Fue un mensaje atrapado en luz. Una advertencia de una civilización extinta:

“No repitan nuestros errores. La energía no obedece. Solo recuerda.”

Después de eso, todo se volvió más turbio. Unos días más tarde intercepté por accidente una comunicación del Consejo Interior. Hablaban de un “protocolo de extracción” y de un tal Proyecto Helios. Querían usar el Núcleo Solariano. No para proteger… sino para trascender. A cualquier costo.

Así que hice lo que cualquier adolescente con traumas interplanetarios haría: sabotearlo.

【❖ Relato del Cronista Anónimo】

Nadie supo jamás quién causó la “Anomalía del Orbe”, un evento registrado como una falla espontánea del sistema de transferencia energética de Solaria que detuvo el Protocolo Helios indefinidamente. Las grabaciones de seguridad desaparecieron. Las rutas del núcleo fueron alteradas desde una consola de estudiante. El único rastro fue una flor artificial, dejada sobre el panel principal. Una flor que no se marchita. Una flor que sólo crece en el Anillo del Silencio.

【✦ Voz testimonio – Aeryn Daal | Registro 03, No autorizado】

A veces me preguntan por qué no dejé que siguieran con Helios. Que tal vez estábamos destinados a algo más grande.

Pero yo crecí entre las ruinas de los que pensaron igual. Solaria no es grande por lo que puede hacer. Lo es por lo que ha decidido no hacer.

Mi nombre es Aeryn Daal. Y si algún día el mundo vuelve a sangrar, sabrán que, al menos una vez, alguien eligió no seguir el camino fácil.