La pesada puerta metálica del laboratorio aún resonaba con un eco sordo en los oídos de Jake, un sonido final que confirmaba la partida de Sophia y sellaba el silencio tras ella. Se sentó en la camilla fría, extendiendo su brazo derecho, la marca en su piel, ahora visible en toda su intensidad, brillando débilmente bajo la luz artificial. El calor había disminuido hasta convertirse en una brasa latente, pero la pulsación era constante, un segundo latido bajo su propia piel que antes era apenas un murmullo y ahora una afirmación. Aria, con su expresión de vuelta a la concentración clínica que la caracterizaba, ya tenía el pequeño escáner de mano sobre su antebrazo, su mirada pegada a la pantalla que comenzaba a llenarse de datos y gráficos complejos.
—Intenta quedarte quieto, Jake —dijo Aria, su voz carente de toda emoción salvo la curiosidad científica. Sus dedos, finos y precisos, ajustaban los diales del escáner, calibrando la frecuencia para penetrar las capas astrales y epidérmicas. La luz suave del dispositivo danzaba sobre la marca, haciendo que las líneas intrincadas parecieran retorcerse y fluir por sí solas, mucho más pronunciadas de lo que nunca antes habían sido.
Jake observó la pantalla del escáner. Veía picos y valles en gráficos de energía que no entendía, líneas que cambiaban de color y formas geométricas que aparecían y desaparecían. —¿Qué... qué ves? ¿Es... es malo?
—"Malo" es subjetivo —respondió Aria sin levantar la vista—. Es... inusual. Extremadamente inusual. La firma de energía que emana de la marca no coincide con ninguna que tenga registrada en los archivos de la academia. Ni energía estelar pura, ni energía abisal contaminada como la que usaba Raven. Tampoco es una manifestación de potencial astral sin refinar. Es... diferente. Lo que desencadenó esta manifestación visible... eso es lo que debemos entender.
Aria frunció el ceño, una arruga de concentración que Jake rara vez veía. Aceró su guante cuidadosamente sobre la marca. La pulsación pareció aumentar bajo su toque, y Jake sintió una punzada aguda, no de dolor, sino de una resonancia extraña, como si la marca estuviera respondiendo a la energía de Aria o al escáner, o quizás afirmando su presencia ahora plenamente despierta.
—Detecto una resonancia secundaria —murmuró Aria para sí misma, su voz bajando de tono—. Un eco de otra firma... muy, muy débil. Casi imperceptible. Algo... antiguo. O muy distante. O muy... oculto. Es como si la marca misma fuera una superficie, y esto... esto fuera lo que hay debajo, resonando. Tiene una resonancia... antinatural. Completamente ajena a los flujos de energía que conocemos.
Reiss, desde su camilla cercana, luchó por incorporarse un poco más, el dolor aún pintado en su rostro, pero la curiosidad en sus ojos venciendo al malestar. —Un eco... de otra firma... una resonancia... antinatural. He leído sobre eso. En los viejos tomos de la biblioteca restringida. Marcas de vinculación. Sellos de propiedad. A veces... a veces, vestigios de pactos o... o transferencias de poder... que a menudo permanecen latentes, invisibles o casi imperceptibles, esperando el momento adecuado o las condiciones propicias para florecer... para manifestarse por completo.
Jake tragó saliva. ¿Vestigios que florecen? ¿Sellos de propiedad? ¿Pactos? Eso sonaba terriblemente ominoso. —¿Un pacto? ¿Transferencia de poder? ¿Latente? Pero... ¿quién? ¿Por qué yo? ¿Fue... fue al tocar el prisma... que se manifestó así?
—Esa es la conexión más obvia con los eventos recientes —dijo Aria, su tono firme—. La marca no proviene del prisma del Fulcro Luminar, Jake. Ese prisma fue diseñado para contener y canalizar una técnica específica que yo desarrollé. Pero su manifestación visible y palpable... su activación... coincidió con que lo tomaras, sí. Es posible que el prisma, al ser un concentrado de energía estelar pura, en un entorno ya cargado por el conflicto y la energía abisal, actuara como un... un catalizador. Como encender una luz en la oscuridad que atrajo la atención de algo... o que simplemente proporcionó la chispa para que algo ya presente se manifestara. Quizás el estrés intenso del combate anterior, sumado a la exposición a la energía abisal, te hizo susceptible. Y el prisma fue el último empujón.
Aria dejó el escáner un momento y tomó un visor espectral, ajustándolo sobre sus ojos. Observó el brazo de Jake a través de las lentes, que filtraban la realidad para mostrar los flujos de energía. —Veo... canales sutiles que irradian desde la marca. Se extienden por debajo de tu piel, integrándose con tu propia red de potencial astral. No parece estar drenando tu energía activamente ahora mismo, pero está... conectada. Como si fuera una extensión artificial de tu propio ser. O una... una adición. Una adición que ha sido activada.
—¿Una adición de qué? —preguntó Jake, la voz un poco tensa. La idea de algo extra, algo ajeno, incrustado en su propia red de energía vital, le revolvía el estómago.
Reiss tosió débilmente, llamando su atención. —Los textos hablaban de que estas marcas podían ser... bidireccionales. Un canal. A veces, transferían poder o información al portador. Otras veces... otras veces, permitían que algo del otro lado... observara. O influyera. O... controlara. Una vez manifestadas, su propósito se hacía activo.
La piel de Jake se erizó. Control. La palabra resonó con un eco helado en su mente. Raven había sido controlado, retorcido en algo monstruoso por la influencia de Zephyr Blackthorn. Si esa marca... si era un canal que ahora estaba activo... ¿podría estar conectada con él?
—Control... ¿Como Raven? —la voz de Jake era apenas un susurro.
Aria se quitó el visor, su expresión seria. —Es una posibilidad que debemos considerar. La firma secundaria que detecto es extremadamente sutil, casi como un suspiro, pero tiene esa resonancia... antinatural. No es la energía estelar a la que estamos acostumbrados. Podría estar relacionada con esa energía abisal que Reiss describió, o con la fuente de esa energía. Con Zephyr Blackthorn. La pregunta es si la marca es la fuente de la conexión, o si tú eras ya un recipiente latente, y la marca solo es la señal de que esa conexión ahora está activa.
Jake miró su brazo, la marca pulsante ahora no solo un misterio, sino una posible sentencia. ¿Llevaría dentro una conexión con la oscuridad que había destrozado la academia? ¿Sería él ahora un potencial títere, marcado para ser manipulado? La impotencia que sintió al ver a Sophia marchar sola se agravó por un nuevo miedo visceral por sí mismo. La idea de que esto pudiera haber estado en él todo el tiempo, invisible, latente... era casi peor.
—Pero... ¿por qué yo? —susurró—. ¿Por qué se activó ahora? ¿Fue... fue el prisma? ¿La energía del combate? ¿Todo junto?
—Esa es la pregunta clave —dijo Aria, volviendo al escáner con una nueva urgencia—. Necesito más datos. Necesito comparar esta firma con lo que Reiss vio o sintió de la energía de Blackthorn. Necesito entender qué activó esto y qué es exactamente esta firma antinatural.
Reiss asintió con dificultad. —Intentaré... recordar. La sensación de la energía de Blackthorn... Era... fría. Como el vacío interestelar. Pero con una... una intención. Una malicia que helaba más que el frío. La firma secundaria que sientes en la marca, Aria... ese eco... creo que la sentí de Blackthorn... cuando... cuando destrozó el coliseo... en el torneo... fue... similar. Como esa resonancia antinatural.
Mientras Reiss cerraba los ojos, concentrándose dolorosamente en revivir el horror que había presenciado y sentido, intentando aislar esa sensación etérea del trauma, Aria continuaba su trabajo, la luz del escáner moviéndose metódicamente sobre el brazo de Jake. El laboratorio, antes un simple refugio, se había convertido en un centro de investigación bajo asedio. Tenían un herido, un misterio grabado en la piel de otro, y a Sophia sola enfrentando un peligro inimaginable.
El tiempo en el laboratorio se estiraba y se contraía, marcado por el suave pitido del escáner, las sibilancias de la respiración de Reiss y el silencio cargado de las preguntas sin respuesta. La marca en el brazo de Jake no solo era un enigma médico o astral; era un símbolo. Un recordatorio constante de que la batalla externa tenía ramificaciones internas, y que la influencia de Zephyr Blackthorn, la oscuridad del abismo, podía encontrar caminos insidiosos para manifestarse, incluso en los lugares que parecían más seguros, incluso en aquellos que luchaban contra ella. No era simplemente energía oscura; era una variante, algo diferente, y se había anclado en Jake.
No podían ir tras Sophia de inmediato. Reiss no podía moverse. Jake, con esa marca activa y de origen incierto, era un comodín impredecible y potencialmente un riesgo. Aria, aunque capaz, no podía enfrentarse sola a Raven y a la posible presencia de Blackthorn. Su lucha, por ahora, estaba aquí. Descifrando lo que significaba esa marca antinatural. Entendiendo el nuevo tipo de amenaza que representaba. Porque quizás, solo quizás, la clave para detener lo que estaba sucediendo afuera no estaba en la fuerza bruta, sino en comprender el signo que había florecido bajo la piel de Jake en el corazón del refugio, y la resonancia antinatural que portaba.
La luz del escáner seguía su danza lenta y metódica, y la marca pulsaba, esperando ser leída, esperando revelar su verdadera naturaleza y el por qué había elegido manifestarse ahora con tanta intensidad.