En el corazón de un cubo negro, un espacio que contenía un universo dentro de su oscuridad, flotaba un joven de cabello blanco como la nieve recién caída y ojos azules como el cielo más puro. Aquel lugar, un paraíso oculto, era un mundo de ensueño: árboles místicos, cuyas ramas latían con vida propia, se alzaban hacia un firmamento tachonado de estrellas. Millones de puntos luminosos titilaban como luciérnagas cósmicas, iluminando el vacío sin necesidad de sol ni luna. La luz emanaba del aire mismo, como si la atmósfera fuera una fuente infinita de energía.
El joven, plenamente consciente de su entorno, sabía que había permanecido dormido durante al menos un mes. Treinta días flotando en aquel limbo, sumido en un sueño profundo. Sin embargo, al despertar, no sintió ni miedo ni confusión. Sabía por qué estaba allí. Había pagado el precio por exceder sus límites en batallas pasadas, y aquel cubo era a la vez su refugio y su prisión temporal.
Media hora había transcurrido desde que abrió los ojos, y lo que descubrió lo dejó sin aliento. El interior del cubo no era un vacío estéril, sino un edén vibrante. Gigantescos árboles de hojas esmeralda se extendían hasta donde alcanzaba la vista, mientras hierbas de un verde intenso alfombraban el suelo. El aire era tan puro que cada inhalación lo revitalizaba. Ríos de aguas cristalinas serpenteaban entre la vegetación, y en medio de todo ello, brillaba el maná: no uno cualquiera, sino uno tan denso y poderoso que haría enloquecer a cualquier mago.
"Así que esto es lo que escondía el cubo", musitó el joven, su voz resonando en la inmensidad.
Como respuesta, una voz grave y reverberante surgió de la nada, como si el vacío mismo hablara:
- SÍ. ESTE LUGAR ES NUESTRO.
El joven arqueó una ceja. "¿Estamos solos en esta dimensión?"
- NO. AQUÍ HABITA UNA RAZA QUE SE HACEN LLAMAR HADAS, respondió la voz.
"¿Hadas?"
- SÍ. SEGÚN SU REINA, EL ANTERIOR DUEÑO DEL CUBO LES PERMITIÓ REFUGIARSE AQUÍ PARA PRESERVAR SU ESPECIE.
El joven frunció el ceño. No era común toparse con criaturas míticas en un lugar como aquel.
- MI SEÑOR, YA HAN PASADO LOS TREINTA DÍAS. PUEDE ABANDONAR ESTE LUGAR CUANDO LO DESEE.
"Entiendo. Pero, ¿cómo diablos dejo de flotar?"
Por más que intentó moverse, una fuerza invisible lo mantenía suspendido. Sin embargo, tras unos segundos, una energía sutil lo guió con suavidad hasta el suelo. Al pisar tierra firme respiró hondo y escrutó el horizonte.
"¿Cómo demonios metes un mundo entero dentro de un cubo?", preguntó, más para sí mismo.
- NO FUE INTRODUCIDO A LA FUERZA. FUE CREADO DESDE CERO EN ESTA DIMENSIÓN.
"¿Qué?" parpadeó, desconcertado pero fascinado. La idea de crear un mundo de la nada superaba su comprensión, pero en aquel lugar, donde las leyes de la realidad parecían maleables, todo era posible.
"Parece que este cubo es más de lo que imaginaba", murmuró, observando con renovado interés.
- ¿QUÉ DESEA HACER?
Una risa escapó de sus labios. La pregunta de su acompañante tenía un doble sentido. D ya no era una simple inteligencia artificial; había evolucionado hasta volverse algo más, un ser cuyos razonamientos superaban cualquier lógica convencional.
"¿Qué cambios hiciste mientras dormía?", preguntó, notando una extraña sensación en su cuerpo que no lograba definir.
- ME ACTUALICÉ. Y DESCUBRÍ ALGO INTERESANTE: AL ABSORBER UN ALMA HUMANA, PODEMOS FORTALECERNOS.
"¿Qué demonios acabas de decir?" El joven se quedó helado.
- ES COMO LO OYÓ. LAS ALMAS SON UNA FUENTE DE PODER.
"D… eres un peligro cuando actúas por tu cuenta", susurró, con un dejo de decepción. Si alguien lo escuchara, podrían tomarlo por un monstruo.
- MI SEÑOR, la voz lo llamó de un modo distinto esta vez.
"¿Por qué el cambio de trato?"
- ES LO MÁS ADECUADO, DADA NUESTRA RELACIÓN. ADEMÁS, LOS DATOS OBTENIDOS DE LOS CADÁVERES CONFIRMAN QUE ES LA FORMA CORRECTA DE DIRIGIRSE A AQUEL A QUIEN SE DEDICA LA EXISTENCIA.
"Bueno, como prefieras", concedió el joven, aunque algo en aquella explicación lo inquietaba.
- HAY MÁS. EL REGALO PARA LA PRINCESA ELFO ESTÁ LISTO.
"¿Ah, esa cosa?"
- SÍ. LE APLIQUÉ MEJORAS.
"¿Otra vez?"
- SÍ. ¿DESEA VERLO?
"Claro."
En un instante, fue teletransportado a otro sector de aquel mundo. Cuando recuperó la vista, se encontró frente a una estructura que apenas podía llamarse 'árbol'. O quizás 'flor' sería más apropiado, aunque su tamaño desafiaba cualquier clasificación. La criatura, con su rostro humano grotescamente fusionado al tallo, había crecido hasta alcanzar los veinticinco metros de altura, sus raíces extendiéndose bajo la tierra.
"¿Qué mierda le diste de comer?", preguntó, atónito.
- NUTRIENTES DEL SUELO Y DOSIS CONTROLADAS DE ENERGÍA VITAL.
"Entiendo… ¿y por qué está tan callada?", inquirió con desdén, notando el silencio anormal de la criatura.
- NO SOPORTÓ LA TORTURA Y MURIÓ. ASÍ QUE EXPERIMENTÉ CON LA RESURRECCIÓN. FUNCIONÓ: SU CUERPO REVIVIÓ.
"¿Y el alma?"
- LA CONSUMÍ. GRACIAS A ELLA, COMPRENDÍ EL ORIGEN DE SU PODER.
El guardó silencio. ¿Quién era el verdadero monstruo aquí: la flor antropomorfa o su propio aliado?
Al levantar la vista, notó algo que colgaba del tallo: una crisálida negra, pulsante como un corazón oscuro.
"¿Qué carajo hiciste ahora?"
- USÉ EL ÚTERO DE LA FLOR PARA POTENCIAR EL REGALO. LA CRIATURA RESULTANTE PODRÁ ELEGIR SUS PODERES A VOLUNTAD.
"Así que ese era su secreto", murmuró, observando la crisálida con cautela. Aunque parecía inerte, sus ojos percibían lo que yacía dentro: un ser de una especie inexistente en aquel mundo.
"Espero que esa cosa no se rebele."
- NO PUEDE. LE IMPUSE UNA 'ORDEN ABSOLUTA'. ES INCAPAZ DE DESAFIARNOS.
"Bien. Pero… ¿qué clase de criatura es?"
- NO LO SÉ. NO HAY REGISTROS.
"¿Cómo? Tienes acceso a miles de recuerdos."
- EL ADN NO PROVIENE DE ESTE MUNDO. LO OBTUVIMOS DURANTE NUESTRO VIAJE POR EL VACÍO, CUANDO ÉRAMOS SÓLO UN ALMA.
El rostro del joven se crispó.
"Explícate."
- LA APARIENCIA ACTUAL SE DEBE A QUE ESE ADN PREDOMINÓ SOBRE LOS DEMÁS. ES ALGO… DEL EXTERIOR.
"Basta. No quiero saber más", cortó el joven, comprendiendo al fin la naturaleza de aquel ser. Era algo que no pertenecía a su realidad.
Tras un largo silencio, susurró:
"¿Cómo voy a regalarle a la niña elfo una criatura que parece salida de una pesadilla? Con solo mirarla dan ganas de huir."
La crisálida, inmóvil pero ominosa, parecía sonreír en la penumbra.
El joven de cabello blanco y ojos azules, aun asimilando las perturbadoras revelaciones sobre la crisálida, sintió un repentino cambio en el aire. Una vibración sutil recorrió el ambiente, como si el propio mundo dentro del cubo respondiera a una presencia ajena. D, su fiel sirviente, emitió una alerta:
- MI SEÑOR, SE ACERCAN.
En el horizonte, cientos de pequeñas luces titilantes surgieron entre los árboles místicos, avanzando a velocidades imposibles. Eran como estrellas fugaces, pero con un brillo más cálido, más vivo. A medida que se aproximaban, el joven pudo distinguir sus formas: criaturas diminutas, de no más de diez centímetros de altura, con alas translúcidas que destellaban con los colores del arcoíris, Hadas.
La primera en llegar fue una figura más grande que el resto, irradiando una majestuosidad que eclipsaba a sus acompañantes. Su cabello era un arcoíris de colores, y sus ojos, no tenían un color establecido ya que parecían estar cambiando de color a cada segundo, brillaban con una inteligencia ancestral. Llevaba una corona de cristal tallado que parecía contener el firmamento en su interior.
"Bienvenido", su voz era melodiosa, pero con una autoridad que resonaba en el aire. "Hemos sentido tu despertar."
Al observar a aquella pequeña hada, el joven comprendió de inmediato que no estaba frente a una criatura cualquiera. La densidad de energía mágica que emanaba de su ser era demencial, una presión casi tangible que distorsionaba el aire a su alrededor. Y lo más inquietante: no era la única. Sus acompañantes, aunque de menor tamaño, irradiaban un poder similar, como chispas de una misma tormenta.