Compensando

La luna colgaba alta en el cielo, proyectando su resplandor plateado sobre el bosque, y el lago brillaba bajo su luz como un estanque de plata líquida.

A Damien apenas le tomó unos minutos quitarse la ropa y unirse a ella en el lago.

—No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba esto —admitió ella, su voz apenas por encima de un susurro.

Damien extendió la mano, encontrando la de ella bajo el agua. —Yo tampoco —dijo él, su voz ronca de emoción—. Todo se siente... diferente contigo, Anne.

La mano de Damien era cálida contra la suya, arraigándola, recordándole que sin importar lo que sucediera, estaban juntos en esto. Sin previo aviso, Damien la acercó más a él, sus labios dibujando de nuevo esa sonrisa juguetona. Antes de que ella pudiera reaccionar, se agachó, recogiendo agua con su mano y salpicándola.

Anne jadeó, sus ojos se abrieron de sorpresa al sentir el agua fría golpear su rostro. —¡Eh! —protestó, riendo a pesar de sí misma.