Una advertencia

Heather se quedó congelada en la puerta, su pulso retumbando en sus oídos mientras la alta y amenazante figura de Richard bloqueaba la salida. El miedo le recorría las venas como hielo, haciendo que sus dedos temblaran a su lado. Tenía un pensamiento fugaz: cerrar la puerta de golpe y correr, tan rápido y lejos como sus piernas la llevaran. Pero otra parte de ella, la más racional, sabía que no importaría. No llegaría lejos. Richard la atraparía sin siquiera despeinarse.

Aprietó la mandíbula y se agarró al marco de la puerta, su respiración superficial e irregular, mientras él daba un paso más cerca. No parecía hostil, pero eso no lo hacía menos peligroso.

—Sé quién eres —dijo Richard en voz baja, su voz un ronroneo grave que enviaba un escalofrío por su espina dorsal. Sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras escaneaba su rostro, el reconocimiento en su mirada era inconfundible—. Eres la hermana de Jennifer. Heather.