Las llamas del deseo

Jessica sintió el fuego elevarse dentro de ella, el calor recorriendo sus venas como lava fundida. Su respiración era superficial, desesperados resuellos mientras se sentaba en el borde de la cama en el poco iluminado cuarto de huéspedes. El sudor se acumulaba en su piel, su cuerpo temblando con una necesidad que no podía controlar. En el momento en que Elara la había dejado, los efectos de la poción empezaron a tomar control, quemándola por dentro como un incendio forestal.

Maldita Elara, pensó amargamente, su mente pasando brevemente a la mujer que había orquestado este insano plan. Jessica nunca había confiado plenamente en ella, y aquí estaba, atrapada en medio de un esquema que ni siquiera entendía completamente. Todo lo que Elara le había dicho era esperar a Damien, que él sería atraído hacia ella como una polilla a la llama, incapaz de resistir el llamado de su calor.