Demasiada dulzura.

De la tienda de vestidos de boda, ambas mujeres escoltaron a Alix hasta su casa. Requirió algo de persuasión, bollos de piña, una taza de té con leche y una siesta de dos horas para que Alix volviera a encontrar la alegría.

Tía Mo se fue cuando ella se despertó y Alix comenzó a jugar el juego, ocupándose durante horas hasta que Caishen llegó a casa y comenzó sus ejercicios.

Alix no era buena nadadora; de hecho, ni siquiera sabía nadar. Puesto que la rehabilitación de Caishen ahora incluía natación, decidió unirse a él en la piscina y simplemente relajarse. Estaban solo ellos dos, sin niños, sin guardaespaldas, sin familia, amigos ni sirvientes y para Alix, era glorioso.