Capítulo 543 El dolor de una Madre

—¡Rodeen el edificio! —ladró Águila Calva con ira, sus ojos ardían de furia mientras miraba la estructura.

En el interior, algunas de las familias escondían a sus seres queridos infectados, reacios a matarlos.

Habían atado a los zombis con cuerdas y les habían tapado la boca para amortiguar los gruñidos, esperando así evitar llamar la atención de los vecinos.

No importaba cuánto intentaran ocultarlo, algunos vecinos no podían ignorar el alboroto, los gruñidos ahogados y el hedor pútrido de la carne podrida emanando desde adentro.

El equipo de Águila Calva rodeó el edificio, sus expresiones sombrías y las mandíbulas apretadas con determinación.

—Estamos en posición, señor —dijeron los guerreros al unísono—. Esperando su orden —sus voces firmes pero tensas de anticipación.

—¡No se acerquen más! —gritó un miembro de la familia del infectado desde dentro de la casa.