Mientras tanto...
Zoren se bajó la manga después de múltiples chequeos, que incluyeron la extracción de sangre. Sin embargo, incluso antes de los resultados, él y el Doctor Tan ya estaban seguros de que serían buenos.
—Parece que estás muy bien, Sr. Pierson —expresó el Doctor Tan con una sonrisa, evaluando no solo la apariencia de Zoren sino también la tabla en su mano—. Has ganado bastante peso.
—He estado entrenando con mi cuñado —sonrió Zoren—. Él es quien diseñó mi rutina teniendo en cuenta mi condición.
El Doctor Tan sonrió apreciativamente. —Supongo que tus suegros y tu esposa son buenas personas.
—Decir buenos es decir poco —Zoren se apresuró a corregir—. Estoy agradecido por ellos. Son una bendición que no sabía que necesitaba.