Una parte de Benjamín siempre había pensado que su jefe, Zoren, tenía una extraña envidia hacia él —si es que esa era la palabra correcta. Inicialmente, él pensó que Zoren lo enviaba lejos porque no quería que Benjamín supiera sobre su relación con Penny. Pero incluso después de que Benjamín se enteró de la relación entre su jefe y Penny, algo seguía sintiéndose mal.
Zoren seguía enviando a Benjamín lejos, especialmente cuando Penny venía a la oficina. Incluso en ocasiones regulares cuando Zoren venía a casa, Benjamín notaba el cambio. Antes de Penny, Benjamín siempre dejaba a Zoren, pero ahora, Zoren lo enviaba a otro lugar.
—Tú… te gusta... ¿quién? —dijo Benjamín.
—Eh... —Benjamín abrió y cerró la boca, sintiendo un extraño sentido de pavor subiendo por su espina. Sus ojos temblaron, estudiando la sombra proyectada en la cara de Zoren.
Esto no se sentía bien.
—Señorita Penny —murmuró, ojos fijos en Zoren—. ¿Moriría si saltara por la ventana?