La noche había sido especialmente inquietante para Nikolai, Elena y Dimitri. Los rugidos de Saurus habían resonado más cerca que nunca, y el constante crujido en las paredes exteriores hacía que el miedo se afianzara aún más. La familia se mantuvo en silencio, temerosa de cualquier sonido que pudiera indicar que la bestia estaba intentando entrar.
Cuando amaneció, la luz del día parecía un alivio momentáneo. Nikolai y Elena se levantaron con una mezcla de alivio y nerviosismo. El sol filtraba rayos tímidos a través de las rendijas de las ventanas reforzadas, pero el miedo persistía.
Mientras preparaban el desayuno, encendieron la radio con la esperanza de recibir alguna noticia que les indicara que la situación se había controlado o al menos que la amenaza se había disipado. Sin embargo, el mensaje que escucharon no trajo consuelo, sino una nueva ola de terror.
"Alerta, alerta. Si escucha que lo llaman, ya sea con voz de niño o de adulto, pase lo que pase, no abra la puerta. Muchas personas han reportado escuchar gritos pidiendo ayuda. Les parece que oyen que les abren la puerta, pero luego sus vecinos descubren que esas personas han desaparecido. Repito, no abra la puerta bajo ninguna circunstancia."
El mensaje fue acompañado por una sirena más grave y prolongada que las anteriores, como si subrayara la urgencia de la advertencia. Elena, al escuchar el aviso, se estremeció y abrazó a Dimitri más fuerte.
"¿Escuchaste eso?" dijo Elena, su voz temblorosa. "¿Qué significa? ¿Qué está intentando hacer Saurus ahora?"
Nikolai también estaba preocupado. Se había estado preguntando cómo Saurus había logrado escapar del laboratorio, pero ahora comprendía que el verdadero peligro no era solo la fuerza brutal de la bestia. Parece que Saurus había desarrollado una habilidad aún más siniestra: la capacidad de engañar a las personas, de manipularlas psicológicamente.
"Debemos mantenernos alerta," dijo Nikolai, intentando sonar más seguro de lo que realmente se sentía. "Si lo que dicen es cierto, Saurus podría estar tratando de engañarnos para que abramos la puerta. Necesitamos mantenernos unidos y no caer en ninguna trampa."
Con el nuevo aviso en mente, la familia se preparó para el día. Nikolai inspeccionó nuevamente el sellado de las puertas, aplicando una capa adicional de cemento y revisando todos los puntos de entrada. Cada vez que escuchaban un ruido afuera, su corazón se aceleraba.
A lo largo del día, se sucedieron los eventos con una tranquilidad inquietante. La vida fuera de su refugio parecía estar en pausa. La radio seguía emitiendo advertencias, pero sin mucha información adicional. La sensación de que el peligro estaba acechando en cada sombra hacía que cualquier sonido fuera motivo de alarma.
Mientras Nikolai y Elena intentaban mantener una semblanza de normalidad para Dimitri, el pequeño seguía hablando de su "amigo" que lo llamaba desde fuera. Sus palabras eran un recordatorio constante del peligro inminente. Aunque Nikolai trataba de tranquilizar a Elena, no podía dejar de preguntarse si Saurus estaba utilizando alguna táctica de manipulación más avanzada.
Cuando la noche volvió a caer, el miedo se intensificó. La familia se acomodó en el sótano una vez más, con las provisiones a la mano y las radios encendidas para escuchar cualquier actualización. La noche estaba silenciosa, pero el eco de los gritos y el sonido de algo raspando fuera de las paredes no dejaban que se sintieran a salvo.
En el transcurso de la noche, Nikolai se despertó de un sueño inquieto. Creyó escuchar algo—una voz, tal vez—que llamaba débilmente desde fuera de la casa. Su corazón se detuvo al recordar la advertencia de la radio. ¿Era Saurus tratando de engañarlos? Se acercó con cuidado al pequeño ventanuco del sótano, apenas visible bajo la luz tenue de la linterna.
"Papá," murmuró Dimitri, temblando. "¿Quién está llamando?"
Nikolai lo abrazó fuerte, intentando calmarlo, pero su mente estaba llena de dudas y temores. No podían confiar en nada ni en nadie. La voz afuera, si es que había una, podía ser una trampa, un intento de hacerlos bajar la guardia.
La noche avanzó lentamente, y el silencio se volvió casi insoportable. Nikolai y Elena permanecieron en vigilia, con el temor constante de que Saurus pudiera intentar algo nuevo. El miedo se había convertido en una constante en sus vidas, y la idea de tener que sobrevivir en esas circunstancias parecía casi más aterradora que el monstruo mismo.
Con cada amanecer, Nikolai sabía que la amenaza seguía presente, y que cada día sin incidentes era simplemente un respiro temporal en una pesadilla interminable. La familia Zorin se mantenía fuerte y unida, enfrentando cada día con la esperanza de que, de alguna manera, la situación se resolvería y podrían regresar a una vida normal.
Hasta entonces, debían aferrarse a la esperanza y a las advertencias que recibían, no abrir nunca la puerta y seguir luchando por sobrevivir en un mundo que parecía haber perdido su sentido de seguridad.