Capítulo 7: Motivaciones falsas

“-ku, estás ya despierto?” Fue lo primero que escuché de mi padre.

Lo último que recordaba antes de irme a dormir, es el haberme cambiado de ropa, aparte de que estaba durmiendo allí.

No soñé nada, o por lo menos, no recordaba nada de lo que soñé. Según he oído, el cerebro siempre sueña, y solo algunas veces lo recuerdas. Para mí, eso es mentira. La mente de alguien nunca puede ser tan creativa como para soñar a diario.

Antes de decir nada, me levanté de la cama, para quedarme sentado en ella. “Si… ¿Qué hora es?” dije mientras me frotaba los ojos.

“Pues, te estaba llamando para cenar. También…”

“¿Pasa algo?”

“Bueno, olvidé decirte que Mamá iba a cenar con nosotros hoy.”

“…” Por muy preocupado que estuviera mi padre de mi respuesta, y de un posible lío en la cena, no me tomé tan mal. La idea seguía sin hacerme gracia, de todas formas.

“Y si quieres, puedes contarme eso que querías decirme más tarde. Llegamos a casa hace un tiempo, pero no he querido despertarte hasta ahora”

“Si...eso…” Tampoco me hacía gracia tener que ser el que le diga a él sobre las cartas. Aunque, viéndolo desde otra perspectiva, realmente no tengo una razón por la que esconderle eso a la gente. “Hace falta que me cambie?”

“Para nada, no va a ser algo serio. Es tu madre, de todas formas.” ¿Y solo porque ‘sea mi madre’ debo hacer como que no a hecho nada?

No pienso perdonarla, y mucho menos tratarla como alguien cercana.

“Me da vergüenza que me vea vestido así. Me cambio y bajo.”

“Si, empezaremos a cenar cuando bajes”. Mi padre, con un tono más calmado en su voz, se fue de mi habitación. Yo, tal y como dije, empecé a cambiarme de ropa.

Como las sudaderas y pantalones del armario también me valen, cogí cualquier pieza de ropa que viera y me la puse. Acabé con una combinación la cual solo a ella le quedaría bien. No era horrible, es solo que era su estilo.

Después de vestirme, salí de la habitación y baje las escaleras.

Ella estaba sentada en una de las sillas enfrente de la mesa del salón. Como si nunca se hubiera ido, en cuanto me vio, me saludó.

Al llegar mi padre con la cena, y organizar la mesa con la ayuda de mi madre, los 3 empezamos a comer.

Doy gracias a que mi padre no me obligó a hablar en ningún momento. No tenía que decir nada, y la situación ya era lo suficientemente incómoda como para tener que empeorarla.

Ellos, por otra parte, estaban mucho más cómodos de lo normal. Yo solo espero que se queden separados. No quiero tener que volver a vivir con mi madre.

Mi padre no es el tipo de persona que se derrumbaría al completo por esto. No haría una decisión tan mala.

Lo que no es normal es que yo esté tan calmado.

A este punto me habría vuelto loco. En vez de comerme poco a poco el filete en el plato, ya habría alzado la voz hacia mi madre. Probablemente le habría dicho un montón de barbaridades, haciendo que se fuera de casa, para luego tener que encarar a mi padre.

¿Acaso soy un desalmado? ¿Tan poco me ha afectado que ya lo tacho de “normal”? ¿Qué es lo que debería de estar haciendo ahora? ¿Qué se supone que haga? ¿Acaso quieres que me olvide de todo, como si no hubiera pasado, y que viva mi vida como si fuese hijo único?

Por mucho que siga siendo un ‘hermano’, no soy hermano de nadie. Y no es como si la gente fuera a entender esto.

Ahora soy ese chico que ha pasado por algo horrible. Cada vez que oigan mi nombre, pensarán primero en esto, luego en los problemas que pueda tener, y por último, en mí.

Me niego a aceptar que ese sea mi destino. No quiero acabar derrochando dinero en un psicólogo de mierda que lo único que va a hacer es echarle sal a la herida. Va a humedecer la sangre seca pegada en mis manos.

Cuanto más pienso, no en lo que ya fue, si no en lo que va a ser, más se me quita la motivación de seguir. Pero no tengo otra opción.

Por muchas noches que haya pensado en esa tontería, tengo que aceptar que siempre ha sido un disparate, que nunca será algo serio. Solo tengo que aceptarlo y seguir con ello.

E incluso si tengo mi cabeza llena de voces, las que más se escuchan son las de ellos dos. Y de igual forma, debería de suprimirlas.

“();!…” De la nada, esa conversación tan natural, que estaban teniendo mis padres, se interrumpió por un leve llanto de mi madre, seguido por un tono preocupado de mi padre, lanzando al aire el nombre de quien estaba llorando.

No estaba prestando atención a la conversación en absoluto, pero supongo que estará llorando por eso.

Como si tuviera derecho de hacerlo. Si vas a llorar, llora por no haber estado aquí cuando todo era normal.

Entre sollozos, ella no paraba de decir que eso no debería de haber pasado, que ella no se tendría que-

Estática.

No quería creer que su preciada hija había hecho tal cosa. Quería saber el por qué. Quería saber por qué nadie quiso ayudarla. Ella susurraba lo mucho que se-

Estática.

Era un grito desesperado hacia la sociedad, por haber dejado que muriera tal ángel.

Pero tú eres la última persona que puede decir eso.

Siendo la primera que la ha dejado de lado, no tienes derecho a saber nada sobre ella, ni a echarle en cara a otros el haberla abandonado.

No eres quien para juzgar los hechos, cuando te preocupa más tu reputación que tu propia hija. No me vas a engañar con un puñado de gotas de agua saliendo por tus ojos.

De por sí, cuando murió la abuela, te importó más el hecho de que yo te haya puesto en evidencia enfrente de ella que de su muerte en sí.

Solo te importa como te ve la gente, actriz de mierda. Solo espero que nunca dejes al novio que te has echado, así por lo menos tienes a otra persona para aguantarte.

Y me niego a pensar que hayas cambiado. Incluso si han pasado 5 años, no creo que alguien como tú cambie, nunca. No puedo confiar en ti. Ni siquiera te fuiste de buena forma. Te divorciaste, recogiste todo lo que había en casa, y te fuiste. Nosotros elegimos quedarnos con Papá.

Por eso no quiero que me vengas llorando porque ella se ha ido. Seguro que incluso tú eres una de las razones por las que-

“Riku, pasa algo?” Era mi padre, otra vez. El panorama era completamente distinto al de antes, mi madre ya estaba calmada, aunque tenía los ojos un poco rojos de tanto llorar, y mi padre volvía a tener ese tono amable, con un toque decaído. Mi madre me dijo que parecía estar muy tenso. Luego de eso, se disculpó por ponerse así en la mesa.

Al parecer, ellos ya habían terminado de cenar, yo era el único con el filete en el plato, no llevaba de la mitad.

“Si no tienes apetito, puedes dejar la comida. Prefiero eso a que luego te siente mal.” Ahora era yo el que ‘ estaba haciendo una escena’ por casi no comer.

“Ah, no, no, si quiero comer.” Respondí en un tono ligeramente bajo.

No hice mucho más. Mientras comía, ellos hablaban. Lo único que no se me va de la cabeza es que mañana me digan que van a volver a estar juntos. No creo que mi madre quiera hacerlo, más estando ya en una relación, y espero que mi padre no caiga tan bajo para juntarse de nuevo con ella.

Cuando no había mucho más de lo que hablar entre ellos, mi madre decidió hablarme a mí. Me preguntó por mis estudios, también si había hecho amigos, o si tenía novia. El ambiente era como el de cualquier cena familiar. Me da rabia.

Contesté de la manera más breve posible, pero sin sonar seco. A la mínima que use cualquier tono que no sea bueno con ella, se va a poner como una fiera. Prefiero no tener que tragarme eso.

En medio de esa “conversación” que estábamos teniendo, mi padre aprovechó a recoger la mesa, ya que yo también había acabado. Cogió los platos con los cubiertos encima, y los vasos, para ir a la cocina a dejarlos.

Por parte de mi madre, ella seguía sacando cosas de las que hablar. Me da igual que me cuentes sobre lo que hacías con tus amigas, o lo que hagas ahora con tus nuevas amigas, y con tu nuevo novio. Me da igual lo que me digas. Incluso si tu voz suena diferente, incluso si tu mirada se ve más gentil y confiada, no te voy a es-

“Pero, hay algo que me da más risa todavía…” Dijo ella, repentinamente. Hasta ahora, el ambiente en el salón ha sido incómodo, al menos para mí, pero en ese momento, podía notar como el aire se volvía más y más denso.

“¿Cómo eres capaz de decirme esas cosas después de todo lo que has hecho? Tú humor es peor que el de un niño con una rabieta.” Eh??

En la cara de mi madre se pintó una cara apática, la cual siempre he imaginado que tendría debajo de esa máscara.

“¿En serio crees que lloro solo por mi imagen? ¿No crees que eso es un poco surrealista? ¿No eres tú el que drama-tiza un poco las cosas?” ¿Qué está diciendo? ¿Me estás culpando? ¿De qué?

Ella me estaba encarando. No hablaba mientras se miraba las uñas, o mientras miraba la mesa, sus ojos estaban fija-dos en mi cuerpo, en mi cara, en mis ojos, en mi ser.

“Pues, de muchas cosas la verdad. Eres un caso perdido. Crees que tragándolo todo vas a llegar a algún lado. No eres más que un imbécil si crees que vas a llegar a algo con todo eso dentro de ti.” …?!

El tono con el que me hablaba era igual que el que ponía cuando se enfadaba conmigo en casa. Un tono amargado y completamente hostil, y en ciertos casos, hasta sarcástico.

“¿Te ves como alguien mejor solo por haberte dejado atrás, y por no poder aguantarte más? ¿¡Cuántas cosas crees que has hecho mejor tú que yo!?”

Muchas, cientos, miles! De verdad te piensas que ‘hacer algo’ es ladrar todos los días que estás harta de ser una sirvienta!? Si no estás dispuesta a hacer lo que debes hacer, entonces muere y trae devuelta a ^[Ç+? ! Así por lo menos tu vida de mierda valdrá algo.

“Lo que dices pierde peso cuando eres tú el que no hace nada. De por sí, antes de irme no hacías las pocas tareas que te mandaba. Siempre le tirabas el muerto a tu hermana, y ella era demasiado buena como para rechazarte.”

Ella lo hacía porque quería. Hubo más de una vez que no hice las cosas que tenía que hacer porque ella me decía que lo haría en mi lugar!

Sonaba irritada e indignada mientras estaba sentada en su silla, manteniendo esa mirada afilada mientras me tiraba todo lo que tenía que decir.

El salón detrás de ella empezó a distorsionarse, aunque fuese sutilmente.

“¿Y las veces que ella no quería hacerlo, pero aún así aceptaba? No tienes excusa alguna para eso, admítelo. Nosotros te lo mandábamos a ti, no a ella.”

Aún así, yo hacía mis obligaciones. Estudiaba cuando tenía exámenes, hacia los deberes cuando los mandaban, y siempre he sacado buenas notas.

Eran ideas tontas. Todo lo que decía eran perrerías. ¿Qué me importa todo eso ahora? ¿Tú crees que eso es lo importante ahora?

“Pero siempre lo dejabas todo para el último día. Confiábamos en ti porque sacabas buenas notas, pero no estudiabas casi nada. Decías que te daba pereza estudiar, o que tenías tiempo de sobra. Ni siquiera tú sabes como sacabas notas tan buenas. Te irá mal en el futuro con esa mentalidad.”

¡Pero yo hacía lo que tenía que hacer! ¡Mi responsabilidad era ir a clase y sacar buenas notas, y eso es lo que siempre he hecho! Puede que no estudiara mucho, ¡pero era porque no lo necesitaba!

“Ya te lo he dicho antes. Tú no hacías lo que te mandá-bamos en casa. Eso era una responsabilidad tuya, una que evadiste al completo. ¡Por mucho que hayas hecho la mitad del trabajo, no significa que este completo!”

Eso fue a lo único que no pude contestar.

“Pero bueno, eso no es lo que me molesta. Aunque también es otra responsabilidad que siempre has tenido, no la has hecho.”

¿Ahora que me vas a decir? ¿Que no la he apoyado? ¿Que la he abandonado? Ya he oído eso. No hace falta que salga de la boca de una zorra para que lo entienda.

Dirigí mi mirada al suelo, ya no era capaz de mirar a la dirección en la que ella estaba. Aún así, también me mareaba mirar al suelo. Todo se veía tan pálido, como si le faltara color.

“No. Lo que no has hecho es diferente…”

La apatía en su cara poco a poco se cambió por pura repulsión. Su tono pasó de ser hostil a ser frío. En breve, pasó a ser la mujer que conocía a alguien completamente distinto.

“No has sido su hermano menor.” …?

“Parecía más una relación tóxica que una hermandad. Ella era siempre la que te apoyaba, la que estaba a tu lado, pero, ¿qué le has dado a ella aparte de problemas? Además de peso, ¿qué más has aportado?” ...Yo...

“¿Qué? ¿Ahora no sabes como defenderte? Entonces sabes que tú has sido el primero en acudir a ella, pero el último en ofrecete a ella, ¿no?. Cuando piensas en ^[Ç+?, tan solo piensas en ^[Ç+?, no en tu hermana. La ves como una persona más en tu vida, una que ha hecho mucho por ti. Pero tú le has escupido en la cara.”

En cuanto intenté hablar, ella se levantó de la silla. Su cara empezó a oscurecerse.

Decidió hablarme estando levantada, sin dejar atrás ese tono cruel, juzgando cuanto podía a la persona enfrente suya, a la cual siguió mirando con desprecio.

“No contento con dejarla sola, le has pasado todo tu peso a ella. Siquiera has pensado en mi hija como alguien importante por quien es, y no por lo que hace?”

“¿No te da vergüenza ser el primero en echarme a la cara todo eso, cuando eres el primero que no tiene derecho a hablar con esa boca? Lo único que sabes hacer con esa lengua es hablar, no ayudar. Solo sabes coger, no dar. Eres un egoísta. Un parásito. Hablarte sobre cualquier cosa es como hablar con una pared, ya que no vas a hacer nada, y mucho menos cambiar.”

Cuanto más hablaba, más parecía que se fuera a lanzar encima mía. Junto a este sentimiento, mi madre empezó a acercarse a mí, por muy lento que fuera. Apenas podía ver su rostro.

“No sientes pena por ella, no te da pena haberla hundido con el peso que tú has puesto sobre ella, yendo por su consuelo de vez en cuando, contando tus problemas como si se tratara de una novela. Lo único que consigues con esas penurias tan exageradas y frágiles es que ella te vea como alguien fuerte, que va a intentar mejorar, cuando en realidad eres un trozo de cristal más fino que el papel.” …

Al final, estaba prácticamente a mi lado, podía escuchar su voz claramente desde mi oído derecho, y sentía su presen-cia a su vez, no hacía falta que levantara mi mirada para saber que estaba ahí. Tenía miedo.

“Haces que se piense que tienes una peor vida que ella, que su vida parezca gloria pura, y la tuya un abismo sin luz alguna. ¿Cómo va a poder alguien con ese sentimiento abrirse con los demás? ‘Hay mucha más gente pasándolo peor que yo’, ‘Solo es una tontería, ya se me pasará’. Por mucho que le duela, lo ignora como una deficiencia de su consciencia, una payasada de la que no merece saber ni un psicólogo. ¿No sabes el daño que pueden hacer un par de palabras doloridas?”

“Y aún peor es que tengas más cosas de las que presumir. Amigos, calma, felicidad, se lo restregabas todo en su cara. Todo te da vergüenza, ¿pero esto no?” … Perdón…

En cuanto solté esas palabras débiles, mi madre me agarró del cuello de la camiseta con una fuerza considerable. Estaba forzándome a mirarla a los ojos.

Su cara se oscureció por completo, sus ojos irritados destacando en ella. Estaba exhausta de hablarme. Yo solo podía responder con una mirada agobiada y aterrada. El salón perdió toda su saturación, volviéndose una mezcla de tonos blancos y negros.

“¿Te crees que con pedir perdón vas a hacer algo? ¡Ese tipo de palabras vacías deberían estar lejos de la boca de cual-quier desgraciado que quiera usarla! No puedes enmendar lo que ya has hecho. De ninguna manera. Da igual lo mucho que trabajes para ‘compensarlo’, nunca lo vas a arreglar. Solo estás evadiendo el problema. No ayudas en nada a nadie. Ni siquiera a ti mismo. La gente que se queda tran-quila solo con eso debería quedarse con un agujero en su pecho igual al que han intentado tapar.”

Su voz retumbaba en mi cabeza. La misma hacía huir a las lineas negras y tonos grises del lugar, predominando un blanco brillante por doquier.

Daba igual cuanto lo intentara, no podía quitarme las manos de mi madre de encima, por mucho que las golpeara o apretara. Peor aún. Cada vez que intentaba eso, más manos aparecían.

Eran negras, y eran finas, muy finas. Parecían desnutridas. Hasta emitían una tenue niebla negra, la cual carecía de calidez alguna. Estas manos agarraban débilmente cualquier parte de mi pecho.

Lo que me impedía quitarlas del medio era el miedo a tocarlas.

“¡Y tampoco te creas que vas a arreglar todo huyendo! Que no veas el problema no significa que no siga ahí. ¡Te debería dar vergüenza el simple hecho de pensar en eso! Aunque nadie te quiera vivo, incluido tú mismo, tienes que seguir viviendo por el bien de la justicia. Dios no va a juzgar tus pecados porque no existe. No se puede castigar a un cuerpo podrido e inerte, ¡por eso es que tienes que vivir!”

Cada parte de mi gritaba del miedo excepto mi boca, con la cual apretaba mis dientes fuertemente. Mi rostro tenía una mezcla de miedo y desesperación plasmado en él.

Las frágiles manos no paraban de aparecer, incluso si ya había dejado de resistirme. Estas me forzaban a mirar fijamente a mi madre, sosteniendo mi cabeza y párpados, para no moverme en absoluto.

La cara de mi madre empezó a deformarse en cuanto el cuarto perdió todo su color, predominando aquel tono blanco que conocía.

Su figura empezó a estirarse y deformarse poco a poco, a la vez que su voz sonaba menos y menos natural. Cada vez se parecía más a la de un monstruo.

“¡Vive para que todos los afectados puedan castigarte! Y si tú eres el único afectado: ¡Sufre! ¡Recibe el castigo de tu propia mano y mente día a día hasta que tu cólera se sienta aliviada! ¡Aguanta esas miradas cada mañana, tarde, y noche, para saciar a tu paranoia! ¡Vive con esa carga hasta el resto de tus días, para que descanse junto a ti en la tumba! No vas a sufrir para vivir, ni vivir para sufrir…”

Un lugar blanco.

“Vive para calmar a todos aquellos que has defraudado. Sobre todo a mí.”

Estaba de pie. Ya nadie me retenía. Nada me iba a parar. No estaba mirando a quien tenía de frente. Me temblaba la vista. Había escuchado y procesado cada palabra que me habían dicho, y aún así, me sentía confundido.

Llevé mis manos a mi cara para frotarme los ojos. Para aclarar mi vista. Quizá así puedo saber a quién tengo enfrente. Quizá así…

Varios colores chocaron en mis ojos al abrirlos, todos típicos del salón que tantas veces he visto. Estaba sentado en la mesa del salón.

1.

Mi madre estaba prácticamente hablando consigo misma, sobre como era una tonta de pequeña, de una manera un tanto alegre y nostálgica. La jarra de agua y vasos que había antes en la mesa ya no estaban. Supuse que se los habría llevado mi padre.

No entendía que había pasado.

No son más que un puñado de palabras sin sentido…

Quería convencerme de que era así, pero sentía que tenían razón. No quería vivir así, y no iba a hacerlo. ¿Pero qué más puedo hacer para…? No. Ya me puedo ir olvidando de arreglar esto. Es imposible. No puedo hacer nada. Ni yo, ni nadie.

Después de la cena, mi padre le dejó a mi madre la cama de su habitación para dormir esta noche, ya que había una fuerte tormenta, y no quería conducir tan tarde. Supongo que le tocará dormir en el sofá a mi padre.

Él empezará a trabajar en 2 días. Espero que pueda dormir. Aunque, antes de que él se fuera a dormir, con mi madre ya en la cama…

toc toc

Mi padre llamó a la puerta, y después de decirle que entrara, el abrió la puerta.

“Riku.”

“Dime.” Estaba mirando mi móvil, tumbado en su cama. Estaba mirando la pantalla del móvil, sin saber qué hacer.

“¿Qué era lo que querías decirme esta mañana?” Me lo preguntó de una manera calmada. No sentía que tuviera curiosidad, pero, de todas formas, quería saberlo.

“Ah… Eso…” Titubeé por un momento, pero acepté que, tarde o temprano, lo acabaría descubriendo por su cuenta.

Dejé el móvil encima de la cama, apagado, y me levanté. Encendí el ordenador y el monitor, para luego sentarme en la silla. “Ven, tengo que enseñarte esto.”

Al encenderse la pantalla, puse la contraseña y entré en el ordenador. Podía verse el escritorio. No lo había cambiado en absoluto desde que me metí. El fondo era un color negro puro, y solo había una carpeta en el centro de la pantalla con el nombre “ÁBREME”.

Dentro estaban casi todos los documentos que había visto la última vez. Lo único que me llamó la atención es que, dentro de aquella serie de documentos, hubiese uno con el nombre de ‘Suzune’ escrito en él. Otra tarea más.

“…” Al principio, mi padre no dijo nada. Tampoco le estaba viendo, así que no sé que cara puso. Al poco tiempo, decidió hablar.

“Y pensar que haría algo así…” Su tono era claramente triste y apenado, se podría decir que tenía un tono frágil y débil. No hace falta destacar el leve estado de shock en el que se encontraba al ver la carpeta.

Era la misma carpeta, pero en ella faltaba un solo docu-mento, el cual era el único de todos que yo había leído. No lo he borrado, lo he guardado en otra carpeta aparte que no se ve en escritorio. No sé si eso debería de salir a la luz o no. Por ahora lo dejaré enterrado.

“¿Quieres que te deje leerlo solo?” Estaba preguntándole sobre leer su nota personal, tenía pensado salir de la habitación. Haría como si no supiera nada, pero sabré si ha llorado o no gracias a sus ojos. Aunque a veces es mejor aparentar no saber.

“...Si no es mucha molestia, me gustaría que me dejaras.” No lo dijo de una forma arrogante, en absoluto. Parecía como si me lo implorara. No dudé en levantarme de la silla, dejar que él se sentara en ella, y salir de la habitación, cerrando la puerta al salir.

Esperé a que acabara en el salón.

Todo el tiempo que estuve allí, aproveché para hablar con Izumi, no la he hablado desde hace un tiempo, y tampoco es que ella me haya escrito.

Más que hablar, lo que hice fue intentar sacar un tema de conversación con ella. Esperaba que al compartir por lo menos un solo gusto, más todavía siendo mi serie favorita, saldría un tema de conversación fácilmente, pero al final no hablamos de nada.

Según lo que me ha dicho, hay muchas cosas que nos gustan a ambos, tanto en anime como en videojuegos. Simplemente seré incapaz de tener una conversación con alguien. Siempre soy el que contesta, nunca el que habla. Es molesto ser así de inútil.

Después de un tiempo, mi padre bajó al salón para avisarme de que tenía la habitación libre. Estuve mirando hacia abajo todo el tiempo, por lo que no sé que cara tenía en ese momento.

Es una costumbre que tenía, ya que dejé de hacerlo a principios de este año, y fue ^[Ç+? quien me estuvo dando la lata con que dejara de hacerlo.

Estuvo una semana intentando convencerme de la nada de dejar de hacerlo. Que yo sepa, lo he estado haciendo desde que tengo memoria, pero según ella, lo había estado haciendo por un año, y pensaba que siempre que estaba así, me sentía triste o solo. No tengo ni idea de lo que pasaría en su cabeza en ese momento. Bueno, ni en ese momento, ni en ningún otro.

Supongo que mi padre no miró otro documento que no fuera suyo, ya que no estuvo mucho tiempo en su habitación. Todo lo que recuerdo cuando bajó al salón es que él estaba sorprendido de que estuviera allí abajo. Él creía que estaría en mi habitación durmiendo.

Gracias a eso, me acordé de que tenía habitación propia en primer lugar. Desde hace 4 días he estado en su habitación, hasta usando su ropa. Hasta llevo su ropa ahora mismo…

Estoy enfermo…

Sea remordimiento o rabia lo que hizo que me comportara así, iba a dejar de hacerlo. No es mi ropa. Solo me la quedaré si mi padre quiere limpiar la habitación. No tengo idea de que haremos con ella. Por lo menos, podríamos vender las cosas que no queramos usar, o que no queramos guardar.

Probablemente hagamos el altar en su habitación. Creo yo que es lo mejor aunque puede que mi padre quiera hacerlo en el salón. Al final, es solo un mueble con flores, incienso, y una foto suya, lo que importa es la intención, y mientras esté en un lugar decente, no pasa nada.

Y, pensando en fotos, me acordé de que tenía que pasar todas las fotos de mi móvil y del suyo a mi ordenador. Si no cambió la contraseña de su móvil, debería de ser capaz de recuperar lo que sea que tenga ahí dentro.

No hice más por la noche. No hablé más con Izumi, por que no sabía de que hablar. Siempre que dejaba de escribir yo, la conversación se acababa. No la culpo. Si es igual que yo, no tendría sentido que lo hiciera.

Tampoco es que tuviera algo que hacer, ya que no estoy yendo al instituto, y no sé si hay trabajos o exámenes.

Debería ir…

Supongo que todos sabrán lo que ha pasado. Desde que Suzune fue al funeral, todos en su preparatoria tendrían que haberse enterado, y puede que de allí haya corrido la voz. Hay mucha gente que tiene hermanos mayores en esa preparatoria, por lo que no me sorprendería que se supiera en mi secundaria.

Mañana le diré a mi padre que quiero ir. No creo estar preparado, pero no puedo estar seguro si no voy.

Ojalá nadie sepa nada. No quiero que se me acerque nadie. No quiero que me consuelen. Un “lo siento” de alguien que ni me conoce parece más una burla.

No, sé que va a ir bien. Si he pasado por esto, el resto no es nada.

Así, me decidí. Tenía planeado ir mañana a clase.

2.

Hoy me había despertado tarde, incluso si me había ido a dormir pronto.

Estaba en mi cuarto, con ropa de mi armario. No tenía nada mejor que hacer que encender el ordenador, y ni mi padre ni mi madre estaban en casa. Supongo que habrá salido a dejar a mi madre en su casa. No sé si va a ir al trabajo hoy, le vendría bien tener esta semana libre.

Antes de hacer nada, le dije por mensaje a mi padre sobre ir mañana a clase. Supongo que me apoyará en la idea si realmente quiero hacerlo. Me dirá la típica frase de “No te fuerces” y poco más respecto al tema. Algo que sí me dijo es que hoy iba a montar el altar.

Tenía pensado hacer algo en el ordenador, o pasar los datos de su móvil a mi ordenador, pero no me apetece hacer nada. Quiero hacer algo, pero niego cualquier cosa en la que intento meterme.

‘Prueba esto’ No me apetece. ‘Lee esto otro’ No tengo ganas. Me saboteo continuamente.

Quizá lo único realmente interesante y único en la vida es hablar con otros. Quiero decir, ¿que tiene de interesante estar aquí encerrado?

Si tuviera que darle la razón a alguien, se la daría a la gente que tiene por filosofía de vida ‘Vivirla como si fuese una serie’.

No se refieren a volverte un detective, o tener una comedia románica. Vive la vida como si fuese una serie que a ti te gustaría ver. Haz cosas fuera de lo usual, pero tampoco vivas de ello. Por algo todos los Isekai empiezan con el protagonista yendo a otro mundo, y no con 3 capítulos seguidos sobre su vida cotidiana.

La gente recurre a la ficción para ignorar lo aburrida que es la vida real. Quieren algo fuera de lo normal, algo que saben que nunca va a pasar en sus vidas, pero que se ve mucho más brillante que esta.

Engañarte a ti mismo para seguir. Entretenerse a uno mismo para vivir, en vez de vivir para entretenerse a uno mismo. Eso es a lo que mucha gente está condenada, incluido yo.

Disfrutar de todo menos de la vida, esa es la lógica que poco a poco va adoptando la sociedad. Cada vez van a haber menos y menos personas ‘normales’, y esta nueva ideología va a ser la normalidad contemporánea.

Perdiendo mi cabeza en pensamientos inútiles, logré distraerme un rato. A la hora en la que bajé de las nubes, las clases deberían de haber acabado ya.

Y yo soy incapaz de siquiera disfrutar este ‘tiempo libre’ que tengo…

Como mi padre no había vuelto todavía, pensé que estaría trabajando. Mientras pensaba en qué comer, si de verdad iba a comer en primer lugar, mi padre me contestó.

[Lo hablaremos cuando llegue a casa]

[Ok]

Estará ocupado…

Bajé a la cocina para comer. Me apetecía comer otra cosa que no sea arroz.

Supongo que le pediré a Am-

Acabé sacando la sandwichera de la estantería para hacerme un bocadillo y no centrarme en la comida. Si solo es para mi, con cualquier cosa me basta.

Mientras esperaba a que el sándwich se calentara, me quedé mirando el contacto de Izumi. Todavía tenía el objetivo de tener una conversación decente con ella, pero cada vez que intentaba escribir algo con lo que empezar, me dan ganas de apagar el móvil.

Tampoco es como si pudiera sacar mucho tema de conversación. Si no es algo que no sea sobre videojuegos, anime o manga, estoy jodido. No sé si es que evito demasiado la realidad, o soy muy aburrido.

Me rendí en empezar una conversación, y apagué el móvil. Seguramente un día se me ocurra algo.

Me tomé el sándwich en su habitación, mientras estaba sentado en su silla. Quería encender el ordenador y buscar más cosas que pudiera tener, aparte de intentar conseguir alguna que otra foto suya.

No pude recordar la contraseña de su móvil, y dudo que la tuviera apuntada por algún lado. Espero que por lo menos me deje ver lo que tiene guardado si lo conecto al ordenador

Mientras dudaba, mi móvil empezó a sonar, estaba harto de escucharlo, ni me molesté en mirar quien era.

Desde que comí, no paraba de escuchar notificaciones, llamadas, y gritos que venía de afuera. Cuando más se escuchaban era cuando me quedé tumbado en su cama. Decidí ignorarlo, mientras puse mi atención de nuevo en el ordenador.

La razón por la que no lo quiero encender es porque me preocupa no poder ver lo que tiene en el móvil.

No quiero encontrarme con que no puedo pasar los archivos del móvil al ordenador. Ya he dado por perdidas todas las cuentas que tiene con su correo, por lo que tam-poco quiero perder esas cosas que pueda tener en la galería.

Solo tengo una forma de saber qué puede pasar…

Encendí el ordenador y el monitor, y después de esperar un rato, me recibe el mismo fondo y la misma carpeta. No ha cambiado nada.

Primero de todo, busqué por todos los lugares que pudiera por cualquier foto o cosa memorable que hubiera dentro. Sería raro que tuviera alguna foto suya en el ordenador, pero no pierdo nada por mirar…

No tardé mucho tiempo en mirar todo lo que pude. No encontré ninguna foto suya, pero si varios trabajos suyos, y capturas que ha sacado ella sobre diferentes momentos de cosas que ha ido viendo.

Capturas de un juego, capturas de un video, dibujos de un manga. Fotos del cielo estrellado…

Había muchas más de las que me imaginaba. Sabía que le gustaban las estrellas, por muy mal que se viera en donde vivimos. No ha podido ver el cielo como a ella le gustaría, que es como sale en estas fotos.

Algunas son dibujos, otras son fotos, pero todas son preciosas. Cabe recalcar que la gran mayoría de los dibujos no eran suyos. Dibujaba horrible, hasta para una persona que no está interesada en dibujar, me parece exagerado la poca maña que tiene para eso.

Yo tampoco es que tenga interés en dibujar en sí. Ni se hacerlo, ni quiero saber hacerlo, pero no significa que no me gusten ver dibujos bien hechos.

Tampoco me importaría poder dibujar cosas de buena manera. Me encantaría poder dibujar todo lo que me gustara, en la manera que yo quisiera, pero todo se trata de sacrificios.

Sacrificar parte de mi tiempo, para poder practicar dibujo. La gente que le gusta dibujar, no solo lo hacen por el resul-tado, lo hacen porque les gusta por el proceso. Es lo que diferencia a uno del otro, y a mí del resto.

Puedes, de igual manera, dibujar solo por el resultado final. Solo pienso que es mucho más fácil rendirse en algo si solo tienes una meta.

Si el dibujo te sale mal, te puedes desmotivar. Si tardas mucho tiempo en hacerlo, puedes rendirte. Si es muy complicado, puede que ni lo intentes…

Pero poder apreciar arte es algo completamente distinto.

Diría que es algo natural en ser humano el tener un sentido artístico. Puede que no tenga sentido decir algo así, ya que se necesita ver arte para poder saber que es y que no es arte., pero una persona se puede inclinar más a un estilo de arte que a otro solo por quienes son.

El arte es de todos y para todos. Presente en cualquier forma.

Tanto los trabajos como las imágenes son obras de arte, unas, hechas por ella, otras, elegidas por ella. Objetividad y subjetividad en su máximo esplendor.

Uno puede juzgar un trabajo por su composición, por sus contenidos, y por sus complementos. Pero, ¿se puede juzgar una imagen?

Una mala foto puede ser vista así por diversas razones, en las cuales mucha gente coincide. ¿No son todas las fotos una representación del mundo? Por muy borrosa o mal compuesta que esté, enseña el mundo de una forma nunca antes vista. ¿Es eso algo malo?

Si te pido que hagas un trabajo de la historia de Japón, y me haces un trabajo de música, nadie te va a decir que has hecho lo que te han pedido. Pero si saco una foto con tonos muy oscuros, algunos dirán que es deprimente, y a otros les calmará bastante.

Es por eso que, en ese momento, guardé ambas cosas. Los trabajos eran una muestra de objetividad, las fotos y los dibujos de internet eran una muestra de subjetividad, y las fotos y dibujos hechos por ella, una muestra de deseo. Por eso quiero guardarlos.

Guardé todos los archivos del ordenador que quería quedarme en una carpeta, para luego mandarla por correo a mi mismo, y así tenerla en mi ordenador.

Ahora quedaba probar esa última cosa. La que me resulta más importante.

No lo digo porque no tenga fotos de ella. En casa ya hay unas pocas, la mayoría fotos familiares, aunque hay fotos en las que estamos juntos de pequeños, haciendo cualquier tontería.

Pero no quiero dejar que se pierdan esos momentos en los que ella eligió hacer una foto. Además, era la que normalmente nos convencía de hacernos una foto todos juntos, mis amigos y yo, las pocas veces que salíamos.

Enchufé un cable al ordenador, y lo conecté al móvil…

Encendí el móvil para ver si estaba compartiendo los datos o no, pero el mismo ordenador me dio la respuesta.

Una carpeta vacía.

En el móvil salía que solo podía cargar el móvil con el cable, no me dejaba hacer otra cosa.

No puedo recuperarlas?” Pensé.

No tardé en aceptar lo que tenía enfrente. Decidí apagar el ordenador, desenchufé el móvil, y lo encendí de nuevo.

Tenía de fondo de pantalla, como no, un dibujo de la noche. Era un paisaje en el que una chica de anime contemplaba un cielo de estrellas precioso.

Espero que tenga guardada la contraseña en algún lado…”

Ahí fue cuando fui a la pantalla de desbloqueo.

Era una contraseña numérica, exclusivamente numérica. Del 0 al 9, 10 números. 10 números y 4 huecos. Era relativamente corta. Puede perfectamente ser la fecha de cumpleaños de alguien. No sé cuantos intentos pueda tener, pero tengo que intentarlo.

Una, tras otra, tras otra, intenté cualquier combinación posible, hasta que el móvil se bloqueó por 1 minuto, al intentar otra vez, 5 minutos, luego 15, después media hora, 2 horas , y por último, 12 horas.

Había gastado toda la tarde en probar contraseñas. Mientras esperaba, hacía otras cosas, como pasar las fotos de su ordenador al mio, o leer algo. Claro que no podía concentrarme, a pesar de que lo intentaba.

Que se bloqueara no me resultaba un problema, si no puedo hoy, podré mañana, y si no puedo mañana…

Esto va para largo…” Ni había pensado en la cantidad de intentos que me tomaría adivinarla de manera ordenada. Por lo menos, sé que no es ningún cumpleaños. Entonces, si no tengo más pistas, solo puedo hacerlo empezando de 0. Primero irá 0000, luego 0001, y así sucesivamente.

Solo espero no rendirme a medio camino. ¿Qué otra solución hay? No puedo sacar lo de dentro sin conseguir la contraseña primero…

Tengo que creer. Creer que voy a poder conseguirlo. Aunque cuando pueda desbloquearlo, no haya nada dentro. Pero estoy seguro de que va a haber algo dentro, por eso lo voy a intentar.

Rendirme en esto es otro argumento en contra mía.

3.

Para cuando no pude intentar más fechas, ya era la hora de que mi padre llegara. No tengo mucho apetito, así que le diré que ya he cenado, aunque algo que no me voy a saltar es la ducha. Llevo desde el sábado sin tocarla…

No me ducharía si no tuviera música para ponerme. A veces sienta bien darse una buena ducha, pero se vuelve algo mucho mejor si te duchas con música.

Tampoco me voy a poner a cantar mientras sujeto la cabeza de ducha, para eso canto y ya.

En general, la música es algo que no puedo apartar de mi vida. De una forma u otra, acabo escuchándola en mi día a día. Incluso estos días lo he hecho.

En el tren, en la cama, o, como ya he dicho, en la ducha. Hay cosas como la lectura en las que no merece la pena distraerme con música. Será que solo vale para momentos en los que tengo poco que hacer.

Tan solo agradezco ser capaz de gozar cosas así.

También, debería de pedirle a mi padre unos cascos. Ya tengo, pero son de los pequeños que tienen cable. Me gustaría tener cascos de verdad, y no audífonos, y que sean inalámbricos. Puede que parezca imbécil con eso puesto en el cuello, pero tengo que probar cuan bien me queda.

Después de la ducha, bajé a la cocina por agua fría, y en el pasillo vi colgada la chaqueta de mi padre. Ya había llegado. Me asomé a la puerta de la cocina y entré.

“Hola, papá.”

“Hola.” Tenía la misma cara de estos días. Debería de ser capaz de quitarla en un par de meses.

“Ya he cenado, así que no hace falta que me pongas nada.” Mi padre estaba haciendo sopa miso para cenar. No me arrepiento de no haber cenado. Para sorpresa de muchos, no me gusta mucho.

“Qué te has hecho? No habrás almorzado y cenado lo mismo.”

“Para la comida he tomado lo que sobró de ayer, y para cenar he comido el arroz que quedaba en la nevera”

“Vamos, que has comido primero la cena, y luego el almuerzo.”

“Si lo ves de esa manera…”

Después de beber un vaso de agua, le pregunté a mi padre sobre lo que le dije por mensaje.

“Sobre lo que te he dicho antes…”

“Si quieres ir, no tienes que preocuparte de que no te vaya a dejar. Pensaba que ni me lo preguntarías, y que un día irías a clase sin avisar.”

“Tampoco soy así…”

“Por lo menos eras así de pequeño. Lo hacías todo de cabeza, y no le decías nada a nadie. Si no nos dijera todas esas veces ^[Ç+? que estabas con amigos, tu madre se habría pasado más tiempo preocupándose de ti que haciendo cualquier otra cosa.” Mi padre hablaba con un tono de melancolía y añoranza sobre mi yo de hace tiempo.

“S-si…” Agradezco que por lo menos ^[Ç+? me siguiera el juego cuando salía.

Empecé a salir a los 10, con la excusa de que iba con amigos, cuando solo iba a dar una vuelta a escuchar música. Pensaba que no debería de hacer que se preocuparan más. A finales de ese año fue cuando mi madre se fue, y la tensión que había entre ellos 2 era muy fuerte.

Si mis padres supieran esto me querrían matar, por lo menos mi padre. Tampoco es que mi madre se preocupara mucho.

Empecé a salir teniendo en mente el evitar a mi madre, no quería oírla, y estaba harto de escuchar sus voces, ya sea directa o indirectamente.

Cuando se fue, no dejé de salir a la calle. Ya era como una rutina, pero no tenía razón alguna para hacerlo. Incluso si salía solo una vez a la semana, ese tiempo podría haberlo dedicado en algo más importante, y sobre todo en eso.

No fue hasta que entré en secundaria que conocí a &$%”!, y un año después a =@º\’ y _¨*^?¿·.

A día de hoy sigo pensando que no los conozco de nada. Fue &$%”! quien los conoció, al parecer, en el consejo escolar, ya que estaba _¨*^?¿·.

No sé los roles que tenía cada uno ahí en ese momento. &$%”! quiso probarlo, según él, para ‘tener una experiencia nueva’. Lo de que _¨*^?¿· estuviera ahí dentro no me lo trago ni de broma, y si estaba dentro, seguro que ni sabía por qué seguía ahí.

Algo todavía más sorprendente es que ambos duraran todo ese curso, ya al siguiente lo dejaron. =@º\’ era amigo de _¨*^?¿·, seguramente el único, así que era normal que nos acabáramos juntando los 4.

En pocas palabras, conozco a esos 2 gracias a &$%”!. Nunca les habría hablado por mi cuenta, incluso si me hubiera cruzado con ellos

E igualmente, la única persona del grupo que siento que conozco es a &$%”!. Ahora que lo pienso, casi no he estado solo con nadie que no sea él, ya que siempre que quedamos, &$%”! sale seguro, y en el instituto, cuando faltaba, solo hablaba con ellos en el recreo.

No coincidimos en clase hasta este curso. Tampoco me importaba pasar algún que otro día sin hablar, aunque era más bien sin escuchar a alguien hablarme. Hablaba muy poco.

Y, no es como si me hubiera acercado a &$%”! por mi cuenta, si no fuese por mi hermana, no habría hablado con &$%”! en primer lugar. Por muy gracioso o lamentable que suene, &$%”! se juntó conmigo al principio para poder ligarse a mi hermana. Fue amor a primera vista.

En mi primer año de secundaria, estaba con ella en el mismo instituto, ya que le quedaba un año allí todavía, y por eso estábamos la mayor parte del tiempo juntos.

Lo he estado pensando esta semana, y ese curso fue en el que más feliz se la veía, incluso si solo nos veíamos por los pasillos, o en el recreo.

¿Era porque estaba con ella? Supongo que ese año también estaba sola.

Debería de haber-

“-ku, estás bien?” Me había distraído de la conversación por completo.

“Ah, si, perdón. Se me ha ido la cabeza…”

“Te estaba diciendo que puedes ir si quieres al instituto de nuevo. Solo quiero que sepas que no te tienes que forzar a ir si crees que deberías de estar yendo.”

“Pero, si quiero ir.”

“Entonces te apoyo completamente.” Tan solo asentí.

“Bueno, voy a irme a dormir ya.”

“¿No es un poco pronto?”

“Si, pero prefiero madrugar. Sé que es pronto, incluso si voy a clase mañana, pero no quiero levantarme cansado.”

“Entiendo. Entonces, cuando te despiertes mañana puedes ir a ver el altar. Lo voy a hacer después de comer, y si quieres verlo ahora, no voy a tardar mucho, así que puedes esperar a que lo acabe.”

“¿Ya tienes todas las cosas?”

“Si, solo queda montarlo. En los días que me dieron libres aproveché a comprar todo lo que necesitaba.”

“Oh… Y, ¿donde lo vas a colocar?”

“La idea que dijiste me parece mejor.”

“¿La de colocarlo en su habitación?”

Mi padre asintió. “Si, hay hueco suficiente como para ponerlo.”

“Bueno, lo veré mañana.”

“Vale. Entonces, buenas noches.”

“Buenas noches.”

“Que te vaya bien mañana.” En el poco tiempo que hablé con mi padre, pude notar como su tono de voz, y su expresión eran más suaves. No he hecho nada para provocar algo así. Intentará dar una buena impresión.

Luego es él el que me dice que no me fuerce…”

Salí de la cocina, y subí directo a mi habitación. Tenía todo lo que necesitaba en la mochila, por lo que no había mucho más que pudiera hacer, aparte de perder el tiempo.

Para el horario que suelo tener, todavía es pronto para irme a dormir, pero puedo intentarlo.

No tengo ganas de ir, por mi ni salía de casa. Pero, si no me fuerzo ahora, alguien tendrá que hacerlo, y bien pueden pasar años para que algo así ocurra.

Nadie me va a matar por salir a la calle, menos por ir a clase. Que no conozca a la mayoría no significa que les odie. Puede que no me interesen, pero siguen siendo personas.

Además de que no hay nadie que vaya a meterse conmigo por algo así. Hasta para gente así de fracasadas, hay límites. Quien sea que los pase, es que no sabe nada de la vida.

Y, más importante que nada, nadie va a venir a sacarme de aquí. La vida no es tan buena como para que pase justo lo que quiera que pase.

Que todo este haya ocurrido en menos de una semana es el ejemplo perfecto.

“...”

Si sigo pensando en eso todo el rato, no me voy a dormir nunca...

Me puse los cascos, y busqué en mi móvil música para escuchar mientras me duermo. No suelo hacerlo, pero hoy es uno de esos días en los que me apetece.

Mañana, mañana voy a ir a clases…

4.

Hay 2 tipos de personas en el mundo. Las que pueden cambiar por si solas, y las que no.

Las que pueden cambiar solas, no solo lo hacen por que algún día les apetezca. Siempre va a haber algo que los haga cambiar.

El propio ambiente, algún evento, hasta una serie puede cambiarlos. Son personas que no dependen de otras para cambiar.

Eso no significa que no puedan cambiar gracias a otras personas. Tiene el mismo impacto para ellos el poder hablar con otros.

En cambio, las personas que no puede cambiar por si solas dependen completamente de otros.

Da igual lo impactante o emotivo que le resulte cualquier evento, eso no va a cambiarlos, es solo una emoción pasajera, que en vez de ser algo relevante, es una simple anécdota que contar.

También recae en esta cuestión las personas extrovertidas e introvertidas.

Alguien extrovertido puede pasar tiempo solo y disfrutarlo. Alguien introvertido puede pasar tiempo con gente y sacar buenos recuerdos de ello, aunque eso no cambia su naturaleza.

Cuanto más abierto es uno, en este caso, el extrovertido, más se es propenso a ser del tipo que puede cambiar solo.

Puede sonar contradictorio, ya que el extrovertido es al que le gusta disfrutar su tiempo con gente, pero al ser tan abierto con la gente, se es, a su vez, más abierto al cambio.

El introvertido caería más en el otro lado. Al ser alguien más cerrado, y con menos contacto con la gente, puede ser menos abierto al cambio.

No quita que pueda haber extrovertidos que solo cambien gracias a las personas, y viceversa.

Con cuestionar lo que he dicho un poco, te das cuenta de que hay algo que no cuadra. Acaso no faltan 2 tipos más?

Donde está el que no cambia con las personas, pero sí estando solo?

Eso es directamente una persona antisocial, alguien quien no disfruta estar con otros, y prefiere disfrutar su tiempo en cualquier otra cosa.

Donde está el que no es capaz de cambiar en absoluto?

Es imposible no cambiar. No cambiar significa no ser capaz de aprender nada, no ser capaz de recordar nada, y no ser capaz de vivir.

El cambio es vida, es progreso. Cambias poco a poco, hasta el día de tu muerte. Es por eso que alguien que ‘no cambia’ es solo alguien que adopta año tras año la misma forma de pensar, solo que con un par de conocimientos nuevos.

Es algo que no se puede evitar no negar, ya que tu vida cambia en cuanto empiezas a vivirla, y en cuanto empiezas a crecer.

Nunca has sido una persona incapaz de cambiar, solo te estás negando la capacidad de hacerlo, o rechazas la idea del cambio.

Esto no es lo peor que puede hacer alguien.

Lo peor que puedes hacer es mentir sobre lo que eres.

Lo único que no puedes cambiar es qué tipo de persona eres.

Por eso deberías de dejar de aparentar ser quien no eres, ¿no crees?

En primer lugar, ¿acaso crees que puedes olvidar?

Todo esta grabado en tu cabeza.

Aunque no lo reconozcas, poco a poco has ido aprendiendo.

Poco a poco te has dado cuenta.

¿En qué se diferencian tu yo de ahora, el tú de hace una semana, de hace un mes, de un año, y el de hace 5 años?

No tiene sentido decir ‘eras’ cuando sigues siendo así.

Solo estás dando una impresión errónea.

No aparentes ser fuerte cuando eres débil, ya que cuando tengas que proteger a alguien, no serás capaz ni de defenderte a ti mismo.

No aparentes ser inteligente cuando no sabes nada, ni de ti ni del resto, ni del mundo ni de la vida.

No aparentes ser carismático cuando no sabes ni que personalidad tienes. No trates de llamar la atención del resto cuando no tienes ni idea de lo que hace que el resto se acerque a ti. No, en realidad lo sabes, ¿verdad?

Es esta misma fachada la que hace que la gente te haga caso. Si fueras tú, por poco no los matarías de aburrimiento. Y si no te tuvieras que forzar a hablar, ni les dirigirías la palabra.

¿Puedes estar seguro de que son tus amigos por quien eres, y no por la fachada que portas?

¿Podría siquiera alguien hacerse amigo de quien eres de verdad, cuando no sabes lo que eres?

Si no sabes ni describir más de tres cualidades tuyas, ¿cómo vas a ser capaz de aparentar tener más de diez?

La gente que tienes cerca poco a poco se dará cuenta de quién eres, y verán como ese amigo morirá de un día para otro.

Serás un impostor para ellos, ya que nunca se hicieron amigos de ti en primer lugar.

¿Qué vas a hacer cuando tengas que enfrentarte a esa realidad, si tu única virtud es el engaño?

¿Cuál será tu siguiente movimiento? ¿Tendrás algún otro método que usar?

Piensa en eso mientras descansas.

Si es que puedes.

Todo se tornó negro, y un ruido blanco, similar a la estática, se reprodujo en bucle. Solo se calló al despertar.

5.

La alarma de mi móvil empezó a sonar, haciendo que recordara la promesa que había hecho ayer.

Me levanté de mi cama, sintiendo como si me hubieran pegado una paliza. Incluso habiendo madrugado tanto, me había levantado agotado, como era costumbre.

Después de vestirme con el uniforme de mi instituto y preparar la bolsa para el instituto, fui al cuarto de mi hermana.

Al entrar, pude ver que los muebles de la habitación estaban cambiados. La encimera ahora no estaba enfrente, nada más salir la habitación. Ahora estaba en el lado derecho de la habitación, justo al lado de su cama. Lo importante no era eso.

Su altar era lo primero que uno podía ver al entrar a la habitación.

Estaba junto a la ventana ligeramente abierta a su derecha, de la cual se podía apreciar el amanecer, con la luz anaranjada del sol entrando, mientras una leve brisa de aire se colaba por esta y movía las cortinas, esparciendo el ligero aroma del incienso por el cuarto.

Jarrones con flores, aparentemente reales, decoraban el altar. Eran dos racimos, uno por jarrón, de los cuales, por cada tallo, brotaban extremidades más pequeñas, seguidas de pequeñas flores azules.

Tenían un color azul claro, semejante al del cielo, siendo el centro de la flor amarillo, rodeado por un pálido tono blanco.

Siguiendo el incienso prendido, aparte de más decoraciones sutiles para el altar, se encontraba un marco con su foto, en el centro de todo.

Es la foto de su ingreso en la preparatoria. Ese mismo día, fui con ella, ya que empezaba un día antes que yo. Nos hicimos 2 fotos aquel día.

Una fue de lejos, siendo el panorama principal la entrada al edificio, estando ella colocada junto al nombre del mismo, y yo acompañándola a su izquierda.

La segunda era de cerca, siendo ella el foco principal, estando mi padre a su izquierda, y yo a su derecha.

Está última fue la que estaba en el marco del altar, solo que ampliada ligeramente, para tener una foto suya de frente, con su recién estrenado uniforme escolar, sonriendo a la cámara levemente. Estaba realmente emocionada aquel día.

Debajo de la misma, plastificadas, estaban colocadas otras dos fotos suyas.

La primera era de cuando ella tenía 2 años, más o menos. En la foto sale ella, siendo sujetada por mi madre, mirando a la cámara como si estuviera viendo a un alien.

La segunda foto es de cuando ella creció un poco más, con unos 9 o 10 años. Para esta foto no me recortaron. Ella estaba mirando al frente, avergonzada, y a punto de taparse la cara, mientras yo la abrazaba y sonreía a la cámara.

Una sensación que no podía describir recorrió todo mi cuerpo. El escenario parecía uno sacado de una historia, de algo que nunca debería de haber pasado.

¿Cómo debía sentirme?¿Qué debía hacer?¿Tenía que decir algo?¿Tengo que despedirme? Todo en mi mente eran dudas.

Al final, no dije ni una palabra, lo único que hice fuesentarme de rodillas enfrente del altar. No junté mis manos ya que no creo en dios, y como estaba solo, no tenía que hacerlo. Solo apoyé mis manos en mis piernas.

Cerré los ojos por un momento, intentando calmar mi mente, y sobre todo, intentar evitar que esta misma arruinara el momento.

Aún así, dentro de mí, seguí escuchando esa voz.

Crees que puedes mostrarle tus respetos después de todo?” Decía, con el mismo odio que la última vez.

No me sentía avergonzado de estar allí. Me era suficiente con poder verle la cara, aunque fuese en una foto.

Si ella supiera lo que estás haciendo ahora, nunca te lo perdonaría.”

Habla de mí lo que quieras, pero como vuelvas a mencionarla pienso arrancarte fuera de mi cabeza, aunque tenga que matarme en el acto.

Aunque pueda estar aquí, sigo sin perdonarme nada. Todavía dudo de como debería de reaccionar ante esto. Aunque el cuarto esté iluminado con la luz de la mañana, se siente más lúgubre que de costumbre.

Y, tampoco lo puedo negar. Tengo miedo.

No sé como encarar al resto. Como decir lo que ha pasado. Como poder volver a hablar con ellos.

A decir verdad, no me veo capaz de hacerlo. Pero, solo por una vez, voy a aguantar. Quiero aguantar

Pensando en lo que iba a pasar, me levanté.

Antes de dejar la habitación, me dí la vuelta, para contemplar el altar una vez más, antes de cerrar la puerta, e irme al instituto.

* * *

Por mucho que me hubiera preparado, nunca habría sido capaz de afrontar aquel momento.

Sobre todo si estaba solo.