Era la mañana del día siguiente. Estaba andando por la calle, el cielo estaba nublado, dejando un ambiente frio miraras por donde miraras. La tensión que sentía en aquel momento me dejaba igual de congelado.
Mi padre estaba junto a mí. Él debería de estar trabajando, pero decidió tomarse el día libre con la excusa de que ‘tenía que hacer algo importante’. Los sábados trabajaba menos, por lo que no era tan relevante que faltara.
Él me despertó a la fuerza. No era para nada pronto, vino a despertarme a las 10.
Lo único que dijo fue que íbamos a ir a disculparnos, y después de eso iríamos a mi secundaria. Aunque solo me lo dijo una vez, sabía a lo que se refería, y a su vez, lo que me esperaba.
Teniendo en cuenta lo delicado que es el director del colegio con estos temas, seguramente me expulsen por 1 semana mínimo. Sin segundas oportunidades.
En aquel momento, estábamos yendo a casa de Otsuki. Obviamente, yo no quería ir, pero mi padre me obligó. Todavía tenía esa mirada, desde que me he levantado me ha estado mirando con esos ojos. Ya no estaba enfadado, claro. Ha pasado demasiado tiempo como para estarlo.
Estaba completamente decepcionado de mí, o esa era la impresión que daba. ¿Qué se esperaba, que fuera yo solo a disculparme?
Si no me hubiera dicho nada la última noche, seguramente no le hubiera hecho caso, o le habría convencido de que iría yo solo en otro momento, pero tenía miedo.
Tenía miedo de que volviese a hablarme de esa forma. Odiaba que se acercara a mí de esa forma, por eso estaba dispuesto a hacer lo que me dijera para no enfadarle otra vez.
El andaba delante mía, girándose de vez en cuando para ver si le seguía. Yo estaba, como siempre, mirando al suelo.
La última noche casi no pude dormir de la histeria que sentía. Al inicio pude dormir un poco, pero no paraba de despertarme en medio de la noche. Nunca llegué a calmarme del todo.
Incluso ahora, sigo temblado. Siento un miedo que no debería sentir.
Me preocupaba más saber por qué tengo miedo. Sé que tengo miedo de presentarme a su casa enfrente de su madre después de lo que he hecho, pero pienso que me da todavía más miedo lo que me pueda pasar si no lo hago bien.
Lo voy a hacer mal, como siempre. Lo voy a arruinar, como siempre. Siento que quito más que aporto.
La casa de Otsuki no estaba muy lejos, llegamos a su calle en poco tiempo. La inquietud que sentía no hacía más que aumentar, aunque lo que más me preocupaba no era lo que seguramente iban a decirme.
No confiaba en mi mismo. Tenía miedo de no ser capaz de controlarme, pero sabía lo que tenía que hacer y decir, y sobre todo, sabía que tenía que calmarme. Pero no podía.
Sin darme tiempo alguno para prepararme, llegamos a la puerta de su casa.
“Ven al frente, eres tú el que tiene que disculparse, mucho más que yo.” Dijo mi padre, con un tono ligeramente frío y serio.
No le respondí de ninguna forma, solo hice lo que el me dijo. Cuando me puse a su lado, él tocó el timbre de la casa.
Los pocos segundos que tardaron en abrir la puerta se hicieron eternos. Estaba viéndolo todo en cámara lenta, pero aún así no tenía otra opción más que quedarme ahí, esperando.
La puerta se abrió lentamente. De ella salió una mujer, de una estatura relativamente normal, con ojos castaños y pelo negro. Supuse que era la madre de Otsuki, aunque era bastante joven, para ser una madre.
Hablando de Otsuki, ella estaba en el pasillo de la entrada, en el último escalón de la escalera. Supongo que había bajado de arriba para abrir la puerta, aunque su madre llegó antes. Aparte de su pijama, llevaba un parche blanco pegado a su nariz.
“¿Mh? Ah, eres Kenzo :2!”;_¨`*, ¿Verdad? Entonces, él debe ser tu hijo.” Preguntó la madre, con un tono ligeramente amigable.
“Si. Como dije ayer, he venido a disculparme junto a mi hijo por lo que le ha hecho a su hija. ¿Se encuentra ella mejor?” Mi padre procedió a preguntar sobre el estado de Otsuki en mi lugar.
“Ella está bien, es solo un pequeño moretón, pronto se le pasará.” Su madre trató a la herida de Otsuki como algo leve. Aunque, lo que realmente importa ahora no es la herida, pero lo que ha pasado para que ella tenga una herida.
Mi padre se inclinó tras escuchar su respuesta. Al verme recto, me miró de mala manera. Comprendiendo la situación, me incliné junto a él.
“De verdad que siento lo que mi hijo ha hecho. Sé que lo que voy a decir no justifica sus actos, pero él está pasando por un momento difícil en su vida. No sé que le habrá llevado a comportarse de esa forma, incluso con la excusa anterior. Siento mucho-” Mi padre estaba dando un monólogo, intentando no enfadar a la madre de Otsuki.
Ya debería de estar enfadada con que el niño que ha pegado a su hija en la cara se presente en su puerta por la mañana.
“Ejem.” Sin embargo, ella cortó a mi padre en medio de su discurso. Él, en respuesta, levantó su cabeza levemente, alzando también su cuerpo. Ella siguió.
“Riku, ¿has venido a disculparte con mi hija?”, no lo dijo con un tono enfadado, es más, estaba demasiado calmada. Si fuese mi padre, seguramente estaría hablando con un tono serio, y regañando por haber pegado a su hijo.
Su pregunta no tenía un tono de duda, lo que buscaba era asegurarse de la razón por la que yo he decidido venir, más allá de los intereses de mi padre.
Ella estaba mirándome. Es más, estaba enfrente mía. Yo todavía estaba inclinado, mirando hacia abajo. Me dolía el pecho, no podía hablar, sentía como esa presión me aplastaba, desde arriba y desde abajo. Incluso antes de poder hablar, todo empezaba a brillar.
Todo se volvía cada vez más y más luminoso, nublando de blanco mi vista. Iba a perderme, no iba a aguantar por mi cuenta. Poco a poco, aparecía ese lugar que tanto aborrecía.
Después de mirarme por un tiempo, ella volvió a hablar. “No te preocupes. No te voy a reñir, ni nada por el estilo. Siéndote sincera, no tendría mucho efecto. Al menos, Atsumi no me hace caso cuando la regaño.” Me dirigió la palabra con un tono amable y calmado. Quizá hasta amigable.
“¡¡Mamá!!” Desde las escaleras, se puede escuchar a Otsuki gritar el nombre de su madre, molesta y avergonzada, después de que ella hablara sobre el poco caso que le hacía a su madre.
Antes, en el momento en el que su madre dijo mi nombre, ella perdió el interés en la conversación. Pude ver su expresión de indiferencia por un momento, antes de subir las escaleras. Aunque, con el comentario de su madre, volvió a bajarlas.
“Pero es verdad.” Su madre se giró, para hablarle directamente a Otsuki. Ante su pregunta, ella no pudo hacer más que quejarse, con un leve tono rosado en sus mejillas, “No es como para decirlo enfrente de gente…”
Mi padre estaba intentando mantener la compostura seria, pero la situación parecía demasiado informal como para seguir comportándose de manera tan refinada y seria.
Pensaba que era su deber como padre. O quizás ha cogido ese hábito del trabajo.
Su madre se giró nuevamente, para mirar en nuestra dirección. No solo ignoró completamente la queja de Otsuki, si no que soltó otra barbaridad más.
“No sé si tu padre te habrá dicho mi nombre, pero yo soy Haruka Otsuki. Si queréis, podéis pasar adentro. Podemos hablar mejor si estamos sentados, y aquí afuera hace mucho calor.”
“...?” “¡¿EHH?!”
En primer lugar, no esperaba que me fuesen a hablar de esta forma, y mucho menos tratarme como un invitado. También pensaba que iba a ser algo mucho más corto y superficial, decir cuatro chorradas, que me regañen, y poco más, pero si vamos a estar dentro, a saber cuanto tiempo nos vamos a tirar aquí.
Quien estaba más sorprendido que yo era Otsuki. Si ya estaba molesta con el comentario que había dicho su madre antes, lo de meter en su casa a alguien como yo…
“Esto es una broma, ¿no? ¡Mamá!” Ella fue corriendo hacia su madre, para colocarse detrás suya.
“¿Qué tiene de malo?” Haruka abrió la puerta al completo, mientras se daba la vuelta y hablaba con su hija.
“¡Qué no tiene de malo es la pregunta! Su padre no ha hecho nada malo, ¡pero no quiero que él entre!”
“¿Y por qué no? Así no vais a hacer las paces nunca.”
“¡Es que no quier hacerlo! Si ni siquiera es un conocido, ¿¡por qué tengo que llevarme bien con él!?”
Otsuki estaba realmente enfada con su madre. No paraba de quejarse enfrente de ella, y gritarle. Incluso enfrente mía y de mi padre.
“Porque tú tampoco lo has hecho bien.” Su madre, solo para esa frase, puso un tono un poquito serio, aunque sin pasarse. Lo sorprendente es que, solo con eso, logró que Otsuki se calmara un poco.
Después, ella me miró fijamente. Era más como una amenaza de muerte que una mirada. Yo era el zorro, y ella la loba, y por alguna razón, la jefa de la manada me estaba dejando entrar en su madriguera.
“P-pero solo un rato…”
“Si, es solo hablar por un momento.”
Así de fácil logró calmar al toro desbocado. Hay gente que tiene talento hasta para estas cosas. Supongo que se puede decir lo mismo al revés.
“Aunque claro, tú también tienes que estar.”
“Mamá, para, por favor. No quiero.”
“Si quieres.”
“¡No quiero!”
“Si vienes te compro el peluche de la chica esa con cuernos rojos que dices que tanto quieres.”
“Te espero en el salón.”
Tras aquel espectáculo, Haruka dio un solo aplauso con sus manos, esperando a mi padre y a mi. “No hay nadie más en la casa, así que no os preocupéis por si molestamos a alguien mientras hablamos.”
Mi padre, sin romper aún la compostura, dio el primer paso. “Sentimos mucho la intromisión.”
Aunque seguía con esa apariencia recta, tenía una expresión mucho más relajada. Quizá hasta se le había pasado el cabreo.
“Con permiso…” Dije con un tono de voz bajo y con la mirada también baja.
Mientras entraba, pude ver como Otsuki me miraba molesta.
1.
El ventilador de techo estaba puesto, cubriendo de una leve brisa todo el salón. La puerta de este se abrió, y por ella entro Haruka, que llevaba una bandeja con una taza de té y 4 vasos llenos de té, con cubos de hielo dentro de ellos.
Alrededor de la mesa, estábamos sentados yo y mi padre, y enfrente mía, estaba sentada Otsuki. Ninguno de los dos nos estábamos mirando, yo estaba mirando al suelo, y ella a la mesa.
“No hacía falta que te tomaras la molestia de traer té.” Dijo mi padre, aún, intentando mantener un tono formal.
“No es una molestia ya que sois invitados, así que no os preocupéis.” Ella dejó la bandeja en la mesa, y luego se agachó para sentarse en el cojín frente a la mesa, y se sentó de rodillas, a la derecha de su hija.
Cuando ella se sentó, mi padre habló, con un ligero tono formal, “Agradezco mucho la hospitalidad que nos está ofreciendo, pero no creo que haya más que escuchar aparte de la disculpa de mi hijo. Su hija no ha hecho nada mal, ha sido él la ha pegado.”
Con un tono calmado y comprensivo, Haruka le respondió, “No estoy intentando decir que su hijo lo haya hecho bien, pero Atsumi tiene parte de la culpa también.”
Mi padre estaba un poco confundido ante lo que ella dijo. Al mencionarlo, Otsuki dirigió su mirada a la izquierda, intentando evitar ver a cualquiera de nosotros 3.
“¿Le han dicho algo más sobre lo que pasó después de la reunión del último día?”
“No, no he escuchado más. Tampoco tuve la oportunidad de hablar con otros alumnos, o con el tutor de la clase.” El tono formal de mi padre se disipó, siendo reemplazado por un humor más neutral y calmado.
“Los profesores no me han contado más a mi tampoco, pero…” Mientras hablaba, ella dirigió su mirada a Otsuki, y siguió hablando, “...ella me ha contado algo que se guardó en la reunión.”
Mi padre respondió, “¿Te ha contado su versión?”
“Si, aunque al inicio solo dijo lo de su hijo. ¿Le ha contado Riku lo que pasó?”
Mi padre me dirigió la mirada por un momento. Yo estaba mirando a la mesa, evitando molestar con cualquier tontería o excusa que fuese a decir.
No sabía que era lo que Haruka quería decir. Todos los que estábamos en el salón sabíamos que yo tenía la culpa, yo la había pegado, y luego me fui corriendo cuando solo me estaban hablando.
“N-no, Riku no me dijo nada, pero no creo que-”
“¿Nos lo puede contar ahora?”
Interrumpiendo a mi padre, quien seguía con es actitud enfocada en disculparse y en aceptar mi culpa, ella preguntó algo sin sentido. Al hacerlo, ella dirigió su mirada hacia mí.
Sabía que me miraba porque vi su figura, su cabeza, girar hacia mi posición. Cuando el silencio tras la pregunta se alargó por unos segundos, supe que era mi turno de hablar, ¿pero siquiera podía hacerlo?
“Y-yo…” Estaba dudando. No sabía hacia donde mirar. En ese momento, hasta Otsuki me estaba mirando, por lo menos, miraba hacia mi dirección. Tenía una expresión un tanto molesta, pero también avergonzada. ¿Por qué?
“...es mi culpa.” Eso fue lo único que pude decir por mi cuenta. Después de eso, me callé. Debajo de la mesa, estaba apretando mi puño, intentando aliviar toda esa ansiedad que sentía.
Haruka insistió, “Puede que hayas hecho algo mal, pero fue por alguna razón, ¿verdad?”
“¿…?”
“Si fueras el tipo de chico que hiciera esas cosas, no estarías tan nervioso ahora. Por eso creo que hubo una razón para que hicieras eso.”
Con un tono amable y calmado, ella razonó y reflexionó sobre lo que hice, y mi motivo detrás de ello.
‘¿Por qué lo hice?’ pensé, ‘Tan solo fue un impulso, no hubo nada más detrás de ello. Y entonces, ¿por qué surgió un impulso tan drástico de la nada?’
¿De verdad soy el tipo de persona que Haruka dice que soy?
“… Lo que pasó fue exactamente como se lo han contado en la reunión. Ella no hizo nada… Yo solo…”
“Bueno, es que ella me ha contado otra cosa.”
Con la voz temblorosa, dije lo que pensaba sobre la situación. Seguía sin contar lo que había pasado, no respondí a la pregunta que me dijeron, y solo opiné.
Después de su comentario, Otsuki intentó objetar, aunque con un tono un poco pesado.
“Mamá, lo que dice Riku es-”
“Atsumi, si eres tú a la que se le escapó eso… “ Haruka suspiró, dejando en evidencia el error que Otsuki supuestamente cometió.
“Si también quieres disculparte con él, ¿no deberías de contar tú lo que pasó? Él está nervioso porque lo siente, y porque tiene miedo de que no le perdonemos, ¿pero y tú? Si te comportas así de engreída, voy a estar enfadada contigo de verdad.
Ella fue rechazada con una riña de su madre.
Yo seguía sin estar de acuerdo con lo que su madre decía. Estaba nervioso por la bronca que me iban a dar eventualmente, y quería pedir perdón para evitarlo, pero que quiera pedir perdón no significa que quiera hacerlo porque lo siento. Hay razones de mayor peso en ello.
“¿E-engreída? Pero, no he hecho nada malo.”
“Puede que para ti parezca como algo natural, pero forzar a alguien a hacer algo de esa manera no es bueno.”
“…”
Otsuki se quedó sin palabras. Ella me miró por un momento. Por puro impulso, hice contacto visual con ella por un segundo. Parecía como si se su enfado se hubiera calmado, mostrando un leve tono de timidez con sus ojos.
En el momento en el que fijé mi mirada con la suya, giré mi cabeza hacia un lado lo más rápido que pude. Cuando lo hice, ella suspiró. Después, empezó a hablar, con un tono de voz un poco bajo.
“… Todo pasó al final de clase. Riku estaba por irse, pero yo le paré para preguntarle una cosa. Él quería irse, pero yo le insistí, y… el me pegó…”
Ella cerró la frase con un tono aún más bajo, como si tuviera miedo de decirlo.
“...Vale, ahora cuéntalo bien.”
“¡P-pero si ya lo he hecho!”
“Lo estás contando de una forma en la que quedas bien.”
“¡Te juro que fue así!”
“Pues eso no fue lo que me dijiste. Si quieres que te compre el peluche ese, cuéntaselo bien a su padre.”
Otsuki fue completamente derrotada por su madre. Otsuki se resignó, y tras una pausa para prepararse, ella empezó a hablar de nuevo.
“… Es verdad que Riku estaba por irse, y que yo le estaba insistiendo en algo. Cuando lo hice, toda la clase se agrupó para escucharnos, como si fuera una confesión. Después de hacerle la pregunta, el quiso irse, y aprovechó a darse la vuelta cuando un profesor entró a la clase a quejarse por el ruido.
“Yo… le agarré del brazo, y al hacerlo, el se paró en seco, se giró, y…” Tras esa pausa, ella acercó su mano al parche blanco en su nariz, rozándolo un poco.
En el fondo, sabía que la manera en la que lo dijo era mentira. No me preguntó una cosa, me enseñó una cosa, una cosa que todo el mundo ya había visto, y luego me arrinconó. ¿Pero quién no lo haría?
Siendo algo tan… horrible, ¿quién no buscaría una respuesta a eso? De todas formas, aunque siga mintiendo, no me molesta nada. Soy yo quien tiene la culpa, quien ha hecho algo que no debería. Ella no ha hecho nada.
Ante lo que dijo Otsuki, mi padre respondió, intentando comprender su parte de la historia, “Entonces, al final de clase, ¿Te confesaste a Riku enfrente de toda la clase?”
Era un comentario serio, no tenía ninguna mala intención, pero parecía hecho a propósito.
“Atsumi, tú no me dijiste que fuera una confesión…”
Tanto mi padre como su madre la miraron fijamente, él con una mirada con un par de dudas dentro de ella, y ella con un tono curioso y hasta un poco juguetón.
Sumida ante la mirada de ambos, mientras su cara se volvía cada vez más roja, ella exclamó, “¡N-No! ¡Nunca haría eso! ¡No le pregunté nada así!”
La situación me pareció graciosa hasta a mí, sin importar lo nervioso que estaba. Gracias a eso, pude relajarme por un momento, y tuve que intentar esconder la sonrisa que me causó la situación.
Otsuki, aún sintiéndose humillada, volvió a dirigir su mirada hacia mí, notando perfectamente mi pobre intento de esconder mi risa.
“¡¿Y tú de que te ríes?! ¡N-no te hagas una idea equivocada! … Si Tsukiyomi se enterara de esto…”
No quería hacerla, pero mi cuerpo me forzaba, no podía aguantarme. Odiaba el hecho de estar sonriendo así.
De todas formas, la situación no parecía en absoluto lo que era hace un momento. El ambiente era mucho menos tenso, podría hasta beber el té que Haruka nos ofreció, y en ese momento, sentía como si de verdad fuésemos invitados.
Lo que arruinó el ambiente para Otsuki fue un comentario de su madre.
“Si es así, ¿Qué le preguntaste a Riku?” Mientras hacía esa pregunta, mi padre finalmente aceptó el vaso de té que se le ofreció, y bebió un poco. Sabiendo lo que le gusta, me sorprende que haya tardado tanto en probarlo.
En contraste, Otsuki se puso tensa, y no respondió a la pregunta. Yo, al igual que mi padre, estaba mucho más calmado que antes, y sentía que podía hablar perfectamente. El único problema fue que no limité las cosas que dije.
“Cuando estábamos en clase, Otsuki me preguntó algo sobre un video…” Por suerte, en cuanto dije eso, las imágenes de aquel momento empezaron a volar alrededor de mi cabeza, y me corté por completo. Me encontraba en la misma situación que Otsuki, pero además, sentía una mezcla de emociones asquerosa.
“¿Video? ¿Es una de esas cosas que ven los jóvenes hoy en día? Como se llamaban… ¿‘memes’?”
‘Nunca pensé que escucharía a mi padre decir eso…’
“Era una tontería, nada más…” respondió Otsuki, de forma rápida, queriendo evitar hablar más sobre el tema.
“Pero, si el video era solo algo gracioso, ¿por qué hiciste algo así, Riku?” Haruka me preguntó, después de pensar en lo que dijo su hija por un momento.
“…” No respondí. Si lo hiciera…
Sin previo aviso, se escuchó el tono de notificación del móvil de alguien; de mi padre.
“…?” Al escucharlo, él lo sacó de su bolsillo. Por coincidencia, al sacar su móvil, otro tono de notificación sonó en el salón.
“¿Mh? A mi también me ha sonado…” dijo la madre de Otsuki. Ella, tal y como hizo mi padre, sacó su teléfono, para ver que habían mandado.
Por curiosidad, miré de reojo la pantalla del teléfono de mi padre. Solo le habían mandado 4 mensajes, pero le estaban escribiendo otro más. Eran del director del colegio.
[Buenos días, señor :2!”;_¨`*.]
[En cuanto a la situación con su hijo, uno de los alumnos de su clase nos ha mencionado detalles que omitimos en la reunión de este último viernes. Aparte, también me ha pasado un video que ha estado circulando por el colegio esta última semana.]
[El contenido del mismo puede no ser algo agradable, por lo que no tiene que verlo, solo sepa que su hijo no tiene la culpa del todo.]
[Hablaremos más a fondo cuando usted venga al instituto. También llamaremos a la madre de Otsuki, Haruka, para hablar junto a ella sobre el tema. Un saludo.]
Mi padre terminó de leer el mensaje a la vez que yo. Se veía un poco extrañado ante la coincidencia.
“¿No está hablando el director del video que tú has mencionado?” dijo él.
Haruka terminó de leer su mensaje , y al hacerlo, mencionó algo más, “Kenzo, ¿Te han mandado el video?”
“No, ¿A usted sí?”, después de decir eso, ella asintió.
“¿Quiere verlo?”
“… Si.” Mi padre tardó un breve momento en contestar. La pregunta de Haruka era inocente, ella no sabía lo que le había mencionado el director a mi padre sobre el video, pero el decidió verlo.
Me levanté por pura inercia. En el momento que lo hice, todos en el salón me miraron fijamente. Antes de que pudieran expresar su duda, hablé.
“Yo… voy a ir al baño.” Con una excusa vacía, salí de la habitación. No le di tiempo a nadie de decir nada.
2.
Fui tan rápido que no pude ni procesar lo que hice. Estaba en el pasillo, con mi espalda contra la pared, al lado de la puerta del salón.
‘¿Va a salir alguien a por mí?’ pensé. No creo que una mentira así haya colado en absoluto. Soy patético.
Me llevé la mano derecha a mi cara, tapando la mitad de esta, y me quedé allí, esperando.
Intentaba no pensar en ello. Intentaba no escuchar el video, incluso si estaba la puerta cerrada, algo se podía escuchar.
Solo pensar en ello hace que mis ojos duden entre que ver; la realidad, o el recuerdo. Si tan solo uno de ellos fuera un mero sueño, nunca estaría así.
Respirando lentamente, pude calmarme, y limpiar mi mente de cualquier cosa innecesaria. No sé si decir calmado es lo correcto, ya que seguía estando nervioso, pero estaba mejor que de costumbre.
Decidí esperar el resto del tiempo sentado en un escalón de la escalera a mi izquierda. Su casa era bastante parecida a la mía, es más pequeña, pero la organización del primer piso es similar.
Podía ver la puerta de la entrada enfrente mía.
¿No era mi excusa ir al baño?¿Qué se supone que hago aquí?¿Debería de haber avisado a mi padre? Podría haberle ahorrado ver algo… No, espera, soy yo el que debería de preocuparse.
No quiero que vea algo así, tan solo se preocuparía más por-
La puerta del salón se abrió, interrumpiendo mi reflexión mental. Otsuki fue quien salió del salón.
Al principio, ella estaba mirando a la puerta del baño, pero notó mi presencia en muy poco tiempo.
Ella me estaba mirando a los ojos. Como antes, cuando fijé miradas con ella, aparté mi vista, mirando a la pared.
“...¿Qué quieres?”, pregunté, de una forma nerviosa, pero intentando sonar lo más natural posible.
Antes de responder, ella suspiró. Me respondió con un tono arrepentido, y un poco disgustado.
“… Debería haber hecho caso a mi madre antes.”
Tras decir eso, ella empezó a bajar al suelo. Sin darme tiempo a pensar en lo que había dicho, ella se arrodilló ante mí, con sus dos manos al frente, apoyándose con el suelo, y con su frente tocando al mismo.
“De verdad, lo siento.” Tenía un tono ligeramente serio, aunque se notaba un tono dudoso tras esa fina capa de formalidad, mezclado con un toque de vergüenza.
“Ellas nunca deberían de haberme pasado el video, y yo…” Estaba hablando de forma lenta, buscando qué palabras decir. Por mucho que tardara en hablar, sus palabras no se sentían ligeras.
“… en primer lugar, no debería de haber compartido el video con más gente. Todo esto lo he causado yo.”
Admitió que fue ella quien dispersó el video con toda la clase, o al menos, con otra persona.
“Y, a decir verdad, no sé porqué me puse así en clase. No sé porqué creí eso en primer lugar. Del video surgió el rumor, y cuando lo escuché, decidí creérmelo.”
Su tono se volvió uno arrepentido y avergonzado. Si esto era una disculpa por lo que pasó en clase, no debía de haber dicho todas esas cosas.
“No debí de haberte dicho nada, ni en público, ni en privado. ¿Quién en su sano juicio pensaría algo así?”
Incrédula de haber podido pensar algo así, Otsuki presionó más su cabeza contra el suelo, haciendo que su pelo ocultara lo poco que se veía de su rostro por los laterales.
“En el primer año, aunque fuera por los pasillos, siempre se os veía juntos, y todos en clase pensaban que era tu novia, hasta que lo aclaraste, claro.”
Con un tono nostálgico, ella mencionó lo poco que sabía de mi hermana. Tomando una breve pausa, ella levantó su cabeza, y me miró de nuevo a los ojos.
“Cada día durante toda la semana la gente se imaginaban lo que había pasado, y nadie se ponía de tu lado. Seguramente todos empezaron a sentir como todo estaba yendo demasiado lejos.”
Ella me intentaba mirar fijamente, pero su vista era temblorosa, intentaba mirar hacia abajo, o hacia un lado, continuamente, pero siempre volvía a mirarme a la cara.
“Pero, cuando no respondiste, todos empezaron a… decir barbaridades. Que me hayas hecho esto no es nada comparado con lo que yo he hecho.”
Cuanto más hablaba, su tono se volvía más y más triste, con mayor peso en el mismo. Su expresión también cambió, pasando de una cara dudosa y decepcionada, a una amarga y triste.
“Y ahora, he intentado esconderlo. En vez de compartir el video con el director, o enseñarle el video a mi madre por mi cuenta, se lo he escondido a todos. A todos menos a la clase. Luego, ellos fueron quienes difundieron más el video, pero yo tengo la culpa.”
Ella miró al suelo, su cabeza entera cayó al suelo de nuevo, una vez más, disculpándose.
“Me, avergüenza todo esto. Puedes no perdonarme si no quieres, pero… lo siento.”
Al acabar de hablar, al acabar de decir esas palabras sinceras, ella empezó a temblar, aunque fuera levemente. Sin previo aviso, ella susurró una última frase.
“...Si mi padre viera lo que he hecho, seguro que…” Junto con esa voz débil, un pequeño llanto se podía oír de su garganta, seguido de la caída de un par de lágrimas al suelo.
“¿…?”
Todo el tiempo que estuvo hablando, evité pensar el cualquier cosa que no fueran sus palabras.
Volví a ponerme nervioso cuando la vi salir al pasillo, y me extrañé cuando se arrodilló enfrente mía. Al principio, no quería aceptar que se estaba disculpando, pero no la acabé cortando, escuché sus palabras.
Aunque, sin importar mis intenciones, cuando ella levantó su rostro, para verme a la cara, solo pude fijarme en una sola cosa. No estaba mirando abajo, mucho menos debajo de su cuello.
Solo podía fijarme en ese parche blanco en su nariz
Esas voces sonaban en mi cabeza con eco.
‘¿Por qué aceptas sus disculpas?’ ‘¿No eres tú el que debe disculparse?’ ‘Bruto.’ ‘Machista.’ ‘Ella no a hecho nada malo, y aún así…’ ‘Espero que no le quede una cicatriz.’
‘Está llorando. Ella está llorando por tu culpa. ¿Cómo te sienta ver llorar a alguien por algo que tú has hecho?’
‘No eres quien para consolarla.’ ‘Ni siquiera la conoces. Es una desconocida para ti. No es nadie, y aún así, sigue siendo más que tú’
“Otsuki…”
“P-perdón, no sé por qué me he puesto así de repente.” Ella usó un tono de voz más calmado, aunque aún alterado y triste, mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su camiseta, frotándose sus ojos con ella.
“… No tenías que disculparte.” Con un sentimiento de culpa, dije todo lo que podía decir. Las palabras que tenía que decir nunca pudieron salir de mi boca.
“Si, si que tenía. He hecho algo horrible, y por eso, quiero compen-”
“No tienes que compensar nada.” Corté sus palabras amables con un tono igual de amable, la única diferencia era el peso entre ellos.
“¿Eh?”
“Ambos hemos hecho algo mal, por eso, estamos en igualdad de condiciones. No tienes que hacer nada, es así de simple.”
“Pero…”
“Si quieres hacer algo, explícales todo a los de clase y ya. No me importa lo que piensan, pero sería mejor para mi que no hablaran a mi espalda.”
Dejando el tono amable atrás, hablé de forma calmada, con una voz menos agitada, pero de todas formas, ligera. Las palabras y frases que decía también eran así.
Estaba rechazando su amabilidad. No quería que ella persiguiera mi cola por mera culpa, no era justo.
Por muy sinceros que sean sus sentimientos, seguimos siendo desconocidos, y vamos a seguir así después de esto. Ya se ha disculpado, no tiene nada más que decirme.
Ella estaba de rodillas, mirándome a la cara, como ha hecho toda la conversación. Su expresión estaba ahora mucho más relajada que antes, aunque aún mostraba un toque de arrepentimiento y escepticismo.
“Entonces, te haré caso. Yo, tu no te preocupes por lo de mi nariz tampoco, no es nada.”
Aún manteniendo su tono agradable, ella dejó atrás lo que hice. No estaba sorprendido, ni rechazaba la idea de ser perdonado tan fácilmente, pero seguía sin aceptarlo.
Otsuki se levantó del suelo, y apoyó su espalda en la pared. Ambos nos callamos. Yo estaba mirando al suelo cuando ella se levantó, no quería mirarla más. No lo aguantaba.
“Ah.” El silencio no duró mucho, ya que algo hizo ‘click’ en la cabeza de Otsuki.
“Debería de haberte avisado antes, pero con la disculpa se me ha olvidado todo. Ha sido mi madre quien me ha obligado a disculparme. Está muy cabreada...”
Dudo que todo eso que ha hecho haya sido solo por su madre, pero si lo dices de esa forma, parece que haya sido obligada hasta a llorar…
“Ve con tu padre, no tiene muy buena cara.” En un parpadeo, el humor de Otsuki se desplomó por completo, con una vibra decaída en su rostro y voz.
Me extrañó escuchar eso. Siendo mi padre, debería de estar bien. Seguro que es solo una paranoia suya.
“…Gracias.”
Tras levantarme, pasé al lado de Otsuki, y la miré a la cara mientras dije esas palabras. Ella no respondió, pero sí asintió con su cabeza.
Me acerqué a la puerta del salón, y entré.
Lo que dijo Otsuki sobre mi padre me preocupó, y a la vez, extrañó. Siempre asumí que mi padre nunca dejaría toda esa seriedad atrás.
Incluso en su funeral, estaba mucho más animado de lo que uno esperaría. Contrastaba mucho con como estaba ahora.
Haruka estaba al lado de mi padre, sin saber exactamente que hacer. Mi padre estaba inclinado hacia la mesa, apoyando su codo derecho en la mesa, y su frente en la mano del mismo brazo.
El móvil de Haruka estaba en la mesa, apartado de ambos, aunque sobre todo, de mi padre.
Al oír como se abrió la puerta, Haruka miró hacia mi dirección. Ella, sin mucha idea de que hacer, se levantó de su sitio para dirigirme la palabra.
Se acercó a mí, y con una voz un poco baja, ella me habló, “… Voy a dejarte tiempo con tu padre. He intentado calmarle, pero no he conseguido nada. Hazle un favor y quédate a su lado un rato.”
Con un tono amable, aunque incierto, ella me dijo que hacer, mientras me sujetó del hombro levemente.
Seguía sin poder mirarla a la cara, a los ojos, me vi obligado a mirar su cuello.
Después de decirme eso, ella quitó su mano de mi hombro, y dijo unas pocas palabras antes de irse fuera del salón.
“Y, también… Siento mucho lo que ha hecho Otsuki. Ahora mismo la voy a regañar, lo que ha hecho es…”
No pudo acabar la frase correctamente. Su voz pasó a ser una enfadada y avergonzada, dejando salir una última vez su emoción más sincera.
“Lo siento, de verdad. Riku, si algún día necesitas algo, pídemelo, ¿vale?”
Cuando dijo mi nombre, retomó su toque amable y empático, casi como si fuese una madre, una madre que está hablando a su hijo.
“...No tiene por qué decirle nada a Otsuki…”
Por un momento, Haruka se sorprendió con lo que dije, aunque casi ni lo dio a saber. Su lamento y arrepentimiento cambió a un tono más amable.
“… Eres una buena persona, Riku.”
Tras eso, escuché como sus pasos salían del salón, y la puerta se cerró.
Mi padre seguía apoyado en la mesa. Al parecer, no escuchó nada de la conversación, ya que ni se dio la vuelta para ver quién había entrado.
Yo me senté a su lado, en donde antes se estaba sentando Haruka. Seguía inseguro, no creía poder hacer nada para calmarlo. Sé lo que ha visto, pero no quiero recordarlo.
Solo sé que es algo malo, ya que todo lo que queda de ello es el sentimiento. La ansiedad, angustia, estés, pesar, todo.
“Papá…” Intenté pronunciar aquellas palabras tan pronto como fuera posible, para no tener tiempo de crear más dudas.
Él escuchó mi voz, y miró hacia la derecha, en donde estaba yo sentado. Me estaba mirando a los ojos, pero yo estaba mirando a su pecho.
“Riku…” Su voz sonaba quebrada, y sorprendida de verme. A su vez, pareció como si algo cobrara sentido en su cabeza, como si se hubiera dado cuenta de algo que estaba presente desde aquel día.
“Yo…” Continuó hablando, o por lo menos, intentando hacerlo. Ahora, con la mente clara, mostró un tono más triste, con una expresión preocupada y arrepentida.
Sin darme tiempo a decir algo reconfortante, sin darme tiempo a dar lo mejor de mi mismo, me abrazó.
Sorprendido, miré a mi padre, o por lo menos, a su nuca, confundido. ‘¿Y ahora qué hago?’, pensé. ‘¿Qué se supone que tengo que-?’
“Yo… perdón, perdón. No debería de… haberte hablado así. Debería de haber tenido más tiempo libre. Perdón, perdóname, Riku… Yo, debí de haberte prestado más atención… Nunca, nunca debería de haberme enfadado tanto.”
Mi padre estaba llorando.
“Ese… No es el padre que quiero ser…”
Más que un sentimiento fijo, un mar de emociones se reflejaba en su voz, y no solo relacionadas a mí. No dejaba atrás su tono adulto y grave, pero eso no le quitaba dolor a su lamento.
“No lo pensé… Estaba tan distraído con lo que había ocurrido que no pensé en quién llamó a la ambulancia. Debí de haberme quedado contigo más tiempo… Con ambos.”
Podía oír su dolor, podía sentir su dolor, Entendía completamente ese dolor, y había vivido ese dolor en carne propia.
“Pensé que, trabajando... ganando más y más dinero… podría hacerlos felices. Comprándoos lo que quisierais… dándoos un futuro… Quise creer que todo ese esfuerzo iba a llegar a algo…”
Seguía llorando, sutilmente, pero lloraba. Lloraba, y aún así…
“Pero, debí de haber estado más tiempo con vosotros… Quizá así… así… podría haberme dado cuenta antes. Así… no lo habría hecho…”
… no podía llorar junto a él. No sentía nada. Comprendía su tristeza, pero no podía compartirla. Y, en el fondo…
“Soy… un padre horrible, ¿verdad?”
… no quería perdonarle.
“… No es tu culpa, Papá. Nadie tiene la culpa.” Pronuncié lo que más convenía en ese momento, no lo que pensaba. También, me digné a abrazarle de vuelta.
Ninguno dijo una palabra más sobre el asunto, mi padre se quedó llorando, de manera silenciosa y baja, mientras yo le abrazaba.
Un tiempo después, consiguió calmarse, y dejé de abrazarle mucho antes.
Pensé que querría un vaso de agua, sobre todo después de llorar tanto. Yo también tenía sed, estaba con la boca seca.
Me levanté del sitio para ir a la cocina. Siendo una casa similar a la mía, la cocina debería de estar enfrente del salón, al lado del baño.
Cuando salí a la entrada, en ella no estaban ni Otsuki ni Haruka. Seguramente estén arriba, creo que escucho sus voces, pero no entendía lo que decían.
Al llegar a la cocina, me puse a buscar por los muebles de la cocina, buscando el lugar en donde estaban los vasos. Logré dar con ellos en el cuarto mueble que abrí.
Cogí dos vasos, y luego me acerqué a la nevera, para llevarme una garrafa de agua. Todo eso me recordó que llevo sin beber agua desde que me llené aquel vaso, y aún así, casi no tengo sed.
Entré de vuelta al salón, dejé ambos vasos en la mesa, uno enfrente de mi padre, y otro enfrente de mi sitio, y llené ambos de agua.
“Gracias.” dijo mi padre, de forma un poco baja. Estaría cansado después de todo eso.
Yo me senté a su lado, y bebí agua junto a él. Para mí, era una situación un tanto incómoda. Él fue quien rompió el hielo.
“Y, Riku, ¿vas a venir con nosotros al instituto? Solo nos han llamado a mí y a Haruka. Antes pensé que, de todas formas, tenías que ir conmigo, pero ahora puedes hacer lo que quieras. Te acompañaré a casa si quieres irte.”
Otra vez, se me dio la oportunidad de elegir. Por mi parte, quería irme a casa, pero, incluso si él ha sido quien me lo ha ofrecido, tengo miedo de lo que me pueda decir si no voy.
“Iré. Algo tendrá que decirme el director.”
Mi padre no dijo nada, me miró por un momento, y sonrió. Supongo que eso era lo que quería escuchar, después de todo.
Al final, más que darme a elegir, solo se prueba a si mismo cual es la opción que él quiere. Seguro que si hubiera elegido irme a casa, habría insistido en ir con él.
Sé que la mejor opción ahora mismo es quedarme en casa, más sabiendo que ellas van a venir también. No me siento igual que antes, sigo estando con mal cuerpo, pero noto como poco a poco me acostumbro a estar frente a ellas.
¿Es bueno que me esté acostumbrando? ¿Es bueno que su madre me haya perdonado tan fácilmente? Debería de, por lo menos, haberme regañado.
No es justo que ella sea la única que se disculpe, pero, aunque piense eso, todavía no me he disculpado, por decisión propia, más que nada.
Siempre que tengo que elegir, tomo la peor decisión posible. ¿Acaso entreno para eso? Algunos dirán que es mala suerte, pero quizás lo hago aposta. Ni yo sé que busco con ello.
Mi padre se levantó de su sitio tras tomar un momento para calmarse, y supongo que, aceptar todo lo que ha visto, y que ha pasado.
Dudo que nunca lo supere, conociéndole, en algún punto lo asumirá por completo, y, aunque nunca lo olvidará, dejará de mirar atrás. Por lo menos, eso quiero creer.
“¿Vamos yendo al instituto, entonces?” dijo, recuperando su voz aquel timbre fuerte y serio, con un ligero aire de amabilidad detrás de esta.
Asentí. Respiré hondo, un intento desesperado de intentar tener una postura normal, pero me sentía un poco mejor, comparado con como llegué, y me levanté.
Mi padre salió a la entrada, y se extrañó al no ver a nadie en la entrada.
“Riku, ¿sabes donde están Haruka y Otsuki?”
“… Creo que están arriba.”
“Mh. Si es así, podemos ir adelantándonos.” Tenía una expresión y tono muy seguro cuando dijo eso. ¿Acaso sabe perfectamente lo que está pasando?
No es como si no me hiciera una idea, pero prefiero pensar que nada de lo que creo está ocurriendo.
“Puedo subir a avisar, si eso.”
“Si. Diles que nos vamos a la reunión.”
Asentí de nuevo. Mi padre fue a la puerta de la calle, para cambiarse los zapatos, y yo me dirigí arriba. Preferiría no haberle dado la idea a mi padre de avisar, pero, a veces, digo las cosas sin pensar.
Me gustaría estar frente a ella lo menos posible, y me daba pereza subir las escaleras, pero era menos esfuerzo subirlas que reprochar y quejarme.
El pasillo del segundo piso era distinto al de mi casa, aunque solo por la colocación de las habitaciones, y por la ausencia de un segundo baño.
Ellas estaban en la primera habitación, ya que las voces venían de ahí.
“¡M….ig...t.s...us..!” Aún no podía entenderlas. Me acerqué a la puerta, por curiosidad. Sé que cotillear está mal, pero no quiero llamar a la puerta en un mal momento.
“¡No p..ed.. cul… a ..ros .e al.. q.. tú h.s emp.z..d.!”
“Pero, ya .e .. dis...p.d. c.n él.”
Todavía no podía escucharlas, por lo que me acerqué más a la puerta, pegando mi oreja a la misma. A partir de ahí, pude escuchar todo claramente.
“Lo que te estoy diciendo no tiene nada que ver con eso.” Contraria a como sonaba antes, la voz de la madre de Otsuki ahora estaba enfadada. Intentaba ser amenazante, imponer autoridad, pero sé cuando alguien busca entenderte, y enseñarte algo, le duele usar un tono así.
“Entonces, ¿Da igual que me haya disculpado?” Otsuki sonaba, aparte de nerviosa, agresiva también. Estaba en la defensiva, o por lo menos, intentaba quitarse algo de culpa de encima
Ella suspiró, y continuó hablando, con un tono menos agresivo y alto, aunque serio, “Atsumi, no digo que disculparte sea algo malo, pero lo que estás haciendo es echarle la culpa a otros. Yo soy la primera persona de todas que quiere perdonarte, y quiero apoyarte, por eso no puedes echarle la culpa al resto.”
Otsuki se quedó callada un momento, pensando y buscando las palabras que decir, para luego responder, “Sé que yo tengo parte de la culpa, pero Tsukiyomi fue quien grabó el video, y Hina fue quien me lo pasó.”
“Ellas te dijeron que no se lo iban a pasar a nadie más, o al menos eso me dijiste.”
Con su excusa totalmente rota, ella, en vez de darla por perdida, intentó seguir usándola.
“S-si, pero, de igual forma… Ellas grabaron el video. Y-y además, en clase todo el mundo se puso a compartirlo.”
“Eso también paso porque tú compartiste el video en primer lugar.”
“…” Otsuki no contestó de vuelta.
“… Mira, entiendo que digas todo esto, pero-”
“¡YA LO ENTIENDO, MAMÁ! SOLO… para…” Ella alzó su voz, y mientras lo hizo, y tras hacerlo, lloró. Sonaba harta y rota, quizá, arrepentida.
Lo único que se podía escuchar era un llanto, uno muy leve y débil, como si quisiera esconderse a si mismo, pero después, junto a este, se escucharon pasos. Por suerte, no se acercaban a la puerta. Tras una breve pausa, la conversación continuó.
“¿Eh?” No sé la situación en la que Otsuki exclamó algo así, pero, en cuanto lo hizo, el ambiente se volvió más suave y menos tenso.
Con ese tono amable con el que me habló, con una intensidad mucho más fuerte, Haruka le habló a Otsuki.
“No es eso lo que iba a decirte. Tú no tienes toda la culpa, pero, tienes que aceptar lo que has hecho. Nunca nadie va a reprocharte el entender lo que has hecho mal, y querer pedir perdón por ello. Si solo buscas echarle la culpa a otros, acabas haciéndoles daño a ellos, y a ti mismo.”
Ella buscaba contarle algo importante, no era la típica bronca que no llega a nada. Se sentía como una verdadera madre.
“… E-entonces, si es mi culpa, ¿qué hago?” Por un lado, dolida, por lo que había hecho, y por otro, confundida, por lo que su madre le había dicho, Otsuki le preguntó, aún entre lágrimas.
“Puedes hacer algo. Eres una chica muy buena, ¿no? Pues entonces sigue siéndolo. Si has hecho algo mal, solo tienes que enseñarle a esas personas que has herido, a esas cosas que has roto, que no eres ese tipo de persona. Si quieres hacer eso, siempre tienes que empezar pidiendo perdón.”
“… ¿No puedo arreglar nada?”
“No puedes si la cosa no se puede arreglar en primer lugar. Pero, si puedes hacer algo para hacer que todo vaya a mejor, o por lo menos, volver a como era antes, hazlo. Aún así, es más importante que sigas siendo tu misma. Si siempre buscas arreglar las cosas, a veces vas a tener que romper trozos de ti misma para hacerlo, y acabarás siendo quien no eres. Ayuda a quienes has hecho daño, pero no te obsesiones con ello, y no hagas más de lo que tienes que hacer, no dejes que otros se aprovechen de ti.”
“¿Y si él no me quiere perdonarme? ¿Y si solo está siendo amable?”
“No tienen por qué hacerlo para que tú quieras ayudar. No tienes que tener una excusa para ser tú misma tampoco. Todos pueden ser perdonados, solo tienes que aceptar lo malo que pueda venir por lo que se ha hecho, sea o no un error. Quien no perdona, es porque no puede expresarlo en palabras, o porque todavía no ha madurado.”
“… ¿Y si no aprendo? ¿Y si… vuelvo a hacer algo igual?”
“Eso es que te ha costado entender lo que has hecho mal a la primera, pero, si vas creciendo como persona, poco a poco verás lo que has hecho mal. Tampoco debes de dejar de hacer algo por un error. Por ejemplo, no quiero que dejes de hablar con tus amigas solo por esto.”
“…” Todo parecía que iba a acabar. Otsuki casi no estaba llorando, y su madre estaba callada. De repente, Haruka siguió hablando.
“Yo… ¿Por qué crees que sigo conduciendo? A veces tengo reuniones en persona en mi trabajo, y es más cómodo conducir que ir en el metro, o en el bus. No quiero que algo así te afecte tanto.”
Ahora sí, Haruka se quedó callada, y Otsuki con respondió.
¿Debería de decir algo? Si… mi padre tiene que estar preguntándose qué hago. Espero no molestar.
Toqué la puerta con suficiente fuerza como para que se escuchara. Dejé de tener mi oreja pegada a la pared, y hablé detrás de la puerta en vez de pasar adentro.
“Esto, mi padre y yo vamos a ir yendo al instituto. Era por si ibais a tardar mucho, para saber si esperaros o no.”
No sé por qué, pero mi padre quería adelantarse. Normalmente esperaría a Haruka y a Otsuki, pero quiere ir directo con el director.
¿Tendrá que decirle algo en privado?, pensé.
“Riku, no hace falta que nos esperéis, puede que tardemos un poco.”, me respondió con el mismo tono calmado y agradable de siempre.
Ojalá todas las madres fueran así… No, imposible, lo que debería de decir ahora es ‘Ah, ojalá Haruka fuera mi madre…’. Si, queda mucho mejor. Tienes mucha suerte, Otsuki.
“Vale. Entonces, nos vemos en el instituto.”
“Si.”
Espero que no se hagan ideas raras. Seguramente ella querría matarme si se entera de que he estado espiando todo esto.
Cuando terminé de hablar, me fui de allí. Bajé las escaleras, y llegué a la entrada. La puerta que daba a la calle estaba abierta, y mi padre no estaba en el pasillo.
En frente de la puerta, me puse mis zapatos. Estaba preparado para irme, no me dejaba nada, y mi padre había fregado los vasos que usamos, tanto del té como del agua, y rellenó y guardó la jarra en la nevera.
Recién me doy cuenta de que ya teníamos vasos para el agua.
Antes de irme, quise darme la vuelta, ya que noté como alguien estaba detrás mía. No había escuchado a nadie bajas las escaleras, pero me dí la vuelta de igual manera.
Un lugar blanco.
“¿Adónde crees que vas?” dijo, con su tono y expresión se superioridad, esa mirada engreída, y aquel disfraz que tanto odio.
Al verle, una expresión de odio y molestia se proyectó en mi cara. Empezaba a tenerle el mismo odio que le tenía a esa zorra.
‘Voy a donde tengo que ir. Y, ahora, no tengo nada que hablar contigo.’ Respondí a su pregunta.
“¿Tanto quieres huir de mí? Sabes de sobra que yo tengo muchas cosas que decirte, siempre.”
‘Todas son gilipolleces, por lo que sé.’
“Uno tacha de mentira lo importante solo para evitar tener que darle importancia.”
‘No te pienso hacer caso digas tonterías o no, así que vete.’
Le hablaba con una voz fría, intentando ignorarle, pero siendo incapaz de responder a lo que me decía.
Él se quedó callado un momento, para luego dirigirme la palabra de nuevo.
“Te repito, ¿Adónde crees que vas?” Con un timbre más serio que antes, me repitió la pregunta que me hizo. Su expresión también cambió, mostrando un toque de repulsión.
‘¿Tan tonto eres que te lo tengo que repetir otra vez?’
“No, eso ya lo sé. Yo lo que te pregunto es por qué te vas tan pronto. A ver si el tonto vas a ser tú, genio.” Con un toque sarcástico y burlón, explicó su pregunta, aún manteniendo su postura seria y observadora, como si estuviera buscando cualquier punto débil en mí.
‘Me voy porque no tengo nada más que hacer aquí. Además, cuanto antes llegue a casa mejor.’
Metiéndose las manos en los bolsillos de su chándal, me miró directamente a los ojos, y dijo, “Que conste que no has hecho nada, como siempre.”
‘He venido aquí, las he escuchado, y nos hemos disculpado por lo que he hecho. ¿Es eso ‘nada’ para ti?’
“¿Nos?”
Me extrañó la pregunta que dijo, por lo que, en vez de darle la espalda y salir afuera, me giré por completo, mi cuerpo encarando a quien me hablaba, para que balbuceara otra vez.
“Dime, Riku. ¿En qué momento te has disculpado ‘tú’?”
‘Lo he hecho varias veces. En la entrada, en la mesa, y luego con Otsuki.’ Quise ser breve, mostrarle que él estaba equivocado, que lo había hecho bien por una vez.
“Siempre ha sido Kenzo quien se ha disculpado por ti. En la entrada, en el salón-”
‘Pero con Otsuki sí me he disculpado.’
“Ah, ¿admites que antes no te has disculpado? ¿Tan rápido? Qué rápido has madurado.” Burlándose de mí otra vez, resaltó un hueco enorme en lo que dije.
‘N-no me refiero a eso. Sí me he disculpado en la entrada y en el salón.’
“Dime, ¿Cuándo has pedido perdón?”
‘En la entrada me he inclinado junto a mi padre, y en el salón, he admitido que es mi culpa.’
“¿Y a eso lo llamas tú disculparse? Una disculpa siempre se hace diciendo ‘perdón’, a cualquier otra cosa se le llama ‘excusa’ .”
‘¡La intención era la misma! No hace falta pedir perdón para dar a saber al resto que lo sientes. Al final, la intención es lo que cuenta.’
“Si solo te enfocas en tú intención acabarás siendo un egoísta. ¿Siquiera te has enterado de lo que ha dicho Haruka? Creo que su charla te vendría bien.” Intentando esconder una risa, él se tapó la boca mientras me preguntó aquello.
“Lo primero que tienes que hacer es disculparte, pedir perdón.”
‘No hace falta decirlo directamente, puedes-’
“No puedes. Algo tan ambiguo no puede ser una disculpa. Si, actúas muy bien, ¿pero realmente lo sientes? ¿Y si solo buscas limpiar tu imagen?”
‘Yo lo siento, por eso quiero actuar bien…’
“La gente no sabrá si lo sientes solo con ‘acciones’, también necesitan palabras. Eso es algo que tú no has dicho nunca, ‘perdón’, o ‘lo siento’.”
‘Aún así-’
“No. Riku. No tienes excusa. Ya lo dijo Kenzo. No te estoy diciendo que deberías hacerlo, tienes que disculparte, y eso es exactamente lo que no has podido hacer.”
‘…’ Me quedé callado. Quería seguir refutando; quería seguir poniendo excusas, pero no podía. Era como si hubiera aceptado que yo estaba equivocado.
“Ella lo ha dicho. Tu padre te lo ha dicho. Sabes qué es lo que tienes que hacer, y a lo que has venido aquí. Todos han puesto de su parte, pero, ¿y tú?”
‘…’
No podía decir nada más a mi favor. No podía pedir perdón, esas palabras nunca pudieron salir de mi boca, incluso si quería decirlas. Por eso me culpé tanto, para mostrar arrepentimiento, culpa, esperando que así entendieran que lo siento.
Seguramente lo sepan, sepan que lo siento, pero también saben que no he pedido perdón directamente. Haruka, mi padre, y Otsuki. Ninguno me ha escuchado pedir perdón, pero ninguno me ha dicho nada por no decirlo.
¿Es algo bueno? Quizá solo están siendo educados, quizá mi padre solo está siendo más permisivo, más amable. Pero, en el fondo...
“… Das vergüenza quedándote callado de esa forma.”
Tras decir eso, él se esfumó. Ya no había nadie enfrente mía, y todo regresó a la normalidad. No llegó a hacerme admitir nada, pero comprendí lo que dijo.
Al salir, estaba mi padre al lado de la puerta, esperándome.
“¿Estaban hablando de algo serio?” Estaba un poco sorprendido de ver lo que había tardado en salir.
“Si, ¿por qué lo preguntas?” Volví a usar un tono más neutral, inusualmente calmado, ignorando lo que había pasado por completo.
“Como has tardado tanto, pensaba que estabas hablando con ellas, o que estaban hablando de algo importante. Podrías no haber dicho nada, de ser el caso.”
“No, no ha pasado nada al final. La madre de Otsuki me ha dicho que podemos ir adelantándonos.”
Como no mencionó nada sobre ello, asumí que no escuchó a Otsuki hablar tan alto. Me habría dado vergüenza tener que explicarle lo que ha pasado.
“Bien. Vamos yendo, entonces.”
Con una mano dentro de su bolsillo izquierdo, como si guardara algo, mi padre me esperó para irme. En el momento que lo dijo, yo le seguí, asintiendo con la cabeza.
3.
Debería de haberme traído los cascos…
El sonido que hacía el metro al moverse era lo único que me distraía mientras íbamos a mi instituto. Mi padre no quiso ir en su coche ya que necesitaba llenar el depósito de gasolina, y según él habríamos tardado mucho entre que volvíamos a casa, echábamos gasolina, y conducíamos a la preparatoria.
Siempre que voy en cualquier vehículo, me mareo a la mínima que veo una pantalla, así que en estos casos solo puedo escuchar música, algo que tampoco puedo hacer ahora…
Aparte de escuchar una melodía tan sumamente interesante, podía mirar por la ventana del metro el paisaje de mi ciudad, habiendo dejado atrás la zona urbana.
No era algo interesante, y lo tenía ya muy visto, pero era lo mejor que podía hacer. Y también hacía mucho calor
Casi que mejor no miro a la ventana, que a este paso me voy a broncear.
Me giré para sentarme correctamente, y mirar al suelo detenidamente.
Ahhh, ahora no me vendría mal un encuentro fortuito…
“Hola, me llamo Rumi, y ahora estoy en el metro, que voy a quedar con mis amigas!!!!”
Mhh, si, si, una introducción de ese tipo. Luego, nuestra protagonista se sentaría en el metro, y fisgoneando en su alrededor verá algo que nunca se creería.
¡Un chico tiene el fondo de pantalla de su juego favorito!
“¿¡Tú también juegas a eso!?”
‘Mh, si, es mi juego favorito’ Dirá un jovenzuelo llamado Rik… ¿Riko? No. Soy literalmente yo, por lo que no hace falta ponerle otro nombre.
“¡Wow! ¡Dame tú número y así podemos hablar de él!”
‘¡Si, por supuesto!’
¿Por qué la adolescencia no es así?
Seguía mirando al suelo, ahora con frustración y celos de no poder tener algo de ese calibre. Tampoco era importante, ya que en el momento que respiré hondo y mi mente volvió a la realidad, esas emociones se esfumaron.
Lo único que no cambió fue que seguía mirando al suelo, no cambió hasta que escuché el nombre de la estación en la que nos bajábamos.
El camino hacia mi colegio fue igual de aburrido. Siempre pensé lo ‘cuidadesco’ que se veía todo. No tenía una vibra apagada, ya que el sol me estaba dejando ciego, pero además no había mucha cosa en el camino, ni siquiera algún árbol sakura.
Siempre que pensaba en la secundaria, me lo imaginaba como en los animes, caminos llenos de esos árboles, y pétalos cayendo a montones. Me llevé una gran decepción cuando llegué a la calle de mi instituto.
En el parque cerca de mi casa hay unos cuantos plantados, para decorar el lugar, pero fuera de ahí casi no veo por la calle, solo árboles normales.
Me hice demasiadas expectativas de pequeño. Pensaba que la situación por la que pasaba se iba a compensar con la entrada a secundaria, pero no fue el caso.
Todavía no tenía el valor de hablar con la gente de manera espontánea, pero aún así quería hacer amigos. No sé como llegué a esa conclusión, pero decidí unirme a un club, creo que era de fotografía, unos días después de mi ingreso.
No me metí porque hiciera muchas fotos, que digamos, pero si me gustaban verlas, sobre todo las que estaban bien hechas. Bueno, para saltarme toda la historia, no me fue bien.
La gente era amable, tampoco digo que se rieran de mí ni nada por el estilo, pero nunca llegué a abrirme del todo con ellos, y con abrirme me refiero a que nunca pude hablar de buena manera.
Siempre me quedaba callado cuando estaba sentado en la mesa, y casi no participaba en las actividades que hacían, que, más que actividades, salían a dar una vuelta, y de paso sacaban fotos con una cámara. Era una quedada entre amigos.
La gota que colmó al vaso fue que todos se conocían de antemano. Eran de segundo y tercer año, y había 1 chico de primer año, pero era amigo de una chica de segundo.
No es como si fueran muchos, contándome a mí y al otro chico nuevo, éramos 7, 3 chicos y 4 chicas. No mentí a la hora de unirme, dije que quería hacer amigos, pero que también me interesaba un poco la fotografía. Me aceptaron de brazos abiertos.
Al principio hacía el esfuerzo de hablar, pero como ya he dicho, poco a poco me fui quedando callado, y cada vez salía menos con ellos. Probablemente lo notaron, y decidieron no decir nada al respecto. ¿Sería por respeto, o porque no les importaba?
Viendo como todos eran amables en el fondo, dudo que fuera por esa última razón. Supongo que no quisieron meterme mucha presión, o hacerme pasar un mal rato.
No es como si me ignoraran, de vez en cuando alguno que otro me prestaba atención, sobre todo el chico de primer año y su amiga. Ambos prácticamente actuaban como si fueran mis amigos, o por lo menos intentaban serlo.
Odio recordarlo ya que lo pasé mal en su momento. En retrospectiva el ambiente era bueno, y podría haberme quedado, pero para eso debería de haberme quitado la vergüenza y los nervios de encima.
Vi como todo poco a poco se parecía menos a lo que había visto en los animes, y me empecé a deprimir y desmotivar. Eso no solo me afectó en cuanto a humor, pero empecé a creer que la relación que buscaba tener con la gente del club parecía más un sueño que otra cosa.
Al final, le acabé cogiendo manía, y poco después lo dejé. Lo habría dejado mucho antes de no ser por la misma vergüenza que me impedía hablar con ellos de manera casual.
En ningún momento me enfadé con ellos, pero de igual manera olvidé la gran mayoría de las cosas que hice allí con el tiempo.
Al principio no me lo podía quitar de la cabeza, pero con el tiempo fui olvidando. Lo único que sé es que ninguno era de mi clase en aquel momento, ni lo es ahora. Quitando eso, no me acuerdo de sus nombres, y casi ni reconocería sus caras si les viera hoy.
Me pregunto qué pasaría si fuera a ese club ahora…
“Está claro, ¿no crees?”
Andando detrás de mi padre, sonreí levemente, como si aceptara la respuesta que pensé instintivamente.
Si, puede que sea así…
Bueno…
Después de dejar el club fue cuando realmente me deprimí. Estuve así toda una semana, y, se me pasó más pronto de lo que debería gracias a ella.
Tanto cuando estaba unido al club, como cuando lo dejé, siempre estaba con ella en el recreo, e íbamos juntos por los pasillos, por lo que no estaba solo. Aún así, seguía queriendo tener amigos.
Gracias a ella…
“… “ Volví a la realidad, y cuando lo hice, apreté mi puño.
Es inútil pensar en todo eso…
No recuerdo como lo viví, por eso lo único que conozco son ideas vagas. Para mí, la secundaria empezó poco después de que ocurriera todo eso, cuando conocí a &$%”!.
Así, habiendo bajado de las nubes, e ignorando lo que debería de haberse mostrado ante mis ojos una vez más, llegué junto a mi padre a mi secundaria.