—¿Es cierto que algo sucedió con la Diosa?
Ella no respondió de inmediato. Los profundos ojos verdes que parecían el corazón del bosque me miraban con una mirada escrutadora. Todo lo que pude hacer fue devolverle la mirada, esperando, hasta que ella respondió con un breve "Sí".
Mi latido del corazón se detuvo por un segundo, antes de fluctuar inmediatamente, aunque sabía que esto era solo mi cuerpo astral. —¿Puedes decirme
—No —colocó su dedo sobre mis labios—. Ese no es tu papel, mi niño. No tu historia —dijo, con la mirada clavada en la profundidad de mi alma—. Saber demasiado nunca es bueno, porque el conocimiento fuera de la capacidad de uno no es más que una carga.
—Entonces, ¿quién— Me detuve tan pronto como lo dije, porque la respuesta estaba justo allí en lo alto de mi mente. —El Héroe...