Anya tocó a Isaac

—Te voy a echar de menos —exclamó Kayla mientras se arrojaba a los brazos de Maxi, haciendo que Maxi casi perdiera el equilibrio. Como cambiaformas de caballo, Maxi todavía no se había acostumbrado a la naturaleza afectuosa de la familia de Kayla.

Hoy era el día en que Maxi e Isaac partían hacia el castillo de Aldric, y Maxi no podía sacudirse la sensación de tristeza en su pecho. No estaba acostumbrada a encariñarse con la gente, pero la idea de dejar a Kayla y Oma la llenaba de pena.

Tanto Kayla como Oma sabían ahora el secreto de Maxi —que ella era una cambiante de caballo hada oscura—, pero eso no había cambiado la forma en que la trataban. Ahora eran más cautelosos, no porque temieran que ella les hiciera daño, sino porque querían que ella se sintiera como si perteneciera. Maxi no era una marginada.